Stop al silencio
Una de cada tres mujeres sufre abusos en todo el mundo, pero solo el 20% lo denuncia
Abro los peri¨®dicos. Es un d¨ªa cualquiera. Y me topo con un violador desde hace 40 a?os, con 40 v¨ªctimas, dos de ellas asesinadas. Un depredador y, como tal, reincidente. Actuaba en ascensores, antes. Hoy, cuando leo, el del ascensor ha mutado en el violador de La Paz, porque el tratamiento psicol¨®gico recibido en prisi¨®n le aburgues¨® los gustos. Ahora maniataba y paseaba a las v¨ªctimas a lo largo de m¨¢s de cien kil¨®metros, hasta llegar a una vivienda. La noticia me repele y paso p¨¢gina.
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Leo: anulado el juicio por violaci¨®n a Bill Cosby; el jurado se ha bloqueado. El ic¨®nico Padre de Am¨¦rica, ¡ª?madre m¨ªa los violadores se camuflan como serpientes!¡ª lleva 50 a?os de abusos, a m¨¢s de 60 mujeres a las que, ha reconocido, narcotiz¨®. Queda libre porque Andrea, la denunciante, no fue suficientemente convincente. Deber¨ªan recomendarnos a las mujeres, desde ni?as, arrancar pelo al violador para llevarnos su ADN, si no nos empastillan o maniatan. Tampoco me recreo en la noticia y paso p¨¢gina.
Ha muerto Helmut Kohl, impulsor de Europa y de la reunificaci¨®n de Alemania. Su obituario recuerda que su mujer fue violada por soldados sovi¨¦ticos y sufri¨® una ¡°extra?a alergia a la luz¡± que acab¨® en suicidio. No deduzco una causa-efecto, pero s¨ª me atrevo a imaginar que una parte de la vida de Hannelore se apag¨® para siempre tras la barbarie m¨²ltiple. En aquellos tiempos, ultrajes como ese eran una monumental deshonra social, que dificultaban que una v¨ªctima pudiera sostener su propia mirada ante el espejo.
En todas las violaciones, haya juicio o no, el subsiguiente castigo son las preguntas: ?Se defendi¨®? ?C¨®mo? ?Cont¨® bien los que eran? ?Ten¨ªan el aliento limpio o estaban borrachos? ?Se resisti¨® o se abandon¨®? Desde ese corredor de la muerte moral en que las bestias dejan a sus v¨ªctimas, las preguntas sociales tambi¨¦n las martillean a ellas. Aunque lo peor es el colof¨®n con el que termina cualquier interrogatorio: ¡°pobrecita¡±. No es de extra?ar que muchas acaben encogidas. Una gigantesca bolsa de v¨ªctimas de abusos que, si no son asesinadas, no computa en las estad¨ªsticas.
Existe una gigantesca bolsa de v¨ªctimas de abusos que, si no son asesinadas, no computa en las estad¨ªsticas
Soy consciente de que muchos de los que me est¨¢n leyendo pensar¨¢n que exagero. Y no. Solo con ser v¨ªctima colateral o sentirte como tal, ayuda a leer de otra manera. Escuchando a las peque?as violadas y embarazadas a los 11 a?os, o a la ni?a de 13 que me quiso regalar a su beb¨¦ cuando en marzo estuve en Colombia con la Fundaci¨®n Juanfe, que ayuda a las ni?as salir de ese pozo que parece sin fondo.
Solo mirando desde el alma de las v¨ªctimas dejaremos de recrearnos en el cuchillo del violador del ascensor, en el estilete del psic¨®pata que le precedi¨® y en los ardides del pederasta de Ciudad Lineal. Solo haciendo buena la causa Stop The Silence animaremos a reclamar la atenci¨®n para las mujeres asesinadas y tambi¨¦n para las que han sufrido abusos. Sobre ellas, las Administraciones a¨²n no han posado sus ojos. ?Qui¨¦n no conoce a una v¨ªctima de esa violencia, hija, amiga de hija, hija de amiga, sobrina, compa?era de colegio¡? Una de cada tres mujeres ha sufrido abusos, seg¨²n Naciones Unidas, pero solo el 20% lo denuncia. Invito a parar el silencio, proyectar las noticias de otra manera, leerlas de otro modo, y pensar c¨®mo lo viven las v¨ªctimas los detalles morbosos. Probablemente con ¡°alergia a la luz¡±. Podr¨ªamos decir que, como las embarazadas miran las barrigas de las otras, pero en su caso con mucho sufrimiento, la vida fr¨¢gil y las emociones rebosadas. Ajenas a la doctrina Parot, las reformas de leyes o las prisiones revisables.
Cuarenta, cincuenta a?os de reincidencias. Con informes psicol¨®gicos que alertan de que el violador no se ha curado ?Y nos detenemos en los detalles del cuchillo? ?Y en la rueda entre la seguridad de las v¨ªctimas y la libertad de los delincuentes? ?Permitiendo que un asesino condenado, cuando reincide en sus violaciones, se tape la cara ante las c¨¢maras?
El ministro del Interior ha pedido prudencia antes de reclamar ¡°en caliente¡±. Y la pregunta es: ?cu¨¢ndo ser¨¢ en fr¨ªo?, porque los abusos se producen cada d¨ªa. O ?es que caliente significa ¡°alarma social¡±, porque ha salido en los medios? ?Cu¨¢ntas v¨ªctimas habremos de contar, en silencio, para que un violador salga a la calle vigilado con una pulsera telem¨¢tica? Pongamos a cubierto a nuestras ni?as, que ¡°en caliente¡± significa que nadie se plantea este debate.
Gloria Lomana es periodista, analista pol¨ªtica y premio Fedepe 2016 (Federaci¨®n de Mujeres Directivas y Ejecutivas).
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