Venenos silenciosos
LA LECHUGA que usted se sirve a la mesa puede muy bien haber sido regada con amoxicilina o ibuprofeno, sobre todo si el suministrador irriga su huerta con aguas residuales; el pescado que consume puede contener metales pesados, particularmente si se trata de un pez grande, depredador; y el filete de carne quiz¨¢ proceda de un animal tratado con f¨¢rmacos o alimentado con piensos basura.
El qu¨ªmico estadounidense Thomas Midgley, inventor de los compuestos clorofluorocarbonos (CFC), falleci¨® en 1944 con la satisfacci¨®n de haber hecho un gran servicio a la humanidad. Los CFC, utilizados como refrigeradores en el aire acondicionado de los veh¨ªculos, la industria y las neveras dom¨¦sticas, estaban desempe?ando un papel importante en la conservaci¨®n de los alimentos y, por lo tanto, en la lucha contra el hambre en el mundo. A?os despu¨¦s, se evidenci¨® que los CFC eran los principales causantes de la destrucci¨®n de la capa de ozono.
El suizo Paul Hermann M¨¹ller, premio Nobel de Medicina en 1948 por su descubrimiento del compuesto organoclorado DDT (difenil tricloroetano), tuvo peor suerte. Muri¨® en 1965, tres a?os despu¨¦s de que el libro La primavera silenciosa, de la bi¨®loga marina Rachel Carson, pusiera de manifiesto que su popular insecticida, tan eficaz en la lucha contra la malaria y la fiebre amarilla, hab¨ªa contaminado hasta al ¨²ltimo habitante y rinc¨®n del planeta, adem¨¢s de extinguir a especies de fauna y flora. Pese a que fue prohibido en los a?os setenta, la humanidad y los animales al completo seguimos todav¨ªa portando cantidades residuales de ese compuesto. El DDT est¨¢ hoy presente en las placentas, los cordones umbilicales y la leche con que las madres actuales amamantan a los beb¨¦s. Adem¨¢s de DDT, nuestros ni?os presentan muchas otras sustancias de s¨ªntesis en orina y sangre.
¡°?Es posible hacer un uso sostenible de los productos qu¨ªmicos que mejoran nuestra calidad de vida y, al mismo tiempo, disfrutar de un planeta no contaminado? ?Podemos seguir vertiendo al medio ambiente todo aquello que nos sobra como si el planeta fuera un sumidero sin fin?¡±, se pregunta F¨¦lix Hern¨¢ndez, catedr¨¢tico de Qu¨ªmica Anal¨ªtica de la Universidad Jaume I de Castell¨®n. Son interrogantes que llevan tiempo revoloteando sobre la comunidad cient¨ªfica, pero es ahora cuando adquieren un tono de alarma. Las nuevas t¨¦cnicas de an¨¢lisis, capaces de detectar concentraciones de sustancias qu¨ªmicas que antes pasaban inadvertidas, han puesto al descubierto un universo contaminante nuevo, inherente a nuestro estilo de vida, que surge del uso intensivo de f¨¢rmacos y drogas, de detergentes, productos de limpieza, higiene y cosm¨¦tica, as¨ª como de aditivos de gasolina, del consumo de alimentos enlatados y envasados y de los innumerables compuestos pl¨¢sticos sintetizados por la industria qu¨ªmica. Es una toxicidad, por lo general, de poca intensidad, pero silenciosa, m¨²ltiple, permanente y global, que se propaga por el aire, los alimentos, la ropa o el agua.
El planeta viene a ser un circuito cerrado de tr¨¢fico acumulativo de sustancias sint¨¦ticas no biodegradables que transitan por las cadenas alimentarias. A falta de un consenso cient¨ªfico sobre las dosis de concentraci¨®n peligrosas para la salud humana y el medio ambiente, estos contaminantes, denominados emergentes, contin¨²an contando con el visto bueno administrativo, aunque cada vez est¨¢n m¨¢s sujetos a investigaci¨®n. Los cient¨ªficos punteros en el fen¨®meno advierten que nuestra exposici¨®n creciente y masiva a estos compuestos est¨¢ contribuyendo de manera significativa al aumento de los c¨¢nceres, la ca¨ªda de la fertilidad y el incremento de la diabetes, adem¨¢s de a la aparici¨®n de superbacterias resistentes a los antibi¨®ticos.
