El discurso del Rey

Con una tormenta en el horizonte de las relaciones entre Bruselas y Londres a causa de las negociaciones del Brexit, ayer se inici¨® finalmente la dos veces pospuesta visita de los reyes Felipe?VI y Letizia a Reino Unido. El caluroso recibimiento hecho al jefe de Estado espa?ol tanto por la reina Isabel y su familia como por el Gobierno y Parlamento brit¨¢nicos ha mostrado el excelente estado de relaciones y de intereses comunes entre Espa?a y Reino Unido y recordado el ¨¦xito de la anterior visita de Estado, que tuvo lugar hace 31 a?os bajo reinado de Juan Carlos?I.

Al excepcional despliegue protocolario realizado por la monarqu¨ªa brit¨¢nica se sum¨® la sesi¨®n conjunta de las dos c¨¢maras del Parlamento ¡ªlores y comunes¡ª a los que Felipe?VI dirigi¨® un mensaje que, acertadamente, recalc¨® la importancia de preservar las relaciones bilaterales durante y despu¨¦s del proceso de salida de Reino Unido de la Uni¨®n Europea. El Rey estuvo certero al expresar su pesar por la decisi¨®n adoptada por el pueblo brit¨¢nico, mostrando a la vez su m¨¢ximo respeto por la decisi¨®n tomada y comprometerse a trabajar para que, por encima de las diferencias, Espa?a y Reino Unido puedan hacer frente a los retos comunes que presenta el horizonte, especialmente en lo relativo a la lucha contra el terrorismo.

A pesar de su tono elogioso y amistoso, la intervenci¨®n ¡ªen su mayor¨ªa pronunciada en ingl¨¦s¡ª no pas¨® de puntillas por los temas m¨¢s espinosos. El Monarca no eludi¨® ni Gibraltar ni la reivindicaci¨®n de los derechos de los espa?oles presentes en Reino Unido que se ver¨¢n afectados por el Brexit. Pero adem¨¢s Felipe?VI record¨® a los miembros del Parlamento en activo m¨¢s antiguo del mundo el peso que tiene la econom¨ªa espa?ola mediante sus empresas y su capital en la econom¨ªa brit¨¢nica y su aportaci¨®n a la creaci¨®n de puestos de trabajo y el crecimiento de Reino Unido.

Lo sucedido en Londres contrast¨® con lo sucedido al otro lado del Canal, donde el negociador europeo para el Brexit, Michel Barnier, comenz¨® a dar muestras de estar al l¨ªmite de la paciencia ante el en¨¦simo intento brit¨¢nico de no asumir el pago de la factura de la que Londres deber¨¢ hacerse cargo antes de poder hablar de su futura relaci¨®n con la UE. El Gobierno brit¨¢nico debe aceptar que sus obligaciones con la UE no concluir¨¢n hasta el d¨ªa en que se consume su salida y que el mandato que ha recibido es el de sacar a su pa¨ªs de la Uni¨®n, pero no el de incumplir sus obligaciones.

En este contexto no ha ayudado en absoluto la irrupci¨®n en la discusi¨®n del ministro de Exteriores brit¨¢nico, Boris Johnson, quien con su habitual lenguaje provocador subray¨® que en Bruselas ¡°van listos¡± si pretenden cobrar a los brit¨¢nicos por marcharse de la Uni¨®n. Johnson har¨ªa bien en abandonar el lenguaje de la demagogia y abordar con la debida seriedad un complejo proceso en el que su pa¨ªs se juega mucho. La respuesta de Barnier, y por tanto de la UE, no puede ser m¨¢s l¨®gica: la Comisi¨®n Europea ya ha publicado nueve documentos explicando su posici¨®n mientras que la posici¨®n brit¨¢nica es completamente desconocida y el tiempo se agota. Como pidi¨® Felipe?VI en su discurso, los ciudadanos merecen certidumbres y garant¨ªas sobre el futuro.