Los colegios que se implican con los ni?os trans
Cada vez m¨¢s centros escolares adoptan medidas para garantizar la diversidad de g¨¦nero
En el segundo trimestre de gestaci¨®n, los beb¨¦s ya tienen un sexo asignado porque se comprueba con una simple ecograf¨ªa la evidencia f¨ªsica: ¡°Es un ni?o¡±. Entonces se llamar¨¢ Daniel. Ya est¨¢ todo dicho. Sin embargo, un porcentaje de esos nombres masculinos cuando crecen -a edades tan tempranas como los tres o cinco a?os- puede que no se identifiquen con su sexo biol¨®gico. Y Daniel puede que se sienta Daniela, porque es el cerebro y no el cuerpo quien determina la identidad de g¨¦nero de cada persona. Iniciar¨¢ entonces un tr¨¢nsito para expresar qui¨¦n es y, en el mejor de los casos, ser aceptada en ese cambio para llamarse Daniela. Seg¨²n un estudio de la Human Rights Campaign, solo el 20% de los ni?os trans se sienten integrados en sus comunidades.
Incluso los hijos de famosos siguen siendo tratados con un nombre con el que no se sienten identificados, como cuando se habla de ¡°Shiloh, la hija de Angelina Jolie y Brad Pitt¡±. Tiene hoy 11 a?os y lleva desde los tres diciendo que se llama John. A esa edad no entend¨ªa de modas, no se trataba de una influencia externa: simplemente era un ni?o desde el primer momento.
Si ya es dif¨ªcil superar la discriminaci¨®n en entornos privilegiados, lo es mucho m¨¢s en el d¨ªa a d¨ªa de cualquier menor trans. Por suerte, la comunidad escolar se ha dado cuenta de que su ejemplo ante la sociedad es clave y cada vez m¨¢s colegios est¨¢n adoptando medidas concretas para garantizar la protecci¨®n de la diversidad de g¨¦nero en las aulas.
Colegios integradores
¡°El objetivo es que seamos conscientes de que todos somos seres humanos, que las etiquetas en muchos casos discriminan, que es cierto que hay que conocerlas pero no alejarnos de lo importante, que son las personas. Fomentar desde la educaci¨®n el respeto a todos los seres humanos y abrazar las diferencias. Tan sencillo y tan complicado al mismo tiempo. Lo ¨²nico que quieren estos ni?os es ser ni?os y ni?as como todos los dem¨¢s y cuando entramos en tecnicismos absurdos nos alejamos de lo m¨¢s importante, que son ellos. Por eso es fundamental que cuando el profesor hable en clase sobre el mundo en el que todos vivimos, ellos tambi¨¦n se sientan reflejados: sientan que forman parte de ese mundo¡±, describe ?frica Pastor, vicepresidenta de la Fundaci¨®n Daniela.
Esta organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro lucha contra la discriminaci¨®n de los menores transg¨¦nero y transexuales. Y para ello colabora con centros escolares que quieran mejorar en su atenci¨®n a todos los colectivos. El Colegio Escandinavo de Madrid, por ejemplo, ha sido el primero en ser reconocido por la Fundaci¨®n con el ¡°Certificado de Diversidad de G¨¦nero¡±. Esto implica una formaci¨®n espec¨ªfica al profesorado, a los alumnos e incluso a las familias, que en ocasiones son las que comentan en corrillos de patio las ¨²ltimas habladur¨ªas sobre este o aquel ni?o.
¡°En el colegio tenemos una ni?a trans, pero desde el principio hemos respetado que sea ella quien cuente su historia cuando quiera contarla. De momento, es una ni?a m¨¢s de clase, sin m¨¢s explicaciones. De hecho, cuando a veces viajo a Noruega y comento con excolegas que tengo una ni?a trans en el colegio, me suelen responder ¡°?Y? Yo tengo tres en una clase¡±. Llevamos m¨¢s de 60 a?os trabajando en el respeto y ense?ando que no todos somos iguales , pero todos tenemos el mismo valor. En Primaria lo explicamos por color de pelo: separamos por grupos a los morenos, rubios y alg¨²n pelirrojo. ?Es algo raro? No; puede que sea infrecuente, pero es igual que el resto¡±, explica Jenny Dettmann, directora del Colegio Escandinavo.
Adaptaci¨®n familiar
El paso que est¨¢ dando la comunidad educativa ayuda tambi¨¦n en otro aspecto: la adaptaci¨®n de la propia familia del ni?o o ni?a trans. Ni todas las familias son iguales, ni se asimila de un d¨ªa para otro que su hijo no se identifica con el sexo asignado. En un colegio de Chiclana de la Frontera se dio el caso de una familia monoparental con dos hijos mellizos. ¡°A medida que transcurr¨ªa el curso, la madre me explic¨® que su hijo Mario (nombre ficticio) presentaba comportamientos femeninos. Y cuando el ni?o manifest¨® que era una ni?a se qued¨® congelada. Sent¨ªa que se hab¨ªa equivocado. Viendo por d¨®nde pod¨ªan ir los tiros le suger¨ª que ayudase a su hijo a ser feliz. Y aquel fin de semana hicieron el tr¨¢nsito: Mario desapareci¨® y surgi¨® Mar¨ªa, que quer¨ªa tener el pelo largo y vestir como una ni?a. Hablamos con el equipo de direcci¨®n y orientaci¨®n: las reticencias se superaron r¨¢pido. Y con su clase de tres a?os no hubo ning¨²n problema; los ni?os peque?os son muy flexibles y de mente abierta. Hicimos una asamblea en clase y explicamos que a partir de aquel d¨ªa Mario se llamar¨ªa Mar¨ªa. Otros ni?os dijeron que quer¨ªan llamarse ¡°Spider Man¡± y cosas as¨ª. A los pocos d¨ªas cada ni?o volvi¨® a usar su nombre de siempre y Mar¨ªa sigui¨® siendo una ni?a feliz¡±, afirma Teresa, tutora de los hermanos.
Aquella madre y sus dos mellizos fueron juntos a comprar la ropa de ni?a y ah¨ª fue cuando el hermano tom¨® consciencia de que algo hab¨ªa cambiado. ¡°Echo de menos a Mario, pero Mar¨ªa tambi¨¦n est¨¢ bien¡±, plante¨®. Desde entonces, ¨¦l se disfraza de Capit¨¢n Am¨¦rica y ella de Frozen. El colegio sigue adapt¨¢ndose a las circunstancias de cada a?o, como cuando se incorporan ni?os nuevos a clase y les explican desde el primer momento que ella es Mar¨ªa. Con los padres est¨¢ costando un poco m¨¢s, seg¨²n describe esta educadora: ¡°Organizamos charlas informativas con la Asociaci¨®n Chrysallis, pero de 400 familias solo acudieron 30 padres. Entendemos que las dificultades ir¨¢n apareciendo a medida que crezca y los profesores queremos estar preparados, desde el punto de vista de la pedagog¨ªa, para ver qu¨¦ respuestas se pueden dar a cada situaci¨®n. En ese sentido, la Ley de Transexualidad de Andaluc¨ªa nos ayuda mucho: dice claramente que se debe respetar la identidad de g¨¦nero del alumno, evitar la discriminaci¨®n o el acoso, que su nombre elegido sea el que aparezca en las notas oficiales y que pueda vestir como quiera. Sab¨ªamos cu¨¢l era nuestro deber como profesores y este es, simplemente, proteger los derechos de Mar¨ªa¡±.
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