Pese a su prohibici¨®n en los a?os setenta, el DDT sigue presente hoy en las placentas, los cordones umbilicales y la leche materna.
¡°La situaci¨®n es muy seria. Estamos expuestos a sustancias capaces de alterar nuestro sistema hormonal y causarnos problemas de salud de efectos irreversibles. Las investigaciones est¨¢n haciendo temblar las bases de la toxicolog¨ªa reguladora, y aunque los lobbies industriales se est¨¢n movilizando con el mensaje de que no pasa nada, hay una brecha entre la ciencia cl¨ªnica y las reglamentaciones¡±, afirma Nicol¨¢s Olea, reputado especialista en los contaminantes emergentes que act¨²an como ¡°disruptores endocrinos¡±, compuestos qu¨ªmicos que interfieren en el sistema hormonal humano y animal y alteran nuestro crecimiento y reproducci¨®n. Miembro de los comit¨¦s de expertos de Dinamarca y Francia, es el cient¨ªfico m¨¢s veces citado por sus pares en esta materia (12.800). Y la Uni¨®n Europea acaba de encargarle un proyecto presupuestado en 75 millones de euros para que investigue la exposici¨®n comunitaria a estos contaminantes.
Los experimentos realizados con peces, moluscos y gaster¨®podos permiten a los investigadores atribuir a los disruptores endocrinos fen¨®menos de feminizaci¨®n, hermafroditismo y masculinizaci¨®n, malformaciones en reci¨¦n nacidos, el desarrollo de c¨¢nceres de dependencia hormonal ¡ªmama, pr¨®stata, ovarios¡ª, el aumento de la infertilidad y el crecimiento de tejido endometrial fuera del ¨²tero (endometriosis). Otro ejemplo: la p¨¦rdida de cantidad y calidad del semen es un hecho. Se sabe que el conteo esperm¨¢tico cay¨® casi al 50% durante el periodo 1940-1990.
¡°La salud de nuestro planeta y la nuestra propia est¨¢n amenazadas¡±, advierte Miren L¨®pez de Alda, especialista del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas) en diagn¨®stico ambiental y estudios del agua. ¡°Durante d¨¦cadas, hemos vertido al medio ambiente toneladas de sustancias biol¨®gicamente activas, sintetizadas para su uso en la agricultura, la industria, la medicina, etc¨¦tera. Como consecuencia de su uso intensivo, sobre todo, en granjas y piscifactor¨ªas, algunos antibi¨®ticos se han hecho ineficaces¡±.
Muchos f¨¢rmacos y pesticidas ¡ªambos se utilizan en cantidades similares¡ª persisten durante d¨¦cadas en el medio ambiente acu¨¢tico, a veces modificados y sujetos a transformaciones qu¨ªmicas incontroladas. ¡°Antiguamente se cre¨ªa que todo depend¨ªa de la dosis¡±, explica Miquel Porta, catedr¨¢tico de Salud P¨²blica en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona e investigador del IMIM (Instituto Hospital del Mar de Investigaciones M¨¦dicas). ¡°El veneno es la dosis¡¯, dej¨® escrito el alquimista y m¨¦dico Paracelso hace 500 a?os. Pero hoy sabemos que los contaminantes pueden ser tambi¨¦n da?inos a concentraciones bajas¡±.
¡°Una parte preocupante de los trastornos y enfermedades cr¨®nicas o degenerativas, como las cardiovasculares, ciertos c¨¢nceres, la infertilidad, la diabetes, el p¨¢rkinson o alzh¨¦imer, se debe a las mezclas de contaminantes qu¨ªmicos artificiales¡±, asegura Porta. ¡°Los llevamos en nuestro cuerpo porque estamos expuestos a ellos de forma continuada y muchos se nos acumulan. La principal v¨ªa de penetraci¨®n en el cuerpo son los alimentos y sus envases, el aire y el agua, la ropa que contiene sustancias plastificadas, los productos de limpieza de la casa y de higiene personal, cosm¨¦ticos, juguetes¡ Estos contaminantes perturban nuestra fisiolog¨ªa, incrementan las alteraciones gen¨¦ticas y epigen¨¦ticas: lesionan nuestro ADN y da?an nuestro sistema nervioso¡±.
