Ser musulm¨¢n y gay en Espa?a
Tres musulmanes residentes en Espa?a que huyeron de sus pa¨ªses relatan la persecuci¨®n que viven los homosexuales en m¨¢s de 70 pa¨ªses donde ser gay es delito
Karim rezaba cinco veces al d¨ªa. Los viernes, puntual, acud¨ªa a su cita en la mezquita de Alhucemas, su ciudad de origen, al norte de Marruecos. ¡°A los 16 a?os tuve una etapa de depresi¨®n muy fuerte. Me met¨ª en un agujero negro y me convert¨ª en un radical. Me aisl¨¦ de mi familia y de todo mi entorno. Me refugi¨¦ en la religi¨®n, en la mezquita y en los rezos¡±, recuerda este marroqu¨ª, de 27 a?os, residente en Madrid desde hace poco m¨¢s de dos a?os. Su familia lleg¨® a pensar que hab¨ªa ca¨ªdo en manos de alguna red terrorista. Pero la verdad era otra: simplemente era gay. Y no lo asum¨ªa.
"Estaba convencido de que todos ir¨ªan al infierno porque ve¨ªa que nadie practicaba bien el Islam", explica. ¡°Pero solo era un conflicto que ten¨ªa conmigo mismo. Rechazaba mi homosexualidad, sent¨ªa que estaba cometiendo un delito¡±, asegura desde una terraza de la Plaza de Chueca, en Madrid, engalanada estos d¨ªas por las? fiestas del Orgullo gay.
Fue en la mezquita a la que acud¨ªa a diario donde le convencieron de que deb¨ªa seguir unas estrictas reglas morales, que inclu¨ªan no ver la televisi¨®n ni salir con sus amigos a ciertos sitios de ocio. De la homosexualidad, ni se hablaba, salvo para condenarla. Karim pas¨® por varias etapas de rechazo y aceptaci¨®n de su orientaci¨®n sexual que estuvieron a punto de costarle la vida. ¡°En una de mis depresiones llegu¨¦ a pensar en el suicidio¡±, admite.
Fue en el final de esa etapa cuando conoci¨® a un chico muy religioso. A¨²n m¨¢s que ¨¦l. Y tambi¨¦n homosexual. ¡°Nunca faltaba a ning¨²n rezo en la mezquita, pero ten¨ªa graves problemas de conciencia por ser gay. Cada vez que ten¨ªamos una relaci¨®n, enseguida llegaba el arrepentimiento y sufr¨ªa crisis de ansiedad¡±, cuenta. Aquello, en cierto modo, le hizo abrir los ojos y darse cuenta del c¨ªrculo vicioso en el que se encontraba. "Me di cuenta de que no quer¨ªa ser as¨ª; quer¨ªa aceptar lo que era y vivir en paz conmigo mismo", asegura.
Finalmente, reneg¨® de la religi¨®n y encontr¨® un buen trabajo en banca que le proporcion¨® cierto nivel econ¨®mico. El suficiente como para, con 25 a?os, dejarlo todo y emigrar a Espa?a. Hoy, con su cambio de residencia, ha perdido calidad de vida pero ha ganado en tranquilidad y seguridad, pese a tener que lidiar con el racismo y la islamofobia, que en ocasiones encuentra tambi¨¦n dentro de la comunidad LGBT. Atr¨¢s quedan los descalificativos que le dirig¨ªa su padre y los abusos sexuales que sufri¨® a?os m¨¢s tarde en silencio, por miedo al rechazo de su familia, lo que le hicieron negarse a s¨ª mismo lo que sent¨ªa desde peque?o cuando, con cuatro o cinco a?os, ya supo que le gustaban los chicos.
La historia de Samir?
