La mujer que busca alien¨ªgenas bajo tus pies
Penelope Boston ha visitado algunas de las cuevas m¨¢s espectaculares del planeta en busca de vida
Penelope Boston lleva 25 a?os visitando algunas de las cuevas m¨¢s espectaculares de la Tierra. A veces se tiene que embutir en un mono forrado de hielo y cargarse una mochila con un ventilador que escupe aire helado. Es la ¨²nica forma de resistir ¡ªdurante solo media hora¡ª los 60 grados de la cueva de los cristales de Naica, en M¨¦xico. Explorar estos abismos ¡°es lo m¨¢s parecido a visitar otro planeta¡±, explica la microbi¨®loga, que dirige el Instituto de Astrobiolog¨ªa de la NASA. En los espectaculares prismas gigantes, formados hace unos 50.000 a?os, hay cavidades con l¨ªquido de la que se han rescatado restos de microbios que, cultivados en el laboratorio, han vuelto a la vida. Son un ejemplo de lo que los cient¨ªficos llaman extrem¨®filos, microorganismos capaces de habitar los lugares m¨¢s hostiles del planeta. Viven sin agua ni luz, comiendo rocas e incluso compuestos t¨®xicos, en abismos donde la falta de ox¨ªgeno y los gases aniquiliar¨ªan a cualquier persona en minutos. Si hay vida en otros planetas lo m¨¢s probable es que tambi¨¦n se esconda en cuevas y se parezca mucho a estas criaturas que Boston estudia con asombro.
Boston es hija de un actor y una bailarina europeos que emigraron a EE UU tras la II Guerra Mundial. Cuando comenz¨® a trabajar en este campo, a principios de los 90, casi nadie pensaba que habr¨ªa vida en el subsuelo. Los primeros proyectos de investigaci¨®n financiados por agencias de EE UU ¡°ten¨ªan como objetivo estudiar si se pod¨ªan introducir microbios bajo tierra para limpiar la contaminaci¨®n radiactiva dejada por las pruebas de bombas nucleares, pero cuando comenzaron a estudiarlo vieron que los microbios ya estaban all¨ª¡±, recuerda Boston.
La investigadora se ha centrado en el estudio de unas pocas decenas de cuevas especialmente interesantes por sus microbios, como la de Lechuguilla, una de las cuevas m¨¢s largas del mundo, o la de Snowy River, con un?r¨ªo petrificado de calcita de 18 kil¨®metros de largo, ambas en Nuevo M¨¦xico. En la de Villa Luz, en el estado mexicano de Tabasco, todo su equipo estuvo a punto de morir asfixiado por los gases de azufre. "En el aire hay un 21% de ox¨ªgeno y aquella vez el medidor baj¨® a 9%. Yo gritaba pero nadie me o¨ªa con la mascarilla. Despu¨¦s de aquello empezamos a llevar siempre bombonas de ox¨ªgeno con nosotros", recuerda. ¡°Lo que he descubierto durante mi carrera es lo diferente que son las formas de vida de una cueva a otra. Esa diversidad la controla la geoqu¨ªmica. Es como si cada cueva fuera un planeta diferente¡±, detalla la investigadora, que ha visitado Madrid para participar en unas conferencias organizadas por la Fundaci¨®n Ram¨®n Areces sobre los extrem¨®filos de R¨ªo Tinto (Huelva) uno de los lugares de la Tierra m¨¢s parecidos a Marte.
Si hay vida en otros planetas lo m¨¢s probable es que tambi¨¦n se esconda en cuevas y se parezca mucho a estas criaturas que Boston estudia con asombro
Boston estudia las formaciones minerales que dejan muchos de estos microbios al alimentarse y que, en otros planetas, podr¨ªan delatar la presencia de vida. Pero llegar a las cuevas o grietas de Marte, Europa o Enc¨¦lado con un veh¨ªculo de exploraci¨®n es un reto que est¨¢ a¨²n muy lejos de la capacidad tecnol¨®gica de la NASA o cualquier otra agencia espacial, reconoce. ¡°Mi opini¨®n es que los primeros signos de vida m¨¢s all¨¢ de la Tierra no los vamos a encontrar en el Sistema Solar, sino en la atm¨®sfera de exoplanetas. Hay miles de posibilidades y pronto vamos a lanzar el telescopio James Webb el pr¨®ximo a?o, lo que abrir¨¢ todo un nuevo rango de sensibilidad¡±, asegura.
La investigadora no duda que Marte ser¨¢ colonizado alg¨²n d¨ªa, aunque no tan pronto como dice Elon Musk. Las cuevas ser¨¢n fundamentales tambi¨¦n cuando esto suceda, pues ofrecen un h¨¢bitat perfecto. Boston ha colaborado estudios para la NASA sobre c¨®mo usar materiales hinchables para recubrir el interior de una gruta y hacerlo habitable, una opci¨®n mucho m¨¢s barata y eficiente que construir una colonia en el exterior, asegura. La sonda MRO ha desvelado que en el planeta rojo hay m¨¢s de 2.000 cavidades que podr¨ªan usarse de esta forma. Nacida en la d¨¦cada de los 50, Boston conf¨ªa en que vivir¨¢ lo suficiente como para ver llegar a la humanidad al planeta rojo en la d¨¦cada de 2030. ¡°Me ha pasado toda la vida trabajando en esto, me merezco verlo antes de palmarla¡±, bromea.
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