Diez cosas que me gustaron de Madeira
Volc¨¢nica, monta?osa, tremendamente vertical y con una fuerte cultura propia. La isla portuguesa es perfecta para los deportes de aventura
Si buscas largas y espaciosas playas, quiz¨¢ este no sea tu sitio. Pero Madeira, la isla volc¨¢nica portuguesa frente a las costas africanas, tiene muchos otros atractivos m¨¢s all¨¢ que ver el barrio natal de Cristiano Ronaldo o broncearse al sol (que por cierto, s¨ª tiene; todo el que quieras)
1. Funchal
La capital de la isla tiene un barrio antiguo encantador, con calles peatonales llenas de terrazas y restaurantes, en especial la r¨²a Santa Mar¨ªa y la placita de la iglesia. Varios artistas locales han decorado las puertas de viviendas y locales en una demostraci¨®n de c¨®mo el street art puede cambiar la faz de un barrio antes degradado y fuera de los circuitos.
2. Subir en el telef¨¦rico de Monte
Nada mejor para entender el tremendo desnivel de esta isla volc¨¢nica que subir en el telef¨¦rico que parte del barrio viejo de Funchal y sube hasta el mirador de Monte. Pese a la pendiente, cada cent¨ªmetro de la ladera est¨¢ colonizado por casas, cultivos de pl¨¢tano (la riqueza local) o de verduras para el autoconsumo.
3. Cabo Gir?o
El acantilado m¨¢s alto de Europa (589 metros) es sencillamente impresionante. Sobre todo desde que se inaugur¨® el nuevo mirador con suelo de cristal que deja ver el enorme abismo que se abre bajo tus pies. Mejor ir temprano, por la luz y porque es uno de los sitios m¨¢s visitados y se llena de gente, sobre todo si ese d¨ªa hay cruceros.
4. Hacer barranquismo
Madeira es un para¨ªso para el barranquismo porque la isla ¨Cpor su morfolog¨ªa volc¨¢nica- es un puro barranco. El m¨¢s sencillo y el que m¨¢s hacen los turistas es el de Ribeirio Fr¨ªo, con una cascada de 20 metros al inicio y varios r¨¢peles y saltos m¨¢s sencillos, a continuaci¨®n. Demora una hora y media.
5. Subir al mirador del pico Areiro
En una isla llena de miradores est¨¦ podr¨ªa llevarse el premio al top one. Se sube en coche y ofrece unas impresionantes vistas de los barrancos de la zona central de la isla. Hay una senda que va desde el aparcamiento del pico Areiro hasta el vecino pico Ruivo por encima de las crestas volc¨¢nicas. Se necesitan tres horas de ida (y otras tantas de vuelta).
6. Senderismo por una levada
Las levadas son acequias talladas a manos desde hace cientos de a?os por los habitantes de la isla para llevar agua desde los barrancos de la cara norte ¨Cen la que m¨¢s llueve- hasta las zonas de cultivo. Paralelo a esos conductos corre siempre una senda o carril que serv¨ªa para darle servicio y que ahora es la excusa perfecta para practicar el senderismo, porque tiene poco desnivel.
7. Comer en la Quinta do Fur?o
Es el restaurante del hotel hom¨®nimo, situado en la costa norte. Si hace buen tiempo, se puede comer en la terraza con unas vistas incre¨ªbles de los acantilados septentrionales de la isla. ?Una pasada! Buenos pescados y carnes.
8. Un ba?o en las piscinas de Moniz
Un ba?o de agua salada entre piedras volc¨¢nicas. Las piscinas naturales de Moniz, en el extremo noroeste de la isla, son una serie de pozas naturales que llenan el propio mar y que se acondicionaron con pasarelas para adaptarlas al ba?o. Si hace viento y oleaje las cierran, pero entonces el espect¨¢culo es ponerse en el paseo mar¨ªtimo a ver las olas romper contra los negros acantilados.
9. Una ruta en bici de monta?a
Madeira es tambi¨¦n ideal para hacer bicicleta de monta?a. Hay muchas rutas y de todos los niveles. Para quienes no puedan o no quieran afrontar subidas tan brutales, hay empresas que te suben en coche y luego te gu¨ªan en descensos vertiginosos a trav¨¦s del bosque de laurisilva.
10. Faj? dos Padres
Mi lugar favorito de la isla. Una faja de arena y cantos rodados al pie de un tremendo acantilado a la que antiguamente solo se pod¨ªa acceder en barco. Los jesuitas tuvieron aqu¨ª algunas de las huertas y vi?as m¨¢s ricas y productivas de la isla, porque el acantilado les proteg¨ªa del viento y el fr¨ªo del norte. Los actuales due?os mantienen un hotelito y un restaurante abajo, a los que antes se acced¨ªa por un ascensor no apto para cardiacos y desde hace un a?o, en un moderno telef¨¦rico.
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