Vuelva usted ma?ana
NOS LLAM? la atenci¨®n que perteneciendo esta imagen a un lugar real, nos resultara tan imaginario. De hecho, las formas de los ¨¢rboles evocaban a las vegetaciones del aduanero Rousseau. Formas ingenuas, queremos decir, levemente antropom¨®rficas. F¨ªjense en esas ramas que ofrecen un espect¨¢culo de expresi¨®n corporal. Los ¨¢rboles, en fin, discuten acaloradamente sobre un asunto que no nos llega, hasta que el m¨¢s grande, el situado a la derecha del lector, y que dispone de una bocaza impresionante, grita:
¡ª?Hablo yo o pasa un carro?
Y en efecto, pasa un carro. Un carro que, procediendo tambi¨¦n de la realidad, tiene mucho de imaginario, con un burro tan peque?o y un hombre tan diminuto entre todos esos troncos gigantescos a punto de salir andando de pura indignaci¨®n. Dig¨¢moslo ya. Son baobabs, ?recuerdan?, aquellos ¨¢rboles descomunales que aparecen en el cap¨ªtulo cinco de El Principito, el libro de Saint-Exup¨¦ry. Han devenido m¨ªticos por eso. Queremos pensar que, antes de que el franc¨¦s los hiciera famosos, eran ¨¢rboles normales, si hay ¨¢rboles normales, tanto de forma como de fondo. Y de comportamiento, claro. Pero como la realidad imita al arte, ah¨ª los tienen, componiendo un cuadro que, m¨¢s que una fotograf¨ªa, parece una ilustraci¨®n para uno de esos libros infantiles que leen los mayores. El bosque se encuentra en Senegal y ha sido retratado durante la estaci¨®n seca, de otro modo tendr¨ªan mucho m¨¢s follaje. Quiz¨¢ sus aspavientos tienen que ver con la irritaci¨®n que les produce la falta de lluvia. ?Vuelva usted cuando tengamos hojas!, le gritan al fot¨®grafo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.