De los 140. 000 productos que sintetiza la industria qu¨ªmica, solo se han analizado 1. 600 para ver si son t¨®xicos o cancer¨ªgenos.
En apoyo de esta tesis, el investigador barcelon¨¦s aduce un largo listado de estudios que demuestran la presencia de contaminantes en la sangre de las embarazadas, adolescentes y ni?os de distintas ciudades espa?olas. ¡°Hace 25 a?os pensaba que las conclusiones de Nicol¨¢s Olea eran algo alarmistas, pero ahora creo que se quedaba corto¡±, prosigue Porta. ¡°La situaci¨®n es mucho peor de lo que parec¨ªa. A los viejos contaminantes persistentes que entraron en la cadena alimentaria humana y animal d¨¦cadas atr¨¢s, antes de ser prohibidos, se est¨¢n uniendo los 140.000 productos sintetizados por la industria qu¨ªmica. Solo unos 1.600, el 1,1%, han sido analizados para determinar si son cancer¨ªgenos, t¨®xicos para la reproducci¨®n o disruptores endocrinos, as¨ª que nos quedan por analizar los 138.400 restantes¡±. Todos los a?os salen al mercado entre 500 y 1.000 nuevos productos. Solo el comercio mundial de autom¨®viles supera al de las sustancias qu¨ªmicas.
¡°No tenemos una imagen completa de todos los componentes industriales sintetizados en el mercado de la UE¡±, admite Hanna-Kaisa Torkkeli, portavoz de la Agencia Europea de Productos Qu¨ªmicos (ECHA), con sede en Helsinki. ¡°Nuestro reglamento comunitario REACH es pionero en exigir a las industrias que aporten datos que cumplan con los requisitos legales, pero la calidad de la informaci¨®n que nos suministran dificulta a menudo que podamos hacernos un juicio global sobre la peligrosidad del producto en cuesti¨®n. Las autoridades regulatorias analizan cientos de sustancias, al tiempo que insistimos a las empresas para que nos ofrezcan datos m¨¢s fiables¡±. De los 553 compuestos evaluados como potenciales disruptores endocrinos, 194 han sido incluidos en la categor¨ªa ¡°clara evidencia de perturbaci¨®n endocrina¡± y 125 en la de ¡°posibilidad de perturbaci¨®n endocrina¡±.
La ECHA tiene abierto un plazo que finaliza el 31 de mayo de 2018 para que las industrias registren las sustancias qu¨ªmicas que fabrican o importan en cantidad superior a una tonelada. ¡°M¨¢s de 11.000 empresas lo han hecho hasta ahora¡±, afirma Hanna-Kaisa Torkkeli. ¡°Nuestra base de datos re¨²ne informaci¨®n de m¨¢s de 120.000 productos qu¨ªmicos. De las 173 sustancias consideradas de gran peligrosidad potencial, 31 han sido incluidas en el listado de las que ¨²nicamente pueden ser comercializadas con una autorizaci¨®n espec¨ªfica. El control efectivo es mucho mayor que hace 10 a?os¡±.
¡°Nosotros aplicamos el reglamento REACH y somos un sector superregulado¡±, manifiesta Mar¨ªa Eugenia Anta, directora de Tutela de Producto de la patronal qu¨ªmica Feique. ¡°Aunque no podemos evitar que la gente se tire a un r¨ªo contaminado. Este es un tema complejo. Hay miles de sustancias, incluidos el caf¨¦ y la soja, que pueden interactuar en el terreno endocrino. Nosotros hacemos nuestros propios estudios y r¨¦plicas de las investigaciones y creemos que un producto puede tener efectos sobre los animales, pero no sobre las personas¡±.
