Ni Pittsburgh ni Par¨ªs
La guerra entre las ciudades y Donald Trump ha comenzado.
Se llama Bill Peduto. Hace unos d¨ªas, el nombre del alcalde de Pittsburgh no resonaba mucho m¨¢s all¨¢ de esta ciudad del oeste de Pensilvania. Hasta que lleg¨® Donald Trump y su arma incendiaria, ese pajarillo tuitero que en sus manos se convierte en un drag¨®n vomitando fuego. ¡°Me eligieron para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no Par¨ªs¡±, dijo el presidente al anunciar su decisi¨®n sobre el Acuerdo de Paris.
Bill Peduto no tard¨® en contestar, firmando una orden ejecutiva para reafirmar su compromiso en la lucha contra el cambio clim¨¢tico. El 7 de junio, ¨¦l y Anne Hidalgo, alcaldesa de Paris, firmaron una columna conjunta en el New York Times respondiendo al tuit del presidente estadounidense. La guerra entre las ciudades y Donald Trump ha comenzado.
A Trump no le votaron ni en Paris, ni en Pittsburgh, pero s¨ª en el resto del estado de Pensilvania. De los 67 condados del estado, solo once votaron por Hillary Clinton, entre ellos los de las tres principales ciudades del estado: Harrisburg, Filadelfia y Pittsburgh.
Pittsburgh es un buen ejemplo del pasado y futuro pr¨®ximo de los Estados Unidos, de los retos que enfrenta el pa¨ªs, y de la batalla pol¨ªtica e institucional que se avecina.
Bill Peduto tiene razones para sacar pecho. Tras d¨¦cadas de contaminaci¨®n y desempleo por el desmantelamiento de la industria, Pittsburgh ha sabido reinventarse. Consigui¨® limpiar el aire de la ciudad y, gracias a sus universidades, transform¨® su tejido econ¨®mico, ahora basado en una econom¨ªa del conocimiento alrededor de la educaci¨®n, la tecnolog¨ªa y la medicina. Por ejemplo, Carnegie Mellon University es una de las universidades l¨ªderes en rob¨®tica e inteligencia artificial, factor que ha atra¨ªdo a empresas como Google y Uber a la ciudad.
Como muchas otras ciudades norteamericanas, cada vez m¨¢s cosmopolita y con mayor n¨²mero de graduados universitarios, Pittsburgh se est¨¢ posicionando en la l¨ªnea de resistencia a las pol¨ªticas medioambientales del presidente Trump. Una oleada de oposici¨®n compuesta de alianzas externas y medidas internas que ofrecen esperanza al cumplimiento, al menos parcial, del Acuerdo de Paris en varios lugares de Estados Unidos.
No todo son buenas noticias, sin embargo. La transformaci¨®n econ¨®mica de Pittsburgh tambi¨¦n ha tenido consecuencias que ayudan a explicar las pol¨ªticas de Trump. La nueva econom¨ªa de Pittsburgh est¨¢ creando empleos para j¨®venes con estudios universitarios, y no hay m¨¢s que darse un paseo por la Carnegie Mellon University para ver la diversidad de una poblaci¨®n que ha conseguido atraer a estudiantes de India, China y otros pa¨ªses del mundo. Unos vienen y otros se van. Los que no han conseguido subirse al vag¨®n de la econom¨ªa del conocimiento est¨¢n abandonando la ciudad. Algunos hablan ya de ¡°suburbanizaci¨®n de la pobreza¡±.
Los l¨ªderes pol¨ªticos est¨¢n preocupados por la desigualdad que se est¨¢ generando entre la ciudad y el resto del estado, lo que ha llevado a varios condados de Pensilvania a favorecer la explotaci¨®n de las reservas de un importante yacimiento de gas de esquisto. Algo que no ha sido tan comentado en el intercambio tuitero, pero que pone de manifiesto los dilemas a los que se enfrentan muchos estados que quieren transformar sus econom¨ªas, y que sin embargo no pueden obviar las necesidades de generar empleo para una gran parte de su poblaci¨®n.
En el intercambio entre Trump y Peduto subyace un mensaje fundamental, que tiene que ver con el reto de transformar la econom¨ªa sin dejar atr¨¢s a gran parte de la poblaci¨®n. Las diferencias entre los n¨²cleos urbanos y los estados est¨¢n generando desigualdades que tienen su reflejo pol¨ªtico en las famosas islas azules en oc¨¦anos rojos: centros urbanos dem¨®cratas rodeados por estados predominantemente republicanos.
Todo ello resulta en un incremento de las tensiones institucionales entre las ciudades por un lado, y los estados y el gobierno federal por el otro. En esta lucha, un gran n¨²mero de ciudades se est¨¢n aliando para convertirse en el baluarte pol¨ªtico contra las medidas de Trump.
Las disputas entre los alcaldes y el presidente no han hecho m¨¢s que comenzar, pero no se trata de Pittsburgh, ni de Paris. Las declaraciones y alianzas entre ciudades ver¨¢n disminuido su impacto si los beneficios de la transformaci¨®n econ¨®mica no se reparten mejor entre las ciudades y el resto de los territorios. Hasta entonces, el tejido institucional de los Estados Unidos seguir¨¢ crujiendo, grietas que se oir¨¢n a trav¨¦s de los p¨ªo-p¨ªos de Trump.
Fernando Fernandez-Monge es graduado del M¨¢ster en Administraci¨®n P¨²blica por la Universidad de Harvard, donde ha coordinado un proyecto sobre desarrollo econ¨®mico e inclusi¨®n social en Pittsburgh
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