Para no morir de ¨¦xito

A?o tras a?o, Espa?a bate r¨¦cords de visitantes. En apenas cinco, el n¨²mero de turistas se ha incrementado en un 31% y ya hemos superado la barrara de los 75 millones de visitantes al a?o. A las excelentes condiciones de la oferta tur¨ªstica se suman ahora factores coyunturales. La inseguridad que se percibe en otros grandes destinos ha situado a Espa?a en una posici¨®n privilegiada como pa¨ªs atractivo y al mismo tiempo seguro. Los ingresos procedentes de este sector han permitido compensar los efectos de la crisis en otros, y es una fuente de ocupaci¨®n imprescindible ¡ªel 13% de los empleos¡ª.

Pero el fen¨®meno tur¨ªstico est¨¢ comenzando a dar se?ales de alarma. Que el turismo sea considerado por los ciudadanos de Barcelona como el principal problema de la ciudad, pese a que el 83% de ellos reconoce que es muy beneficioso, indica el tipo de contradicciones a las que nos tenemos que enfrentar. Barcelona no puede prescindir del sector que aporta el 20% de su PIB. Pero necesita gestionarlo bien, lo mismo que Madrid y el resto de ciudades con elevado n¨²mero de visitantes.

Espa?a necesita preservar el turismo, es una fuente de riqueza incuestionable que aporta el 11% el PIB nacional, pero debe gestionarse de manera que sea sostenible y beneficioso para todos. Las manifestaciones espor¨¢dicas de turismofobia que se han expresado en algunas grandes ciudades son el s¨ªntoma de un malestar que hay que atajar antes de que sea demasiado tarde. En realidad, esas manifestaciones no expresan un rechazo al turista, sino un rechazo a la masificaci¨®n tur¨ªstica. El problema no es el n¨²mero de visitantes, sino su concentraci¨®n en el tiempo y en determinados lugares. Si permitimos que la masificaci¨®n tur¨ªstica degrade los espacios m¨¢s emblem¨¢ticos de nuestro pa¨ªs, no solo se generar¨¢ rechazo en la poblaci¨®n, sino que a la larga se volver¨¢ contra la propia industria tur¨ªstica. Los primeros que deploran la masificaci¨®n son los propios turistas.