Dos castigos
Cuando se utilizan naciones extranjeras para aderezar la batallita local, suele ocurrir que uno tropieza con la incoherencia y se da de bruces con la propia estupidez
Result¨® aleccionador observar los equilibrios dial¨¦cticos de la derecha y la izquierda espa?ola para afrontar el refer¨¦ndum opositor de Venezuela. Era rara su moderaci¨®n en el an¨¢lisis cuando no el silencio y la evasiva. ?Por qu¨¦? Pues porque en este caso concreto, la din¨¢mica venezolana contradec¨ªa las posiciones de unos y otros en la pol¨ªtica nacional espa?ola. Hasta ahora, Venezuela ha sido algo as¨ª como la carta que echa en el tapete el partido en el Gobierno cuando le afrentan con sus casos de corrupci¨®n, sus ministros de fusible fundido o la carencia de acci¨®n. Cada vez que sacan a pasear el nombre de Venezuela caen en eso que ya se considera un s¨ªndrome de incapacidad dial¨¦ctica consistente en recurrir a los nazis para enfrentarse a un rival. Ser¨ªa un chiste, si no rozara colateralmente la tragedia de un pa¨ªs hermano, sumido en una profunda crisis. Pero suele ocurrir cuando se utilizan naciones extranjeras para aderezar la batallita local, que uno tropieza con la incoherencia y se da de bruces con la propia estupidez.
La muerte del disidente cr¨ªtico Liu Xiaobo en siniestras condiciones ha vuelto a se?alar esas contradicciones que han sido tan insostenibles en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. La renuncia pragm¨¢tica a los valores democr¨¢ticos y humanitarios, sometidos y humillados por el esplendor financiero, han ido forzando en los a?os pasados un nuevo discurso atolondrado, inconsecuente y sonrojante, por el cual se demanda democracia y respeto a los derechos humanos en los pa¨ªses pobres y precarios, pero se aplaude y se jalea toda aquella dictadura que puede resultarnos ¨²til en las inversiones, el mercado internacional y la compra de deuda. No hace falta citar pa¨ªses para establecer las divisiones entre dictaduras buenas y dictaduras malas, bastar¨ªa con consultar los fondos de inversi¨®n en las Bolsas internacionales. Es la versi¨®n geopol¨ªtica de eso de las v¨ªrgenes progresistas y las v¨ªrgenes reaccionarias, aportaci¨®n hispana a las posverdades m¨ªsticas.
M¨¢s all¨¢ del folclore local, que nos da para 12 meses que parecen agosto de tontos y fr¨ªvolos que son, la tragedia de la disidencia china es doble. Porque en lugar de armarse de fortaleza en la acogida y eco exterior, recibe el segundo castigo en el silencio y el disimulo de los principales pa¨ªses democr¨¢ticos. Gracias al Premio Nobel de Xiaobo y a algunas valientes voces impertinentes, a¨²n podemos distinguir esa categor¨ªa que incluye la libertad de opini¨®n, de prensa, de elecci¨®n y de circulaci¨®n como valores imprescindibles que garantizan una democracia de m¨ªnimos. El resto es el obsceno dinero imponiendo el prestigio del poder.
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