?rboles
La gente se ha ido concienciando ya de la necesidad de proteger la fauna en peligro pero no tanto de hacer lo mismo con nuestros bosques
Mientras que, como cada verano, el fuego convierte en cenizas parte de la masa forestal de un pa¨ªs que no est¨¢ sobrado de ¨¢rboles, una nueva enfermedad acaba de hacer su aparici¨®n en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica amenazando con diezmar diversas especies, los almendros y olivos entre ellas, como antes sucedi¨® con las palmeras, que hoy aparecen decapitadas por miles en nuestros paseos mar¨ªtimos y jardines, y antes a¨²n con los olmos, que desaparecieron en su totalidad por culpa de la grafiosis, incluido aqu¨¦l al que el portugu¨¦s Miguel Torga dedic¨® uno de sus m¨¢s bellos poemas: ¡°Na terra onde nasc¨ª h¨¢ um s¨® poeta?/ Os meus versos s?o folhas dos seus ramos¡¡± (En la tierra donde nac¨ª s¨®lo hay un poeta?/ Mis versos son hojas de sus ramas). La nueva enfermedad arboricida tiene un nombre pintoresco, xylella fastidiosa,pero de gracioso poco. Los agricultores y responsables de Agricultura de Alicante, que es donde se ha detectado el brote, est¨¢n muy preocupados por c¨®mo pueda afectar a sus diversas especies de ¨¢rboles y los de Andaluc¨ªa m¨¢s: en la regi¨®n de Apulia, en Italia, que es de donde procede el brote, tuvieron que arrancar m¨¢s de dos millones de olivos por culpa de la enfermedad.
La afectaci¨®n sucesiva de especies arb¨®reas por diferentes plagas y enfermedades preocupa a los agricultores pero no parece quitarle el sue?o al resto de la poblaci¨®n, la urbana en especial, para gran parte de la cual los ¨¢rboles son s¨®lo adornos o, en el mejor de los casos, una compa?¨ªa agradable cuando el calor aprieta con fuerza y obliga a buscar la sombra. La gente se ha ido concienciando ya de la necesidad de proteger la fauna en peligro, pero no tanto de hacer lo mismo con nuestros bosques.
Y eso en un pa¨ªs donde el desierto avanza imparable d¨ªa tras d¨ªa no deja de ser una irresponsabilidad que habr¨ªa que trasladar a cada uno de nosotros y no s¨®lo a aqu¨¦llos que con su negligencia o acci¨®n delictiva provocan incendios o a los que con su analfabetismo paleto arrancaron del borde de las carreteras los miles de chopos que, como en Francia siguen haciendo, les daban sombra con el argumento de su peligrosidad. Porque todos somos responsables de que en Espa?a el ¨¢rbol se siga considerando un adorno si no da fruto o dinero, como sucede con el paisaje en s¨ª.
?Cu¨¢nto tiempo tendr¨¢ que pasar para que comprendamos la dimensi¨®n de la frase del poeta franc¨¦s Claude Bobin que yo le le¨ª a otro poeta, mi paisano y amigo Jos¨¦ Antonio Llamas: ¡°Me gusta apoyar la mano en el tronco de un ¨¢rbol no para asegurarme de su existencia sino de la m¨ªa¡±?
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