Si lo dice un famoso, seguramente es falso, caro o malo para la salud
Como Javier C¨¢rdenas, las celebridades suelen confundir a la sociedad con mensajes pseudocient¨ªficos
En los ¨²ltimos d¨ªas se ha vuelto a visibilizar un problema que los estudiosos tienen identificado desde hace tiempo: los famosos pueden ser un gran problema cuando se lanzan a opinar sobre cuestiones de salud. L¨®gicamente, no se trata de que no tengan derecho a equivocarse sino del incre¨ªble poder que ejercen sobre la poblaci¨®n con sus mensajes. Javier C¨¢rdenas resucitando un peligros¨ªsimo bulo sobre las vacunas y el autismo (una relaci¨®n mil veces desmentida por la ciencia) o Rosa Montero denunciando una campa?a orquestada contra la homeopat¨ªa (en el mismo peri¨®dico que ha publicado una veintena de temas cr¨ªticos en el ¨²ltimo a?o). Pero tambi¨¦n est¨¢n Isabel Preysler y sus batidos verdes, los faciales con caca de p¨¢jaro de los Beckham, los tratamientos detox de Gwyneth Paltrow, Maril¨® Montero dudando de si el alma del muerto se trasplanta con sus ¨®rganos o la ¨²ltima dieta de cualquier famosa televisiva.
"Se han convertido en una de las fuerzas m¨¢s perniciosas de nuestra sociedad, contribuyendo a malas decisiones para la salud, al malgasto de dinero en belleza y productos in¨²tiles", critica Caulfield
Aunque en los casos m¨¢s recientes la idea surge de su boca o su pluma, en algunos casos no llegamos ni a saber si el famoso realmente practica esa t¨¦cnica, si es una fabulaci¨®n de un tabloide que se extiende r¨¢pidamente por p¨¢ginas del coraz¨®n o si se trata de una campa?a comercial preparada para Instagram. En cualquier caso, la experiencia recomienda recelar siempre de estos consejos o alegaciones. Y son muchos los motivos que llevan a reclamar el mayor de los escepticismos.
Sabemos que, en el marco m¨¢s estricto de la publicidad pagada y expl¨ªcita, la mayor¨ªa de los anuncios (80%) que muestran a una celebrity son de comestibles malsanos: futbolistas con l¨¢cteos azucarados, actrices con hamburguesas, cantantes con bebidas azucaradas... Si sale un famoso, casi seguro que no deber¨ªa figurar habitualmente en su dieta, seg¨²n ese estudio de la revista Pediatrics. Y, aunque sepamos que es un anuncio, la publicidad alimentaria funciona, y por eso se intenta restringir su aparici¨®n en comerciales para menores. Hay casos en los que ni la televisi¨®n p¨²blica cuida de su audiencia en programas de salud, como el caso de Saber vivir, en el que la mayor¨ªa de los consejos no ten¨ªan validez cient¨ªfica.
En otros casos, podemos estar cayendo sin m¨¢s en un enga?o que llena de d¨®lares la cuenta del famoso, como sucede en el caso de Gwyneth Paltrow. La actriz, consciente de la influencia que tienen los reclamos de salud de los famosos, decidi¨® montar un negocio millonario para aprovecharlo. El bolet¨ªn de su portal de productos pseudoterap¨¦uticos, Goop, cuenta con casi un mill¨®n de seguidores, y su negocio ha conseguido recaudar millones de d¨®lares. Paltrow lo mismo vende inservibles huevos de jade para la vagina, que seg¨²n cuenta mejoran la fertilidad, como car¨ªsimos tratamientos detox que no solo no sirven sino que ignoran por completo el conocimiento m¨¢s b¨¢sico de c¨®mo funciona el cuerpo humano, como aseguran todos los expertos.
El 80% de los anuncios de alimentaci¨®n con famosos son de comestibles poco o nada recomendables para la salud
Casi todo lo que recomienda Paltrow es falso o malo para la salud, pero la actriz en cambio fuma y toma el sol sin protecci¨®n, lo que motiv¨® que Tim Caulfield, experto en salud p¨²blica y fen¨®menos medi¨¢ticos, le dedicara un libro titulado ?Est¨¢ Gwyneth Paltrow equivocada en todo?. "Se ha convertido en una de las fuerzas m¨¢s perniciosas de nuestra sociedad, contribuyendo a malas decisiones para la salud, al malgasto de dinero en belleza y productos in¨²tiles, a una menor comprensi¨®n sobre c¨®mo funciona la ciencia y al aumento de la insatisfacci¨®n con nuestra propia apariencia y, quiz¨¢, con nuestras propias vidas¡±, escribi¨® Caulfield sobre la influencia de las celebrities.
