El internamiento y la repatriaci¨®n de las personas subsaharianas
Una de cada tres internos de los CIE son menores, solicitantes de asilo, padece alguna enfermedad mental o son v¨ªctimas de violencia
El retorno forzoso es un pilar fundamental de la pol¨ªtica migratoria actual. As¨ª, en 2016 se expulsaron a 9.241 personas extranjeras, de las que 280 fueron subsaharianas (el 3%). A pesar de la baja proporci¨®n de personas de este origen repatriadas, su presencia en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), instrumento clave de la pol¨ªtica de retorno, es mayoritaria. Seg¨²n el Defensor del Pueblo, de las 7.597 personas internadas en ese mismo a?o en alguno de los siete CIE existentes, m¨¢s de la mitad eran originarias de ?frica Subsahariana (el 57%) y en concreto, de cuatro pa¨ªses: Costa de Marfil, Gambia, Guinea Conakry y Camer¨²n.
Desde 2011, la Asociaci¨®n Karibu acompa?a a las personas subsaharianas internadas en el CIE de Madrid. Recientemente hemos presentado el Informe 2016: El Internamiento en el CIE de Madrid. Una mirada a ?frica, basado en casi 1.000 visitas a 212 personas, la inmensa mayor¨ªa hombres. Adem¨¢s, una de cada tres personas internadas estaba en situaci¨®n de especial vulnerabilidad: eran menores, solicitantes de asilo, personas con graves enfermedades mentales, mujeres v¨ªctimas de violencia, etc.
Nos hemos encontrado tres tipos de perfiles en el CIE:
Un grupo mayoritario y que se ha incrementado a lo largo de los a?os, de personas reci¨¦n llegadas que proced¨ªan sobre todo de ?frica Occidental (el 65%). Entre ellas est¨¢ Brahim, que vino huyendo de las consecuencias de la epidemia de ¨¦bola que mat¨® a su madre y a su hermana; Amenatou que escap¨® de un matrimonio forzoso y un marido maltratador del que su pa¨ªs no la protege; Clement, homosexual que recibi¨® amenazas de muerte por su propia familia o Pierre, hu¨¦rfano camerun¨¦s de 15 a?os.
Lamentablemente, y como consecuencia de la insuficiencia de cauces legales para migrar y de las vulneraciones de derechos que se producen de manera habitual en las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla, casi todas han tenido que arriesgar su vida en el mar para llegar a Espa?a. El 96% de estas personas hab¨ªa llegado en patera, y la gran mayor¨ªa hab¨ªa entrado por Andaluc¨ªa.
De todas ellas, solamente una fue expulsada. Como muchas organizaciones venimos poniendo en evidencia desde hace a?os, los CIE no sirven para el ¨²nico prop¨®sito para el que est¨¢n definidos en la Ley de Extranjer¨ªa: la expulsi¨®n. Al contrario, con respecto a las personas subsaharianas, el CIE de Madrid se est¨¢ convirtiendo cada vez m¨¢s en un deplorable centro de recepci¨®n donde las personas se encuentran privadas de libertad
El segundo grupo es el de las personas que ya viv¨ªan en el Estado espa?ol (30%). Es el caso de Seydou, m¨²sico senegal¨¦s regularizado, detenido mientras que se encontraba en proceso de renovaci¨®n de su documentaci¨®n, o Medoune, que despu¨¦s de 11 a?os residiendo en territorio espa?ol, perdi¨® su trabajo con la crisis y con ¨¦l la posibilidad de renovar su documentaci¨®n.
De entre las personas que viv¨ªan ya aqu¨ª, cuatro de cada 10 hab¨ªan sido detenidas en lugares p¨²blicos a trav¨¦s de identificaciones en base a sus rasgos ¨¦tnicos. As¨ª le ocurri¨® a Dembo, detenido cuando iba por la calle a la voz de ¡°T¨², negro, p¨¢rate¡±. Otros fueron detenidos al ir a comisar¨ªa a hacer alg¨²n tr¨¢mite. A Siny le citaron en comisar¨ªa para recoger ¡°un documento de su inter¨¦s¡± que nunca recibi¨®. Todos ellos acabaron en el CIE de Madrid, sin haberse valorado en profundidad sus circunstancias individuales y la posibilidad real de repatriaci¨®n.
Es urgente priorizar las estrategias de integraci¨®n de personas extranjeras frente a una pol¨ªtica de retorno desproporcionada
Por ¨²ltimo, tan solo seis hab¨ªan sido internados en aplicaci¨®n del art¨ªculo 89 del C¨®digo Penal (el 3%), que supone la sustituci¨®n total o parcial de una pena de prisi¨®n de m¨¢s de un a?o por la expulsi¨®n. Este es el caso de Serigne, mantero, que llevaba viviendo seis a?os en Andaluc¨ªa. Tratando de sobrevivir, fue acusado de delito contra la propiedad intelectual e industrial y condenado a prisi¨®n, pena que fue posteriormente sustituida por expulsi¨®n.
Todas estas personas han pasado una media de 39 d¨ªas privadas de libertad. El tiempo de internamiento, ya de por s¨ª muy largo, es significativamente mayor que la media de estancia en el CIE de Madrid si consideramos a todas las personas internadas con independencia de su origen (22 d¨ªas)
En cuanto a las condiciones del internamiento, la situaci¨®n se mantiene estancada a lo largo de los a?os. El instrumento que existe para regular los CIE, el Reglamento de R¨¦gimen Interior, sigue sin haber sido implementado y las vulneraciones de derechos son habituales: a la salud f¨ªsica y mental, a la informaci¨®n comprensible sobre su situaci¨®n, al asilo etc. Los escasos avances que se han producido en cuanto a garant¨ªas de derechos han venido de la mano de la aplicaci¨®n de los contundentes autos de los Juzgados de Control.
Y ?todo esto para qu¨¦? La repatriaci¨®n es, como hemos dicho, la excepci¨®n a la norma: tan solo 19 personas de las que Karibu visit¨® fueron expulsadas: 12 personas en macrovuelos organizados por la Comisar¨ªa General de Extranjer¨ªa y Fronteras; cuatro en vuelos Frontex coordinados por otros pa¨ªses europeos y tres, en vuelos comerciales. En dos ocasiones m¨¢s, la expulsi¨®n se pudo evitar gracias a la intervenci¨®n del pasaje del avi¨®n, que se opuso a volar con una persona que viajaba en contra de su voluntad.
En conclusi¨®n, a pesar de las bajas cifras de personas subsaharianas repatriadas en 2016 desde el Estado espa?ol, las personas de este origen, gran parte de ellas reci¨¦n llegadas, son mayor¨ªa en los Centros de Internamiento de Extranjeros. All¨ª son internadas sin ninguna consideraci¨®n a sus circunstancias individuales o a las posibilidades reales de ser repatriadas y sufren estancias m¨¢s largas que la media.
Despu¨¦s de todo ello, la gran mayor¨ªa son puestas en libertad sin que exista ning¨²n cauce que permita su regularizaci¨®n e integraci¨®n en la sociedad, aboc¨¢ndolas a una vida de precariedad y favoreciendo su exclusi¨®n social. En este contexto, es urgente priorizar las estrategias de acogida e integraci¨®n de personas extranjeras frente a una pol¨ªtica de retorno desproporcionada y discriminatoria, que genera un gran sufrimiento y obstaculiza la construcci¨®n de una sociedad cohesionada.
Bego?a Santos Olmeda pertenece a la? Asociaci¨®n Karibu
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