Sin referentes, sin l¨ªmites
Ser¨ªa un buen momento para impulsar una fiscal¨ªa anticorrupci¨®n latinoamericana
Vivir en un mundo sin l¨ªmites, sin fronteras y sin direcci¨®n tiene muchos inconvenientes. Por ejemplo, la situaci¨®n de Venezuela en un mundo ordenado ya estar¨ªa liquidada o a punto de solucionarse. Un asunto es la soberan¨ªa nacional y la libertad de elegir a los gobernantes, incluso a los verdugos, y otro, muy distinto, la fractura de un r¨¦gimen que se defiende desde hace tres meses lanzando bombas lacrim¨®genas y dispersando a balazos a su pueblo. Pero toda situaci¨®n tiene ventajas y una de ellas es que el se?or Trump est¨¢ entretenido en demostrar que cualquier persona con dinero y sin gracia puede llegar a ser presidente de Estados Unidos.
Esa ausencia de Trump representa una gran oportunidad no solo porque el aislacionismo del magnate y su pol¨ªtica maniquea hayan dejado en el olvido a Am¨¦rica Latina ¨Ccon excepci¨®n de M¨¦xico, condenado como el culpable de gran parte del desmadre estadounidense-, sino porque ignorar d¨®nde est¨¢ ubicada exactamente la regi¨®n permite crear una serie de mecanismos que ayuden a extirpar los c¨¢nceres que la corroen.
Am¨¦rica Latina cabalga desbocada a lomos de una profunda crisis moral. Y uno de los ejemplos m¨¢s representativos es la complicada situaci¨®n que atraviesa Brasil desde hace cuatro a?os. Por un lado, est¨¢ Dilma Rousseff, destituida como presidenta por maquillar las cuentas p¨²blicas. Y por el otro, su sucesor, Michel Temer, un mandatario que se rebela contra las acusaciones que le vinculan a ¨¦l y a sus colaboradores m¨¢s cercanos con el epicentro de los casos Petrobras y Odebrecht. Sin embargo, en medio de esa degeneraci¨®n colectiva, un hombre con fama de incorruptible e implacable, el juez S¨¦rgio Moro, emerge como una esperanza de reconstrucci¨®n para el gigante suramericano, no por las promesas que pueda llegar a cumplir, sino por su perseverancia y severidad en la persecuci¨®n y desmantelamiento de las estructuras de un poder corrupto. Moro lleva sobre sus hombros mucho m¨¢s que la investigaci¨®n de la mayor trama de corrupci¨®n y la m¨¢s grave crisis institucional de la historia brasile?a desde la dictadura militar. Tambi¨¦n est¨¢ a cargo de mantener la coherencia de la operaci¨®n de limpieza que lleva a cabo contra la podredumbre del sistema.
Mientras tanto, el resto de Am¨¦rica espera que vayan llegando con cuentagotas las conclusiones, confesiones y pruebas de sus corruptelas locales, compiladas en el expediente elaborado por la Fiscal¨ªa General brasile?a que est¨¢ depositado en los archivos del FBI o en los ¨®rganos jurisdiccionales y de investigaci¨®n estadounidenses.
En ese contexto, la ausencia de l¨ªmites, de pol¨ªticas y la crisis generalizada podr¨ªan ser una gran oportunidad para impulsar un nuevo pacto moral entre los pa¨ªses latinoamericanos. Por tanto, ser¨ªa un muy buen momento para establecer un protocolo de actuaci¨®n, un acuerdo o una fiscal¨ªa anticorrupci¨®n regional que no solo fuese un refuerzo ¨¦tico, sino el germen de la creaci¨®n de un ¨®rgano multinacional capaz de combatir la corrupci¨®n. Ese mecanismo regional, que incorporar¨ªa la legislaci¨®n de cada uno de los Estados de la regi¨®n y defender¨ªa el bien com¨²n, ser¨ªa sin duda un buen comienzo y uno de los grandes regalos que podr¨ªamos hacerle al subcontinente.
Esa iniciativa permitir¨ªa a los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina estar listos no solo para defender sus tratados de libre comercio con Estados Unidos, sino tambi¨¦n para mantener la cohesi¨®n social frente a la corrupci¨®n, ese monstruo que los devora desde dentro. Un enorme drag¨®n que pone de manifiesto la falta de autoridad moral por la destrucci¨®n masiva de los sistemas de gobierno y de las democracias formales, ahora enfermas.
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