Plurinacional eres t¨²
El significado que la izquierda atribuya al t¨¦rmino sobre el que millones de espa?oles se preguntan qu¨¦ significa puede marcar la diferencia entre la coexistencia de identidades y lealtades o el aumento de la confusi¨®n
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?Qu¨¦ es plurinacionalidad?, se preguntan millones de espa?oles. Tras tanto mareo sobre ¡°naci¨®n de naciones¡±, ¡°Estado multinacional¡±, nacionalidades, etc¨¦tera, ser¨ªa comprensible la espantada. Pero me agrada el adjetivo ¡ªaunque evoque la confusi¨®n sobre ser multi-, pluri-, inter- o transcultural¡ª, pues cuadra bien a las personas y mal a los colectivos.
En muchos ¨¢mbitos los prefijos ¡°multi¡± o ¡°pluri¡± son intercambiables, pero en el ling¨¹¨ªstico tienen significados y objetos distintos. La coexistencia de lenguas en un territorio produce comunidades multiling¨¹es y sujetos pluriling¨¹es. Un Estado es multiling¨¹e si en ¨¦l se hablan dos o m¨¢s lenguas, tanto si todos hablan todas como si cada grupo apenas una o alguno m¨¢s de una: una lengua es un sistema autocontenido, autosuficiente. Un individuo es pluriling¨¹e si es competente en el habla de distintas lenguas. El Consejo de Europa asume esta distinci¨®n.
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Pasemos a lo nacional. ?Espa?a es multinacional o plurinacional? Creo que, en general, quienes la califican de multinacional quieren decir no solo que est¨¢ formada por distintas naciones sino que cada una termina donde comienza otra. Declarar las naciones conjuntos disjuntos (sin elementos comunes) permite, primero, proclamar un sujeto que puede reclamar lo que le parezca sin, aparentemente, vulnerar los derechos de otro (¡°derecho a decidir¡±, ¡°solo queremos votar...¡±); segundo, definir el endogrupo (nosotros) y el exogrupo (ellos) imprescindibles para la f¨¦rtil ret¨®rica de los agravios (¡°nos roban¡±, ¡°nos atacan¡±, ¡°son fascistas...¡±); tercero, negar legitimidad a cualquier comunidad m¨¢s amplia y a lo asociado a ella (¡°el Estado¡±, ¡°Madrid¡±, ¡°la Constituci¨®n...¡±). La ¡°naci¨®n de naciones¡±, aunque suene sutil, ayuda poco, pues, si Espa?a ha de serlo, o es una metanaci¨®n formada por naciones, multinacional, o es una naci¨®n yuxtapuesta a otras, plurinacional, cuyos ciudadanos pueden sentirse parte de varias naciones.
Lo primero es un contrasentido: las naciones no forman naciones, sino que est¨¢n formadas por individuos. El reverso de la constituci¨®n del Estado-naci¨®n fue la del ciudadano como sujeto de derechos y la eliminaci¨®n o reducci¨®n de las corporaciones intermedias (¨®rdenes, gremios, burgos, servidumbre...). Una naci¨®n de naciones as¨ª entendida, multinacional, solo puede ser una confederaci¨®n, sujeta a la conformidad de las naciones que la forman. Pero basta con que sea un Estado, y Espa?a lo es desde hace medio milenio largo, para que, aunque en un platillo de la balanza se ponga otra naci¨®n (por ejemplo, Catalu?a), en el otro haya que poner esos siglos de ciudadan¨ªa, desde la baja intensidad presente en las leyes y costumbres sobre libertad de circulaci¨®n y residencia del siglo XVI, con sus consecuencias de reconocimiento, mestizaje, interculturalidad, etc¨¦tera, hasta la alta intensidad de los per¨ªodos democr¨¢ticos e incluso las contiendas civiles violentas o pac¨ªficas, ganadas o perdidas.