Los padres de Samir Bargachi se marcharon de Marruecos rumbo a Espa?a cuando ¨¦l solo ten¨ªa seis a?os. Este marroqu¨ª de nacimiento, nacionalizado espa?ol, homosexual y de cultura musulmana apenas vivi¨® en su pa¨ªs natal, pero mantuvo siempre el contacto con sus or¨ªgenes. En sus 29 a?os de vida ha viajado a menudo a su ciudad, Nador, y el c¨ªrculo social de sus padres en Espa?a siempre fueron otros marroqu¨ªes emigrados. ¡°A pesar de haberme criado aqu¨ª, mi educaci¨®n ha sido marroqu¨ª y muy conservadora. Por eso, cuando a los 13 ¨® 14 a?os descubr¨ª mi orientaci¨®n sexual, fue muy duro¡±, cuenta Bargachi. ¡°En la cultura musulmana no existe el concepto de individualidad; no puedes salirte de la norma. Adem¨¢s, Marruecos es muy conservador. Por eso, ser diferente es un sufrimiento muy grande¡±, cuenta sobre un pa¨ªs que todav¨ªa hoy castiga los actos homosexuales con penas de prisi¨®n de hasta tres a?os. ¡°La inseguridad que percibe una persona LGBT en ciertos pa¨ªses hace que muchos quieran emigrar; y Espa?a es uno de los mejores pa¨ªses del mundo para ser LGBT¡±, explica.
Cuando finalmente se acept¨® a s¨ª mismo, Bargachi contact¨® con otros homosexuales de cultura musulmana para crear un grupo de autoapoyo, la asociaci¨®n Kif Kif que ahora, desde sus sedes en Madrid y Getafe, ayuda a quienes piden asilo en Espa?a por ser perseguidos o discriminados por su orientaci¨®n sexual o identidad de g¨¦nero. ¡°Trabajamos, sobre todo, con asilados de pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana, pero ¨²ltimamente tambi¨¦n vienen de otros sitios como Venezuela u otras partes de Am¨¦rica latina¡±, asegura. El Ministerio del Interior no desglosa los datos de los refugiados por los motivos de petici¨®n de asilo, pero Bargachi afirma que en 2016 su asociaci¨®n asisti¨® a m¨¢s de 300 personas, a quienes asesor¨® con el proceso legal y ayud¨® a integrarse en el pa¨ªs.
La hu¨ªda desde Irak
Faysal Hamoud, de 22 a?os y nacido en Bagdad (Irak), escucha atento lo que sus amigos cuentan, aunque su historia es m¨¢s dura que la de otros musulmanes homosexuales. Lleg¨® hace nueve meses a Espa?a y cuenta su experiencia con una gran sonrisa en el espa?ol que ha aprendido desde que lleg¨® cuando, al poco de aterrizar en Madrid, donde ahora reside, corri¨® a hacerse un piercing en la nariz como signo de rebeld¨ªa.
A los cuatro a?os se march¨® junto a su padre a Alepo, Siria. Al fallecer este cuando Faysal ten¨ªa solo ocho a?os, qued¨® a cargo de su t¨ªa paterna, que le ech¨® de casa dos a?os m¨¢s tarde. ¡°El marido de mi t¨ªa era gay, pero no lo sab¨ªa nadie. Me propuso tener relaciones sexuales con ¨¦l y me sent¨ª muy violento porque por entonces yo no sab¨ªa nada de mi orientaci¨®n sexual¡±, explica. Cuando la situaci¨®n con el marido de su t¨ªa se volvi¨® insostenible, Hamoud decidi¨® cont¨¢rselo a ella. ¡°No me crey¨®; lo neg¨® todo, me peg¨® y me ech¨® de casa. Acab¨¦ en un orfanato¡±, cuenta. Con lo que no contaba era con que en el orfanato conocer¨ªa al primer amor de su vida, un chico del que fue pareja durante ocho a?os. ¡°Poco despu¨¦s del inicio de la guerra en Siria, cay¨® una bomba en el orfanato y murieron todos. Todos menos yo, porque estaba fuera de la ciudad¡±, cuenta Hamoud, mientras cambia el gesto al recordar a su novio fallecido.
Desde all¨ª se march¨® al L¨ªbano, donde contact¨® con?ACNUR. En dos meses, Espa?a aprob¨® su solicitud de asilo y puso rumbo a la ciudad que este a?o, 2017, es la capital mundial del orgullo LGBT. Los tres coinciden en que a pesar de las dificultades, emigrar fue lo mejor que pudieron hacer. ¡°No pensamos volver¡±, concluye Bargachi, que recuerda que ser LGBT no es igual en todo el mundo. Algunos pa¨ªses, como Espa?a, tienen leyes contra la discriminaci¨®n, avalan el matrimonio igualitario y persiguen los delitos de odio por motivos de sexo, raza o nacionalidad. Pero a la vez, la homosexualidad est¨¢ considerada un delito en 72 pa¨ªses, seg¨²n ILGA(Asociaci¨®n Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex) y otros ocho pa¨ªses, como Ir¨¢n, aplican la pena de muerte.
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