Dos falacias sobre la gestaci¨®n por sustituci¨®n
La gestaci¨®n por sustituci¨®n no se puede abordar como un debate en el que se proh¨ªba o se acepte en cualquier circunstancia
Agradezco a Octavio Salazar que se haya interesado por mi art¨ªculo en?EL PA?S sobre gestaci¨®n por sustituci¨®n; le quedo muy reconocido por haber utilizado un estilo inequ¨ªvocamente cr¨ªtico pero correcto; y comparto con ¨¦l el inter¨¦s por conectar la discusi¨®n sobre cuestiones ¨¦ticas, pol¨ªticas y jur¨ªdicas (de filosof¨ªa pr¨¢ctica) con el cine y la literatura. No puedo, sin embargo, estar de acuerdo con ninguno de los ¡°argumentos¡± que utiliza en su art¨ªculo, por la simple raz¨®n de que no he sido capaz de encontrar en su texto nada que pueda identificarse como un argumento en contra de alguna de mis (tres) tesis. Lo cual me lleva a hacerme una reflexi¨®n un tanto sombr¨ªa: ?C¨®mo es posible que Octavio Salazar haya podido creer que lo que ¨¦l hab¨ªa escrito afectaba de alguna manera a lo que yo hab¨ªa sostenido? ?Quiz¨¢s por la falta de cultura argumentativa que caracteriza a las discusiones en el foro p¨²blico en un pa¨ªs como el nuestro?
Me parece que no es muy dif¨ªcil mostrar por qu¨¦ los supuestos argumentos de Salazar no son en realidad argumentos; son, yo creo, simples falacias, algunas de ellas, la verdad, bastante gruesas. Hace a?os escrib¨ª un libro que titul¨¦ ¡°La guerra de las falacias¡± y dedicado precisamente a ese menester: identificar y combatir los malos argumentos que parecen buenos y que tan frecuentes son en las discusiones referidas a cuestiones pr¨¢cticas. Yo me voy a ocupar aqu¨ª solamente de dos de esas falacias, porque me parecen particularmente da?inas y que contribuyen, en consecuencia, a dificultar enormemente la discusi¨®n racional.
Salazar llega a la conclusi¨®n de que como los hombres no pueden gestar un ser humano, no deber¨ªan opinar sobre la gestaci¨®n por sustituci¨®n
La primera de ellas se contiene en el fragmento de su art¨ªculo en el que a partir del dato, sin duda incontestable, de que los varones no pueden gestar un ser humano, llega a la conclusi¨®n (argumento de autoridad mediante) de que no deber¨ªan opinar sobre la gestaci¨®n por sustituci¨®n: ¡°siguiendo los consejos de Rebecca Solnit, los hombres deber¨ªamos callar y dar la voz a las mujeres que son las ¨²nicas que pueden vivirlo¡±. ?Pero se ha parado Salazar a pensar en las consecuencias a que nos llevar¨ªa seguir semejante sugerencia? Por ejemplo, en mi caso, dada mi condici¨®n de var¨®n de raza blanca y heterosexual, ?querr¨ªa decir eso que no puedo sostener con fundamento un argumento en favor del deber moral (y la necesidad de traducirlo en deber jur¨ªdico) de no discriminar a nadie por razones de sexo, de raza o de orientaci¨®n sexual? Y en el caso de Salazar, ?acaso no est¨¢ incurriendo en contradicci¨®n cuando escribe un art¨ªculo sobre una cuesti¨®n (la gestaci¨®n por sustituci¨®n) en relaci¨®n con la cual ¨¦l mismo nos est¨¢ diciendo que deber¨ªa callarse? Contradicci¨®n que, me parece, se agrava en su caso dado que, seg¨²n tengo entendido, buena parte de su producci¨®n intelectual est¨¢ dedicada al tema del feminismo.
La segunda es una falacia que recorre de alguna manera todo el art¨ªculo de Salazar. Consiste en simplificar un tema complejo y convertir en una cuesti¨®n, digamos, bivalente (de s¨ª o no) un problema cuya soluci¨®n exigir¨ªa tomar en consideraci¨®n muchas distinciones, o sea, construir una cierta tipolog¨ªa de situaciones posibles y tratar de ver c¨®mo solucionar cada una de ellas. Quiero decir, el problema de la gestaci¨®n por sustituci¨®n no puede abordarse como un debate en el que se trata simplemente de optar entre prohibir sin m¨¢s esa pr¨¢ctica (es lo que ha hecho el Comit¨¦ de Bio¨¦tica y lo que defiende Salazar y diversos grupos feministas) o bien aceptar que debiera estar permitida en cualquier circunstancia (que, al parecer, es la posici¨®n que, gratuitamente, Salazar me atribuye). Pero lo que yo sostuve en aquel art¨ªculo no era, naturalmente, eso. Sostuve (en realidad, desde hace mucho tiempo) que la gestaci¨®n por sustituci¨®n deber¨ªa regularse cuidadosamente, o sea, tomar en consideraci¨®n los diversos intereses y valores que ah¨ª concurren (fundamentalmente, el deseo de algunos de ser padres y la no explotaci¨®n de la mujer gestante) hasta llegar a un equilibrio razonable que permita establecer los casos (las circunstancias) en los que el Derecho deber¨ªa permitir esa pr¨¢ctica (cuando hay garant¨ªas de que la mujer gestante no va a ser explotada) y los casos en los que deber¨ªa prohibirla. Pero ese es un tipo de discusi¨®n que art¨ªculos como el de Salazar se esfuerzan por (y contribuyen a) hacer imposible.
Manuel Atienza es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho.
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