A vueltas con el orden global
Una UE cohesionada puede ayudar a catalizar reformas que doten a las instituciones multilaterales de m¨¢s vigor y sensibilidad social
En los ¨²ltimos tiempos, son muchos los analistas que argumentan que la Pax Americana tiene los d¨ªas contados. A un ritmo cada vez mayor, se est¨¢ erosionando la preeminencia de Estados Unidos en el panorama internacional, que ha estado vinculada a la ausencia de conflictos ¡°calientes¡± entre grandes potencias durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Tanto otros estados como diversos actores no estatales est¨¢n ganando protagonismo, mientras los Estados Unidos se alejan de su imagen de ¡°naci¨®n indispensable¡±. Durante los primeros 150 d¨ªas de la presidencia de Donald Trump, su lema de America First se ha manifestado m¨¢s bien como America Alone, lo cual siembra todav¨ªa m¨¢s dudas acerca del futuro de lo que suele llamarse ¡°orden liberal internacional¡±.
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El internacionalismo liberal se caracteriza por promover un ideal de apertura, tratando asimismo de dotar a las relaciones internacionales de un marco normativo e institucional de tipo multilateral. Al concluir la Segunda Guerra Mundial, estos principios proveyeron el sustrato ideol¨®gico de tratados como el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), que m¨¢s tarde conducir¨ªa al establecimiento de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC).
La Guerra Fr¨ªa puso grandes trabas a las pretensiones globalizadoras del internacionalismo liberal, una ideolog¨ªa estrechamente asociada al bloque occidental y, m¨¢s concretamente, a los pa¨ªses anglosajones. La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn dio paso al per¨ªodo de hegemon¨ªa incontestable de Estados Unidos y facilit¨® que se extendieran las estructuras de gobernanza que este pa¨ªs promulgaba, pero esto no se produjo ni con la velocidad ni en la proporci¨®n que se esperaba.
Aunque se iba hablando sin demasiados miramientos no solo de orden liberal internacional, sino incluso de orden liberal global o mundial, a principios del siglo XXI el mundo todav¨ªa exhib¨ªa un grado importante de fragmentaci¨®n. Los atentados del 11 de septiembre de 2001, que provocaron que gran parte de los pa¨ªses cerrasen filas en torno a Estados Unidos, evidenciaron en el fondo la existencia de una segmentaci¨®n pol¨ªtica a dos niveles¡ªinternacional e intranacional¡ªque fue in crescendo en los a?os posteriores. En el terreno econ¨®mico, las divergencias tampoco desaparecieron por completo: de hecho, ni siquiera la Gran Recesi¨®n fue tan global como se suele sugerir en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. Cabe recordar que en el a?o 2009, cuando se contrajo el PIB mundial, los dos estados m¨¢s poblados del planeta¡ªChina e India¡ªcrecieron a un ritmo superior al 8%.
La Gran Recesi¨®n no fue tan global como se suele sugerir en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados
Del mismo modo que la crisis que condujo a la Gran Recesi¨®n se propag¨® desde el centro mismo del sistema financiero internacional, los pa¨ªses que est¨¢n deshilachando el orden liberal son precisamente los que m¨¢s capital pol¨ªtico invirtieron en tejerlo. Las sacudidas que han supuesto el Brexit y la elecci¨®n de Trump responden a una concatenaci¨®n de fen¨®menos ¡ªcomo la frustraci¨®n de las clases medias occidentales con la deslocalizaci¨®n y el dumping social, ligada a la revitalizaci¨®n de los nacionalismos excluyentes¡ªque tambi¨¦n ha hecho estragos en otros pa¨ªses. Un renovado ¨¦nfasis en la soberan¨ªa westfaliana parece estar difundi¨¦ndose a lo largo y ancho del planeta, lo cual podr¨ªa indicar que la descarnada rivalidad entre grandes potencias volver¨¢ a estar a la orden del d¨ªa.