Las naciones no forman otras naciones, sino que est¨¢n formadas por individuos
Seg¨²n el INE, el 18% de los residentes en Catalu?a han nacido en otros lugares de Espa?a (y el 18% en el extranjero); y el 8% de los nacidos en Catalu?a que residen en Espa?a lo hacen fuera de aquella. Pero la movilidad no empez¨® ayer, y parte de los nacidos en Catalu?a son hijos de no nacidos en ella a los que costar¨¢ considerarse exclusivamente catalanes y en conflicto con el resto, aunque no falten conversos ni rufianes. Sin otros datos, da una pista la proporci¨®n de poblaci¨®n catalana cuya ¨²nica primera lengua es el castellano, 50%, frente al 32% de quienes tiene como tal el catal¨¢n y 8% esta y otra. Lo mismo con los descendientes de catalanes que se afincaron en otros lugares de Espa?a.
En relaci¨®n con los reinos medievales, las regiones de ayer y las comunidades de hoy, la mayor¨ªa somos mestizos, felices de serlo, y as¨ª nos gustar¨ªa ser tratados. Poder ser tan catalanes, andaluces, etc¨¦tera, como queramos, sin tener que dejar de ser espa?oles ni divorciarnos de los otros. Podr¨ªamos afinar a favor de las naciones sin Estado propio y exclusivo (propio y compartido ya lo tienen), o de la plurinacionalidad de sus integrantes; por ejemplo, favoreciendo la vehicularidad compartida del catal¨¢n en escuelas fuera de Catalu?a con suficiente alumnado. Tambi¨¦n la Generalitat deber¨ªa aceptar la plurinacionalidad de los residentes en Catalu?a, no imponiendo la vehicularidad exclusiva del catal¨¢n a la mayor¨ªa que tantas veces ha manifestado preferir la covehicularidad, que sus hijos estudien en ambas lenguas. Lo piden en encuestas el 60%-90% de las familias, que se deje a sus hijos ser plurinacionales, pero se los sumerge en el monoling¨¹ismo para hacerlos mononacionales, con tal presi¨®n que genera una espiral de silencio a la que pocos osan oponerse con sus hijos por medio.
Tambi¨¦n la Generalitat deber¨ªa aceptar la plurinacionalidad de los residentes en Catalu?a
Hay un sencillo ejercicio sociol¨®gico que hago cuando paseo por cualquier ciudad catalana: contar en qu¨¦ lengua habla la gente con que me cruzo, que arroja una distribuci¨®n bastante equilibrada y algo inclinada hacia el castellano, y en cu¨¢l lo hacen letreros y carteles de comercios y Administraciones o, en primera instancia, los empleados cara al p¨²blico, casi exclusivamente en catal¨¢n. Lo primero, la acci¨®n espont¨¢nea de las personas (con una historia y una cultura detr¨¢s, claro), revela su plurinacionalidad; lo segundo, impuesto por la ley catalana ¡ªque sanciona no usar el catal¨¢n y ampara no usar el castellano¡ª y la presi¨®n oficial y extraoficial del nacionalismo, expresa el mononacionalismo.
C¨ªnicamente, IDESCAT, en la Encuesta de Usos Ling¨¹¨ªsticos, quinquenal, pregunta a los catalanes espa?oles todo lo imaginable, pero nada sobre la lengua en la escuela, ya indiscutible (ya es mononacional); pero en una encuesta decenal a los catalanes franceses (¡°del norte¡±) pregunta qu¨¦ lengua vehicular prefieren, incluida la opci¨®n de una ¡°ense?anza biling¨¹e catal¨¢n-franc¨¦s¡±. Quiere que puedan manifestarse plurinacionales los catalanes que, en Francia, se sienten m¨¢s bien franceses, y priva de la palabra a los que, en Espa?a, se sienten catalanes y espa?oles. El nacionalismo es eso.
La pregunta hoy es qu¨¦ significa plurinacional para la izquierda. Si es la coexistencia de identidades y lealtades en la conciencia individual y en la estructura pol¨ªtica y social, bienvenido sea; si es sin¨®nimo de multinacional, solo alimentar¨¢ la confusi¨®n. Y la naci¨®n de naciones, si es una expresi¨®n recursiva de la plurinacionalidad bien entendida, no la necesitamos pero podremos vivir con ella; si es otro nombre para la multinacionalidad, para la idea de que Espa?a es un Estado pero las naciones son otras (entre tres y una docena), entonces resulta incompatible con la plurinacionalidad, un concepto farragoso o, peor, un eufemismo para el llamado a la disgregaci¨®n.
Mariano Fern¨¢ndez Enguita es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense.
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