Hay famosos que dicen cuidar su piel con sanguijuelas, como Demi Moore, pero son m¨¢s conflictivos los consejos que afectan a situaciones m¨¢s cercanas al gran p¨²blico. Como por ejemplo las vacunas. Famosos como Jim Carrey, y m¨¢s recientemente Robert de Niro o el citado C¨¢rdenas, han propagado el rumor infundado sobre su relaci¨®n con los trastornos del espectro autista. ?Cu¨¢nto da?o puede hacer que incluso el presidente de EE UU, Donald Trump, haya coqueteado con los antivacunas, en un pa¨ªs que sufre la resurrecci¨®n de enfermedades por culpa de esta corriente? En estos momentos, el sarampi¨®n est¨¢ resurgiendo con fuerza en distintos puntos de EE UU y Europa, pa¨ªses ricos que ten¨ªan bajo control este tipo de enfermedades.
El efecto halo hace que confundamos un rasgo positivo con el resto de cualidades, pero ser guapo no implica ser experto en epidemias
Un estudio reciente mostraba que uno de cada ocho pies de foto de las revistas del coraz¨®n hac¨ªan alusi¨®n a la gordura o al peso de los famosos, esencialmente de las mujeres (un signo de celulitis en la playa implica cachondeo p¨²blico, pero si ellos engordan est¨¢n fofisanos). Y este es otro apartado en el que los famosos hacen mucho da?o. Cada vez que se quiere introducir una dieta en el mercado, el star system funciona como pista de despegue. Dietas que no funcionan, generando frustraci¨®n y malos h¨¢bitos alimenticios, como muestran muchos estudios que cita Caulfield. Pocas cosas m¨¢s in¨²tiles que seguir las recomendaciones de belleza de actrices, actores o modelos que se dedican profesionalmente a estar irresistibles, por no hablar de que su atractivo es innato: "Tener a las personas que han ganado la loter¨ªa gen¨¦tica estableciendo los est¨¢ndares universales de belleza es como usar a los p¨ªvots de la NBA para motivar a la gente para que sea m¨¢s alta", dice el experto.
Un estudio publicado en la revista British Medical Journal trataba de desentra?ar los mecanismos de todo tipo ¡ªsociol¨®gicos, psicol¨®gicos, econ¨®micos, mercadot¨¦cnicos, etc.¡ª que nos hacen tan vulnerables ante los personajes populares. Uno de los m¨¢s importantes es el llamado efecto halo, cuando generalizamos un rasgo positivo (como la fama o el ¨¦xito en el cine) al resto de las cualidades del personaje. Pero, l¨®gicamente, ser guapo y millonario no implica que seas experto en epidemias. Tambi¨¦n se activan las disonancias cognitivas: si me cae bien C¨¢rdenas y me divierte su programa, me cuesta creer que sea un desinformado que difunde sandeces, y presupongo que algo de raz¨®n tendr¨¢. Y en la cabeza de la celebrity seguramente est¨¢ funcionando el efecto Dunning-Kruger: cuando menos sabemos de un tema espec¨ªfico m¨¢s creemos controlar de la materia.
Los famosos tambi¨¦n pueden ser de gran ayuda, si quisieran, porque podr¨ªan usar su gran capacidad para atraer la atenci¨®n de los medios y la gente. Por ejemplo, Charlie Sheen volvi¨® a popularizar los riesgos asociados al sida al reconocer que era portador del VIH. Algo parecido sucedi¨® en Espa?a con Pasqual Maragall y el alzh¨¦imer. Y en medicina se habla con naturalidad del efecto Angelina Jolie, por c¨®mo consigui¨® dar a conocer las posibilidades del an¨¢lisis gen¨¦tico para prevenir el c¨¢ncer de mama. Aunque, eso s¨ª, provoc¨® que el inter¨¦s por estas pruebas se desmesurara. Por eso, estos personajes pueden servir para abrir debates, pero que siempre deben ser reconducidos y enmarcados por aut¨¦nticos expertos. Y si los famosos meten la pata, que lo har¨¢n, deberemos acudir corriendo a informar con periodismo cient¨ªfico enrabietado.
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