No obstante, este es un relato excesivamente alarmista. La China de Xi Jinping, cuyo vertiginoso ascenso genera grandes recelos, tal vez no sea una potencia tan revisionista como algunos piensan. Recientemente, el gobierno chino se desmarc¨® de Donald Trump e insisti¨® en su apoyo al Acuerdo de Par¨ªs, del que la Administraci¨®n estadounidense tiene intenci¨®n de retirarse. Y en su simb¨®lico discurso de principios de este a?o en el Foro Econ¨®mico Mundial, el Presidente Xi se erigi¨® en un firme defensor de la globalizaci¨®n, afirmando incluso que ¡°los pa¨ªses deben abstenerse de perseguir sus propios intereses a expensas de los dem¨¢s.¡±
Las autoridades chinas son conscientes de hasta qu¨¦ punto su pa¨ªs se ha beneficiado de una mayor participaci¨®n en los flujos econ¨®micos globales, y no est¨¢n dispuestas a poner en riesgo el principal activo que las legitima a nivel interno: el crecimiento. El Belt and Road ¡ªque Xi Jinping ha bautizado como ¡°el proyecto del siglo¡±¡ª es un fiel reflejo de la apuesta estrat¨¦gica de Pek¨ªn por reforzar sus v¨ªnculos comerciales con el resto de Eurasia y con ?frica, aprovechando para dar un impulso a su ¡°poder blando¡±. En lo que concierne a este ¨²ltimo objetivo, China no est¨¢ abogando de puertas afuera por socavar los cimientos del orden liberal. Sirva de muestra el llamativo comunicado de los l¨ªderes mundiales participantes en el Belt and Road Forum del mes de mayo pasado, en el que se comprometen a ¡°promover la paz, la justicia, la cohesi¨®n social, la inclusi¨®n, la democracia, la buena gobernanza, el imperio de la ley, los derechos humanos, la igualdad de g¨¦nero y el empoderamiento de la mujer.¡±
Las autoridades chinas son conscientes del beneficio de participar en los flujos econ¨®micos mundiales
No ser¨ªa acertado interpretar este comunicado al pie de la letra, ni pasar por alto las tendencias neo-mercantilistas de China, cuyas regulaciones iliberales dom¨¦sticas representan una contradicci¨®n ostensible. Pero tampoco resulta adecuado ver a China como un pa¨ªs homog¨¦neo, con valores totalmente incompatibles con los que se atribuyen a Occidente. Los propios Estados Unidos distan mucho de ser homog¨¦neos, con lo que tambi¨¦n en este caso debemos resistirnos a caer en una contraproducente estigmatizaci¨®n, sobre todo teniendo en cuenta que Hillary Clinton super¨® a Donald Trump en el voto popular. Lo mismo puede decirse del Reino Unido, en el que los partidarios del Brexit se impusieron en el refer¨¦ndum por la m¨ªnima.
En este momento de incertidumbre y desconcierto, la Uni¨®n Europea est¨¢ en disposici¨®n de asumir un papel de liderazgo. La victoria del Emmanuel Macron en las presidenciales francesas debe servir de acicate para los defensores de un orden liberal que, a pesar de sus d¨¦ficits y de sus m¨²ltiples adversarios, sigue representando el paradigma m¨¢s atractivo y moldeable. Una Uni¨®n Europea cohesionada puede ayudar a catalizar una serie de reformas que doten a las instituciones multilaterales de un mayor vigor y de una sensibilidad social m¨¢s marcada. Tendiendo la mano a los pa¨ªses emergentes, sin por ello perder nuestra esencia, todav¨ªa estamos a tiempo de construir ¡ªesta vez s¨ª¡ª un orden verdaderamente global.
Javier Solana es distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Econom¨ªa y Geopol¨ªtica Global de ESADE.
Copyright: Project Syndicate, 2017. www.project-syndicate.org
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