La industria qu¨ªmica espa?ola viene de experimentar una d¨¦cada prodigiosa con un aumento espec?tacular de las exportaciones y unos ingresos superiores a los 60.000 millones de euros anuales. Da empleo a 191.000 personas y supone el 12,4% del PIB. ¡°Innovando para un futuro sostenible. La qu¨ªmica como soluci¨®n inteligente para el futuro de las personas¡±, es el lema que preside la asociaci¨®n patronal.
¡°El poder de producci¨®n e innovaci¨®n de la industria qu¨ªmica farmac¨¦utica y alimentaria es muy superior a la capacidad de control de las Administraciones¡±, declara Jes¨²s Ibarluzea, bi¨®logo de la sanidad vasca. ¡°Ahora sabemos que no todo lo que viene con el marchamo de progreso es para bien. Antes, consider¨¢bamos que el tejido adiposo era neutro, pero ahora vemos que muchas sustancias se acumulan en ¨¦l, son obesog¨¦nicas. Tambi¨¦n comprobamos que los ni?os m¨¢s expuestos a los compuestos organoclorados (plaguicidas y PCB) tienen menor desarrollo f¨ªsico y neurol¨®gico; que hay compuestos organobromados en pl¨¢sticos y espumas; que los bisfenoles est¨¢n presentes en la capa interior blanca de las latas de conservas y en diversas resinas; y que el tefl¨®n, el compuesto perfluorado que forma la capa antiadherente de las sartenes, termina en nuestro est¨®mago. A este largo listado hay que a?adir otro mont¨®n de sustancias que se encuentran en los productos de limpieza, cosm¨¦tica o protecci¨®n solar, algunos con propiedades de disruptores endocrinos, pero, en general, poco conocidos en sus efectos sobre la salud¡±.
Los ni?os de Valencia tienen m¨¢s mercurio porque consumen m¨¢s pescado. Cada regi¨®n, cada pa¨ªs, tiene su huella t¨®xica.
¡°Sabemos que los micropl¨¢sticos utilizados en la fabricaci¨®n de bolsas, contenedores de bebida y comida, envoltorios y juguetes pueden durar hasta 100 a?os en el mar, ser ingeridos por peces mesopel¨¢gicos (que navegan entre la superficie y los 200 metros de profundidad) y pasar a formar parte de nuestra cadena alimentaria. Es lo que yo llamo la ¡°contaminaci¨®n interior¡±, abunda Miquel Porta. Al igual que la OMS (Organizaci¨®n Mundial de la Salud), las agencias europeas reconocen que, efectivamente, algunas de las sustancias sintetizadas pueden causar infertilidad, diabetes y c¨¢ncer. Admiten igualmente que el cuerpo humano no es capaz de metabolizar compuestos pl¨¢sticos y otras sustancias utilizadas por la industria.
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Gil, investigador especializado en ciencias ambientales y miembro de la Sociedad de Toxicolog¨ªa y Qu¨ªmica Ambiental (SETAC), relativiza el peligro de los componentes sint¨¦ticos y pone en valor los beneficios en la pelea contra el c¨¢ncer que proporciona haber reducido el uso de estufas y chimeneas. Juzga irrelevante que las sustancias contaminantes sean sint¨¦ticas o de origen natural y defiende que el cuerpo humano puede metabolizar o almacenar ambas igual e indistintamente. ¡°La funci¨®n principal del h¨ªgado es deshacerse de esos compuestos¡±, apunta. A la espera de nuevas pruebas, se inclina por atribuir a los cambios en el estilo de vida las tasas de incidencia de enfermedades que detectan los estudios epidemiol¨®gicos. Admite, eso s¨ª, como ¡°¨¢reas de incertidumbre¡± y fuentes de ¡°alarma¡±, la exposici¨®n a los antibi¨®ticos, a los disruptores endocrinos y a las mezclas de sustancias, pero indica: ¡°Hasta hoy no tenemos la certeza al 100% de que exista un problema generalizado y, de haberlo, cu¨¢les ser¨ªan los compuestos responsables¡±.
