Orgullo

A veces asoma en La 2 de Televisi¨®n Espa?ola un peque?o pero muy apreciable testimonio de que esa televisi¨®n fue un d¨ªa de hace no demasiados a?os un medio p¨²blico, preocupado por la formaci¨®n de la gente y la reivindicaci¨®n de la cultura espa?ola.

Hace unos d¨ªas, La 2 program¨® una pel¨ªcula asombrosa: Orgullo, dirigida por Manuel Mur Oti. Y esa cinta demostraba c¨®mo en este pa¨ªs siempre hubo algo de talento que pod¨ªa llegar a sobrevivir incluso en el franquismo, en 1955, cuando el dictador viv¨ªa con todo su esplendor miserable reinando en un pa¨ªs hambriento y sucio.

No hay que olvidar el a?o, porque sirve para dar una idea de c¨®mo debi¨® de ser la pelea para que un equipo, del que formaban parte Juan Marin¨¦, Jaime Garc¨ªa Herranz, Salvador Ruiz de Luna, la impresionante belleza inteligente de Marisa Prado y un mont¨®n de actores secundarios, fuera capaz de producir lo que a m¨ª me parece una obra maestra de nuestro cine.

All¨ª est¨¢ John Ford, escondido apenas entre yuntas de bueyes y reba?os de ovejas, que recordaban a los caballos salvajes de sus pel¨ªculas, pero todo contado con la misma capacidad de su contempor¨¢neo, con una fotograf¨ªa formidable y un montaje ¨¢gil.

La presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, tuvo el pasado mi¨¦rcoles el acierto de recordar a algunos congresistas que no iba a permitir que el hemiciclo se convirtiera en una taberna o en un circo. Y creo que viene muy a cuento lo de la pel¨ªcula para pensar que nuestra C¨¢mara de representantes puede ser mucho mejor. Pero eso depende de los partidos pol¨ªticos. Y no me refiero a algunos ejemplos de tono bronco, que tiene que haberlos.

Me refiero a la intolerable utilizaci¨®n de recursos machistas tabernarios, como el triste comentario de Rafael Hernando, portavoz del PP, sobre Irene Montero. En otra C¨¢mara, la de Madrid, el consejero de Presidencia se permiti¨® el lujo de hacer una bromita sobre la mayor¨ªa de edad de Lorena Ruiz-Huerta, diputada auton¨®mica de Podemos.

Lo que puede hacer que nuestros santuarios de la pol¨ªtica se conviertan en tabernas grasientas es que haya diputados que usen el machismo o el racismo como una herramienta que les parezca graciosa, a falta de mejores argumentos de la inteligencia.

Que nuestros parlamentarios se hablen unos a otros con franqueza excesiva tiene que ser tolerado muchas veces porque da idea de que un debate est¨¢ caliente. Pero el recurso a ideas machistas o racistas de lo que da idea es de que falta orgullo. O talento.