Filipinas, reino del terror
EL PROBLEMA con el presidente Rodrigo Duterte es que es un pol¨ªtico que cumple lo que promete. Prometi¨® a los filipinos acabar con la lacra de la droga al precio que fuera, sin miramientos. Y ellos le votaron con entusiasmo. Y ahora Duterte, que sabe de leyes porque fue fiscal, est¨¢ cumpliendo su palabra a golpe de ejecuciones extrajudiciales. Ha sembrado el terror entre los pobres enganchados al shab¨², la metanfetamina local, la droga m¨¢s popular. Ellos son la presa.
La misma noche de su toma de posesi¨®n, hace un a?o, detall¨® durante la cena oficial la promesa clave de su programa. Como siempre, habl¨® como un mat¨®n: ¡°Estos hijos de perra est¨¢n destrozando a nuestros hijos. Os lo advierto, no os met¨¢is en eso, incluso si sois polic¨ªas, porque, de verdad, os matar¨¦¡ Si conoces a alg¨²n adicto, ve y m¨¢talo t¨² mismo, porque conseguir que lo hagan sus padres ser¨ªa demasiado doloroso¡ Para los que segu¨ªs tomando drogas, ya os lo advert¨ª durante la campa?a. Ocurra lo que ocurra, os aviso: sin remordimientos. Os dije que lo dejarais. Si les ocurre algo [a los adictos], ellos se lo buscaron¡±.
pulsa en la fotoMar¨ªa Morena se deshace en gritos de dolor en el entierro de su hijo Jerold, de 34 a?os, asesinado a tiros en la puerta de su casa.Salvador Fenoll
Inmediatamente, los asesinatos de consumidores y trapicheros de drogas se dispararon. Caen como moscas. Caen a manos de la polic¨ªa o de vecinos enmascarados o de bandas rivales. Desde aquel crudo discurso, han sido asesinadas 9.432 personas. Parece m¨¢s un exterminio de adictos que una guerra contra la droga. Para la poderosa Iglesia cat¨®lica de Filipinas es ¡°un reino del terror¡±; para Human Rights Watch (HRW), ¡°una campa?a de ejecuciones extrajudiciales¡± instigada por Duterte, que garantiza total impunidad a los polic¨ªas.
Los asesinatos siguen un patr¨®n. Las autoridades telefonean al drogodependiente para que emprenda una rehabilitaci¨®n como han hecho 1,3 millones de personas. Si no hace caso, agentes de paisano se presentan en su casa. La operaci¨®n para detenerlo acaba casi siempre con el sospechoso muerto a tiros de la polic¨ªa (un 97%, seg¨²n Reuters) y con una explicaci¨®n oficial que se resume en dos palabras: leg¨ªtima defensa. Y junto al cad¨¢ver, dos elementos casi siempre: una pistola de calibre 38 y un paquetito de cristales de shab¨².
El presidente Duterte: ¡°Estos hijos de perra est¨¢n destrozando a nuestros hijos. Si conoces a alg¨²n adicto, ve y m¨¢talo t¨² mismo¡±.
El caso de Napole¨®n Mir¨¢s, 27 a?os, es de libro. Conductor de un triciclo, sol¨ªa llevar a su novia de aqu¨ª para all¨¢. Ella era el camello, aunque ¨¦l estaba enganchado y a veces trapicheaba. Cuando la polic¨ªa lleg¨® a su casa, intent¨® esconderse, pero su padre le convenci¨® de que se entregara. Los agentes lo sacaron a la calle, pero luego cambiaron de idea y lo subieron al segundo piso mientras sus parientes quedaban abajo arrodillados con las manos en la nuca. Sonaron ocho disparos arriba. Napole¨®n estaba muerto. A su lado, una pistola del 38 con un casquillo usado y cuatro gramos de shab¨², seg¨²n la reconstrucci¨®n documentada por HRW en su informe Licencia para matar. Seg¨²n el atestado, Napole¨®n muri¨® ¡°en un intercambio de disparos tras iniciar el tiroteo contra los operativos¡±. Sin embargo, un vecino cont¨® a HRW c¨®mo vio desde su ventana a Napole¨®n de rodillas con los brazos en alto cuando le dispararon. La familia asegura que no ten¨ªa armas.