La suya es una posici¨®n discutida. ¡°El hombre ha estado siempre expuesto a mezclas complejas de compuestos qu¨ªmicos, pero el n¨²mero y variedad de ellos, en su mayor¨ªa sint¨¦ticos, han aumentado de forma exponencial en las ¨²ltimas d¨¦cadas y en un periodo de tiempo corto que hace dif¨ªcil que la naturaleza pueda adaptarse¡±, subraya Miren L¨®pez de Alda. ¡°No es cierto que los actuales niveles sangu¨ªneos de t¨®xicos hayan existido siempre¡±, asevera Miquel Porta. ¡°Comparar la toxicidad actual con la que generaban el carb¨®n de cocina, etc¨¦tera, es un desprop¨®sito semejante al de equiparar la contaminaci¨®n de nuestros d¨ªas con la producida por las erupciones volc¨¢nicas y los grandes incendios de la antig¨¹edad. Lo que tenemos ahora en el cuerpo es miles de veces superior¡±.
Un obst¨¢culo mayor a la hora de asentar la certidumbre cient¨ªfica en los foros de la industria, las Administraciones y la pol¨ªtica es la dificultad de establecer con exactitud qu¨¦ cantidades de las sustancias disruptivas representan un peligro objetivo para el ser humano. Se sabe que en los momentos cr¨ªticos de la gestaci¨®n y la primera infancia una peque?a dosis puede ser muy da?ina. ¡°El beb¨¦ que mama leche contaminada no va a caer fulminado en el acto, desde luego, pero puede tener un problema de fertilidad d¨¦cadas m¨¢s tarde¡±, apunta Nicol¨¢s Olea. Si asociar causa (contaminaci¨®n) y efecto (enfermedad) en el plano individual resulta dif¨ªcil, lo es mucho m¨¢s evaluar con precisi¨®n las consecuencias de la exposici¨®n m¨²ltiple ambiental, el denominado ¡°efecto c¨®ctel¡±. ¡°Somos m¨¢s complejos que los peces y a nosotros enfermar nos lleva su tiempo, pero la exposici¨®n continuada a bajas dosis y sus efectos est¨¢n ah¨ª¡±, subraya Olea.
Adem¨¢s de DDT, el cient¨ªfico de Granada ha encontrado otro disruptor endocrino, el tetrabromo bisfenol A (un eficaz retardador de la llama utilizado en el textil que evita que los objetos ardan), en la totalidad de las placentas y la sangre de beb¨¦ analizadas. ¡°El c¨¢ncer de mama en Granada aumenta anualmente el 2,8% y ese incremento no es solo atribuible al hecho de que las mujeres tienen ahora hijos m¨¢s tarde ¡ªdar de mamar previene contra ese c¨¢ncer¡ª, sino tambi¨¦n a la contaminaci¨®n ambiental¡±, asegura. ¡°Es esa contaminaci¨®n, que en algunas personas supera el centenar de compuestos qu¨ªmicos en sangre, la que explica que los ni?os espa?oles meen pl¨¢sticos, cosm¨¦ticos, metales pesados¡ Los de Valencia tienen m¨¢s mercurio de la cuenta, y es porque consumen m¨¢s pescado. Cada regi¨®n, cada pa¨ªs, tiene su propia huella t¨®xica, pero el fen¨®meno es general. Cabe muy poco consuelo cuando te dicen que los ni?os alemanes tienen incluso valores superiores a los nuestros¡±.
La constataci¨®n de que las madres transfieren parte de su contaminaci¨®n a los beb¨¦s que amamantan ha llevado incluso a cuestionar la conveniencia de la lactancia, aunque los especialistas se pronuncian a favor de mantenerla por los grandes beneficios de la leche materna. ¡°Todos los esfuerzos de la industria y de las Administraciones van encaminados al diagn¨®stico y al tratamiento individualizado, cuando lo que tenemos es un problema ambiental que deber¨ªamos encauzar por la v¨ªa de la prevenci¨®n¡±, asevera Olea. ¡°Es absurdo combatir la infertilidad derivada de la t¨¦cnica con m¨¢s t¨¦cnica y multiplicando las cl¨ªnicas de fertilizaci¨®n privadas. Alguien deber¨ªa ver esto con perspectiva¡±.
