Un pol¨¦mico horario escolar
La jornada continua para los alumnos de la p¨²blica no es un ning¨²n adelanto
No hay futuro sin una escuela p¨²blica de calidad, y el futuro de nuestra escuela est¨¢ amenazado por una supuesta ¡°racionalizaci¨®n¡± de sus horarios. Les pongo en antecedentes: buena parte de las escuelas p¨²blicas est¨¢n adoptando la jornada continua, lo cual supone trasladar las clases de la tarde a la ma?ana, posponiendo la comida. Desde los tres a?os, los ni?os tienen una jornada intensiva de nueve a dos de la tarde con un descanso de 30 minutos. La jornada continua naci¨® hace m¨¢s de 30 a?os, no como una propuesta pedag¨®gica radical, sino porque la falta de colegios oblig¨® a tener varios turnos. Aunque finalmente el problema se resolvi¨®, la jornada continua permaneci¨® y desde entonces se va extendiendo a golpe de refer¨¦ndum en las escuelas p¨²blicas del pa¨ªs.
Otros art¨ªculos del autor
?Y si por serendipia ¡ªy contradiciendo el segundo principio de la termodin¨¢mica¡ª esta reforma, nacida de la necesidad, fuera tambi¨¦n buena pedag¨®gicamente? Los expertos acad¨¦micos opinan que no. La f¨ªsica no falla y la intuici¨®n tampoco. Los ni?os necesitan los recreos ¡ªdesconectar¡ª para volver a recuperar la atenci¨®n. Se cansan m¨¢s con la jornada continua y aprenden menos, seg¨²n los escasos datos que existen sobre rendimiento escolar. Tampoco los pediatras aconsejan a sus peque?os pacientes que almuercen por la tarde, cuando se levantan casi de madrugada. Adem¨¢s, con una jornada continua, la interacci¨®n de la comunidad escolar se reduce, los ni?os tienen menos tiempo para jugar entre ellos y los padres y profesores coinciden, charlan y se conocen menos. Tampoco la jornada continua nos acerca a Europa: en los pa¨ªses de nuestro entorno, la norma es la jornada partida, incluso con m¨¢s espacios de distensi¨®n y haciendo la duraci¨®n de la jornada creciente con la edad.
Se preguntar¨¢n entonces por qu¨¦, si la jornada continua se parece a las 12 plagas de Egipto, se impone ¡°democr¨¢ticamente¡± en referendos. Esto es as¨ª, por ejemplo, porque algunos padres prefieren recuperar a sus hijos a las dos de la tarde, porque piensan que ellos pueden alimentar mejor que la escuela su cuerpo y su esp¨ªritu. Tambi¨¦n existen otras razones m¨¢s mundanas para apoyar el cambio, como el ahorro de los gastos de comedor. Pero sobre todo, la jornada continua se impone por desinformaci¨®n. ?Recuerdan el refer¨¦ndum del Brexit? Muchos padres acuden a votar desinformados o siguiendo el consejo de algunos de sus profesores que pregonan las virtudes homeop¨¢ticas de la jornada continua.
Los ni?os necesitan los recreos ¡ªdesconectar¡ª para volver a recuperar la atenci¨®n
Porque este modelo coloca a los profesores ¡ªlo que es muy relevante¡ª en la dif¨ªcil tesitura de tener que poner en una balanza sus intereses laborales y el bienestar de los ni?os. Ante tal diab¨®lico conflicto de intereses, deber¨ªa ser la Administraci¨®n, y no los profesores, la que jugase el papel de ¨¢rbitro del proceso, informando, evaluando y regulando. Pero las autoridades est¨¢n ausentes: no se publican estudios, no se hacen evaluaciones, o si se hacen, no se dan a conocer; no hay capit¨¢n. Nuestro Estado de bienestar se ¡°deconstruye¡±, como dir¨ªa Adri¨¤, como consecuencia de la improvisaci¨®n.
Aunque la jornada continua se est¨¢ implantando en todo el territorio, lo est¨¢ haciendo en mayor medida en zonas con menor renta per capita y mayor tasa de desempleo. Por ejemplo, en Madrid, la jornada continua es el modelo dominante en el sur de la comunidad y el corredor del Henares, pero una excepci¨®n en los municipios ricos de la zona noroeste. Por ello, si la jornada continua es un experimento fallido, como sugieren los pocos datos que tenemos, las familias m¨¢s fr¨¢giles ser¨¢n las m¨¢s perjudicadas y la brecha de la desigualdad se ampliar¨¢. En algunas zonas de EE?UU se aplica la pol¨ªtica opuesta: en las escuelas de las zonas m¨¢s desfavorecidas se financian programas para extender la jornada escolar m¨¢s que en el resto de los colegios. La l¨®gica es clara: la renta est¨¢ asociada al nivel educativo de las familias, por lo que son precisamente estos ni?os los que se benefician m¨¢s del tiempo que pasan en la escuela.
Si gran parte de la clase media, con padres profesionales y nivel educativo alto, hab¨ªa abandonado ya la escuela p¨²blica, la jornada continua terminar¨¢ por completar esa migraci¨®n hacia centros concertados y privados. Existen m¨²ltiples razones por las que este proceso impactar¨¢ negativamente en la calidad de la ense?anza p¨²blica; una menos evidente pero fundamental: cuanto menos clase media opte por la escuela p¨²blica, menos peso tendr¨¢ en el debate social y en la agenda pol¨ªtica. ?Es esto lo que queremos?
Juan Jos¨¦ Ganuza es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Empresa de la Universidad Pompeu Fabra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.