Un alto mando de la inteligencia retirado cr¨ªtico con Duterte, de 72 a?os, le revel¨® a Reuters las entra?as de la cruzada: a cada agente le pagan unos 10.000 pesos (180 euros) por matar a adictos, pero tambi¨¦n a violadores, alcoh¨®licos, rateros¡ A menudo es una tarea que queda para los agentes novatos. Unos lo hacen por la experiencia de matar; otros, por encargo, el bautismo de fuego.
El presidente a¨²n goza de un apoyo popular enorme (76%) aunque se ha resentido. La guerra contra las drogas est¨¢ obstruyendo el resto de una agenda de gobierno que atrajo el voto de la creciente clase media: desde la reforma fiscal a la reducci¨®n de las desigualdades, o un ambicioso plan de infraestructuras, o la mejora de los sistemas de educaci¨®n y salud, con acento en la mujer y el acceso a los anticonceptivos.
Entre los pobres el apoyo ha ca¨ªdo 11 puntos. ¡°No es una sorpresa, el objetivo de la campa?a antidroga suelen ser los pobres que se buscan la vida en las calles y consumen o trafican¡±, explica Rub¨¦n Carranza, jurista del Centro Internacional de Justicia Transicional que trabaj¨® en la comisi¨®n estatal de drogas de Filipinas. ¡°La guerra de Duterte nunca ha ido contra los grandes traficantes ni contra los suministradores de los qu¨ªmicos importados de China que se usan para fabricar las drogas ilegales¡±.
El presidente goza todav¨ªa de un enorme apoyo popular, que alcanza el 76%, pero la guerra contra la droga est¨¢ dejando de lado el resto de la agenda de gobierno.
Este analista a?ade: ¡°Tanto su triunfo electoral como su continua popularidad se explican por el mismo motivo: la mentira de que el uso y el tr¨¢fico de drogas son tan altos que la ¨²nica respuesta son los asesinatos al amparo del Estado¡±. Con 100 millones de habitantes, 1,8 millones de filipinos toman drogas, seg¨²n cifras oficiales, aunque Duterte repite que son 4 millones.
Duterte ha respondido a toda cr¨ªtica con amenazas. A Naciones Unidas, ONG, la Uni¨®n Europea o la Corte Penal Internacional. Estados Unidos suspendi¨® con Barack Obama el env¨ªo de armas a la polic¨ªa.
Sin duda, Duterte sab¨ªa que recibir¨ªa cr¨ªticas. Pero probablemente jam¨¢s so?¨® con la felicitaci¨®n de un presidente de Estados Unidos. Donald Trump le llam¨® el 29 de abril. Fue al grano: ¡°Solo quer¨ªa felicitarle porque me llegan noticias sobre su incre¨ªble trabajo con el problema de las drogas (¡). Es un problema que tienen muchos pa¨ªses, nosotros tenemos un problema¡±, le dijo, seg¨²n la transcripci¨®n que revelaron The Intercept y el medio local Rappler. ¡°Gracias, se?or presidente¡±, respondi¨® Duterte. ¡°Es el azote de mi pa¨ªs y tengo que hacer algo para preservar la naci¨®n filipina¡±. Trump le invit¨® incluso a visitar oficialmente Estados Unidos. Hasta ese momento, las autoridades chinas hab¨ªan sido las m¨¢s expl¨ªcitas en alabar los m¨¦todos de Duterte.
Los filipinos votaban a un viejo conocido cuando le dieron a Duterte el 39% de las papeletas en mayo de 2016. Fue alcalde de la ciudad de Davao durante dos d¨¦cadas, y aunque dej¨® una imagen de gestor eficaz, su mandato estuvo marcado por su populismo, sus insultos ¡ªObama cancel¨® una reuni¨®n bilateral cuando le llam¨® ¡°hijo de perra¡± en p¨²blico¡ª y por una campa?a de ejecuciones extrajudiciales en la ciudad (se calcula en 1.000 los asesinatos) que fue la m¨¦dula de su programa electoral a la presidencia.
Napole¨®n, el adicto que de vez en cuando trapicheaba, muri¨® cuando Duterte llevaba 24 d¨ªas en la presidencia. Le quedan cinco a?os de mandato.
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