LOS EXPERTOS PIDEN QUE SE INSTALEN FILTROS EN LAS DEPURADORAS PARA IMPEDIR QUE LOS NUEVOS T?XICOS SINT?TICOS PASEN AL CICLO DEL AGUA.
?Qu¨¦ hacer? Dar marcha atr¨¢s en los h¨¢bitos de consumo parece una quimera. ?Acaso podemos prescindir de los plastificantes y del resto de policarbonatos que se nos han hecho indispensables y sustentan parte de la econom¨ªa? ?Habr¨ªa que prohibir la p¨ªldora anticonceptiva y el tratamiento contra la menopausia, dos de los estr¨®genos sint¨¦ticos que m¨¢s disforia de g¨¦nero producen? La retirada del mercado del Vioxx, el antiinflamatorio cardiot¨®xico, solo se produjo en septiembre de 2004 despu¨¦s de largos meses de debate y cuando el n¨²mero de sus v¨ªctimas se contaban por miles. Hubo que esperar a junio de 2011 para que la UE prohibiera los biberones de plasma de policarbonato de toda la vida. A prop¨®sito de las actuaciones de la multinacional Monsanto, acusada de ama?ar mediante sobornos informes falsamente cient¨ªficos favorables a sus intereses, la Corte Penal Internacional ha propuesto incorporar el delito de ecocidio para quienes ¡°causen da?os sustanciales y duraderos a la diversidad biol¨®gica y a los ecosistemas y afecten a la vida y salud de las poblaciones humanas¡±.
Parece obligado que determinados f¨¢rmacos ¡ªel amidotrizoato y el iopamidol (utilizados como medio de contraste en rayos X), la carbamazepina (de uso en el tratamiento de la epilepsia), el diclofenaco (analg¨¦sico) y el clotrimazol (antimic¨®tico)¡ª pasen a ser considerados sustancias prioritarias peligrosas por su ecotoxicidad en el medio ambiente. Pero, m¨¢s all¨¢ de las prohibiciones puntuales, lo que se propone son medidas preventivas. La m¨¢s reclamada por los especialistas medioambientales, aunque costosa, es la instalaci¨®n de filtros de tratamiento modernos en las estaciones depuradoras de aguas residuales para impedir que los nuevos t¨®xicos sint¨¦ticos pasen al ciclo del agua.
¡°No es cierto que no pueda hacerse nada¡±, opina Miquel Porta. ¡°Se puede mejorar la eficacia de las agencias de salud p¨²blicas; apoyar a los agricultores, ganaderos y empresarios para que hagan mejor su trabajo; se puede mentalizar a la poblaci¨®n para que no caliente en el microondas alimentos dentro de tuppers o envases de pl¨¢stico y para que recicle mejor y no vierta f¨¢rmacos ni productos t¨®xicos por los desag¨¹es¡±. Si, como sostienen los cient¨ªficos, los detergentes, f¨¢rmacos y cosm¨¦ticos participan activamente en la contaminaci¨®n general, har¨ªamos bien en autolimitarnos en su uso. Hoy por hoy, vivimos instalados en la paradoja de que cuanto m¨¢s cuidados e higiene personal nos aplicamos y m¨¢s y m¨¢s limpiamos nuestros hogares, m¨¢s contribuimos a propagar las sustancias t¨®xicas.
Como con el cambio clim¨¢tico, encarrilar el problema requerir¨¢ consenso pol¨ªtico, grandes acuerdos y una nueva conciencia ciudadana. Nicol¨¢s Olea no oculta su impaciencia: ¡°A menudo me pregunto si quienes nos patrocinan y subvencionan, incluso generosamente, se leen las conclusiones de nuestros trabajos. Me gustar¨ªa que los esc¨¦pticos se imaginaran por un momento que tenemos raz¨®n y que todo esto que decimos se manifiesta claramente dentro de 40 a?os, cuando haya que entonar a coro: ?La hemos hecho buena, la hemos fastidiado bien!¡±.
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