El d¨ªa que las FARC deb¨ªan dejar de existir
El miedo y la inseguridad ante la presencia paramilitar ralentizan el desarme
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En Colombia lleg¨® el d¨ªa 180. Esto significa que las FARC deber¨ªan haber entregado todas sus armas y dejar de existir como guerrilla, como grupo armado, seg¨²n el calendario que se estableci¨® con el Gobierno de Colombia hace 6 meses, tras la firma de los Acuerdos de Paz. Sin embargo, los excombatientes sienten que cuando dejen de estar armados ser¨¢n asesinados por los paramilitares que han ganado fuerza y han ocupado los territorios que las FARC han ido dejando en su desmovilizaci¨®n.
La sociedad civil est¨¢ acompa?ando desde el inicio el proceso de paz y ahora m¨¢s que nunca, es importante estar en las zonas m¨¢s afectadas por el conflicto, como Urab¨¢, y ver c¨®mo se lleva a cabo un acuerdo que tanto ha costado. Junto con otras ONG, InspirAction est¨¢ visitando las comunidades y escuchando las preocupaciones de quienes quieren un cambio de vida. En las ¨²ltimas entrevistas con los comandantes de las FARC expresaron su miedo tras la desmovilizaci¨®n, por su vida y por la de sus familias. De hecho, dos miembros de las FARC han muerto tras entregar las armas, al igual que varios miembros de sus familias. En los ¨²ltimos tiempos tambi¨¦n han aumentado los ataques a l¨ªderes sociales y defensores de derechos humanos, lo que aumenta claramente el nerviosismo de quienes planean transformarse en un movimiento pol¨ªtico, no armado, lo que los convierte con mayor probabilidad en un objetivo para los paramilitares.
El nerviosismo y el miedo aumentan con la memoria reciente de los a?os 80 cuando varios miembros de las FARC se afiliaron a un movimiento pol¨ªtico, Uni¨®n Patri¨®tica, que fue casi completamente exterminado por una coalici¨®n letal de las fuerzas armadas del gobierno y los paramilitares. Otra se?al negativa sobre la voluntad pol¨ªtica est¨¢ siendo el fracaso del gobierno para cumplir con lo previsto en cuanto al establecimiento de campos para que las FARC concentren y reubiquen a sus tropas. Hace meses que deber¨ªan haber estado listos y todav¨ªa est¨¢n lejos de ser una realidad.
¡°Nos amenazan, nos asesinan y silencian nuestra voz¡±
L¨ªderes de la comunidad expresan el mismo temor. Durante a?os se est¨¢ acompa?ando a estas comunidades y es triste ver que ahora parece que tienen m¨¢s miedo que nunca. Con el proceso de paz, uno pensar¨ªa que mejorar¨ªa la seguridad de estas personas que lideran sus comunidades, pero est¨¢ sucediendo exactamente lo contrario. Con las FARC fuera del territorio como grupo armado, los paramilitares han tomado el control en muchas ¨¢reas, mientras que otras est¨¢n bajo control del ELN (grupo insurgente que no ha participado en los acuerdos de paz), existen los combates entre ambos grupos, lo que obliga a las comunidades a seguir viviendo en Urab¨¢ en constante crisis humanitaria. Esto no quiere decir que los pueblos est¨¦n a favor de las FARC que tanto dolor han causado como grupo armado. Las comunidades son firmes defensores de los acuerdos de paz y han participado activamente en el proceso, ahora denunciando que algunos sectores de las fuerzas armadas gubernamentales en la localidad colaboran directamente con los paramilitares o permiten que act¨²en sin control.
Los obispos regionales, las organizaciones de la sociedad civil, el Defensor del Pueblo, todos est¨¢n lanzando campanas de alarma sobre esto. Sin embargo, el gobierno sigue ignorando la existencia de los v¨ªnculos entre paramilitares y sectores del ej¨¦rcito, a pesar de las numerosas denuncias de los l¨ªderes comunitarios que d¨ªa a d¨ªa lo ven. Obviamente, sin reconocer este problema es dif¨ªcil que el gobierno pueda tomar medidas serias para investigar y enjuiciar a los miembros corruptos de las fuerzas armadas.
La creciente presencia de grupos paramilitares amenaza a las comunidades, a los excombatientes de las FARC y al propio proceso de paz tal y como est¨¢ previsto. Los Acuerdos de Paz disponen una serie de medios preventivos para analizar este tema, donde se incluye el establecimiento de una unidad independiente en la oficina del fiscal y un consejo de seguridad nacional presidido por el presidente Santos. Sin embargo, se ha avanzado muy poco en esto y el gobierno parece carecer de la voluntad para abordar seriamente esta cuesti¨®n y sigue negando que estos ataques sean sistem¨¢ticos. Como representantes de la comunidad internacional, tenemos la obligaci¨®n de defender los acuerdos y ejercer presi¨®n para su implementaci¨®n, junto a la sociedad civil colombiana. El papel de la comunidad internacional no debe ser subestimado. Para muchos de los comandantes de las FARC: ¡°s¨®lo debido a la comunidad internacional el proceso de paz se ha mantenido hasta ahora".
Paralelo a esto, el Tribunal Constitucional declar¨® recientemente que el procedimiento de la v¨ªa r¨¢pida especial para ¡°leyes de paz¡± es inconstitucional, lo que genera el riesgo de que las leyes acaben por diferenciarse de las firmadas en el Acuerdo de Paz a finales del a?o pasado por las FARC y el Gobierno. Esto est¨¢ generando tensi¨®n en los sectores que apoyan el proceso de paz y piden que los legisladores respeten el esp¨ªritu de los acuerdos y resuelvan los obst¨¢culos legales con sencillez y lo m¨¢s r¨¢pidamente posible.
La desmovilizaci¨®n est¨¢ en marcha, pero el futuro de las FARC sigue siendo incierto. Por el momento, la pr¨®rroga del acuerdo les permite quedarse en los campos durante 3 meses m¨¢s. Para entonces, tal vez las perspectivas de un proceso de paz exitoso sean un poco m¨¢s brillantes.
Thomas Mortensen es coordinador de InspirAction/C-Aid en Colombia. Ha participado recientemente en la Misi¨®n de Verificaci¨®n de los Acuerdos de Paz en Bajo Atrato-Urab¨¢.
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