Nadie cree en la versi¨®n oficial en Argentina

Los argentinos tienen una historia demasiado complicada a sus espaldas como para creer en casualidades. Desde la muerte del fiscal Nisman en enero de 2015, horas antes de acudir al Parlamento para explicar su denuncia contra Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, se han especializado en que eso que los italianos, grandes inspiradores del pa¨ªs austral, llaman la dietrologia: ciencia de lo que est¨¢ detr¨¢s de las cosas, las conspiraciones que mueven el mundo.

Pocos pa¨ªses hablan tanto de sus servicios secretos como los argentinos. Su esp¨ªa m¨¢s conocido, Antonio Stiuso, incluso entra en directo en televisi¨®n, da entrevistas y est¨¢ detr¨¢s de muchas informaciones period¨ªsticas. Por eso, cuando la semana pasada muri¨® en pleno centro de Buenos Aires Aldo Ducler, un hombre clave de las finanzas de los Kirchner, nadie se crey¨® la versi¨®n oficial: un infarto. Dos d¨ªas antes, Ducler hab¨ªa ofrecido al Gobierno informaci¨®n sobre los Kirchner a cambio de dinero. Su hijo apunt¨® a un asesinato, dijo que los Kirchner eran ¡°los jefes de una banda¡± y asegur¨® que su padre ten¨ªa todos los papeles que lo demostraban. Pol¨ªticos de alto nivel, incluso la vicepresidenta, Gabriela Michetti, pidieron una investigaci¨®n urgente. Finalmente, apareci¨® un v¨ªdeo de una c¨¢mara de seguridad en el que se ve¨ªa a Ducler desplom¨¢ndose solo en plena calle, con claros s¨ªntomas de infarto. Pero pocos se quedaron tranquilos. Unos d¨ªas despu¨¦s, el fiscal Federico Delgado, que investiga el caso Odebrecht y apunta hacia los Gobiernos kirchneristas, fue atropellado con su bicicleta en pleno centro. Sufri¨® un corte en la cabeza sin consecuencias graves, pero de nuevo casi nadie crey¨® la versi¨®n oficial.

El lunes lleg¨® el remate. Un escolta de L¨¢zaro B¨¢ez, el empresario m¨¢s cercano a los Kirchner, encarcelado por presunta corrupci¨®n, cay¨® de un segundo piso del hospital donde estaba ingresado su escoltado. Se fractur¨® el cr¨¢neo y un brazo, pero se salv¨®. La versi¨®n oficial: una verja mal fijada. De nuevo, las sospechas se dispararon. Tratar de aportar pruebas fehacientes de que fue un accidente es in¨²til en el pa¨ªs de la eterna sospecha.