Cosas que los ginec¨®logos deber¨ªan dejar de hacer
Hablamos con pacientes y doctores sobre situaciones inc¨®modas que todav¨ªa suceden en la consulta. Si te ves en alguna, no pienses que hay que aceptarlas
Dead ringers de David Cronenberg nos da una visi¨®n peliaguda de la ginecolog¨ªa. Cualquiera se estremece ante los instrumentos que usa ese equipo m¨¦dico vestido de rojo, pero por desgracia la realidad da m¨¢s miedo todav¨ªa. El a?o pasado sal¨ª de una consulta espantada. Ocurre a menudo. Encontrar profesionales de la ginecolog¨ªa preparados, sensatos y delicados es una tarea complicada pero no imposible. Si te ves en alguna de las siguientes situaciones, no pienses que as¨ª son las cosas y as¨ª hay que aceptarlas.
DOLOR
La primera vez que visit¨¦ una consulta ginecol¨®gica ten¨ªa trece a?os. Mi madre, convencida de que una mujer me har¨ªa sentir m¨¢s c¨®moda, escogi¨® una doctora. Este prejuicio tan extendido resulta totalmente inservible. El g¨¦nero no garantiza en absoluto la calidad del servicio. Aquella doctora me trat¨® con frialdad e impaciencia y, a la hora introducir esa especie de bast¨®n de o¨ªdo gigante para tomar muestras, grit¨¦. Un dolor agudo e inesperado me dej¨® sin aliento. Aterrorizada, buscaba sus ojos en busca de comprensi¨®n y amparo. Ella se mostr¨® sorprendida y me hizo algo de burla, como si la molestia le resultara inveros¨ªmil. Continu¨® ridiculizando mi flaqueza, llegando a enfadarse ante mis temblores. Este momento con el bast¨®n gigante es tan frecuente que cuesta creerlo.
A Mar¨ªa Yuste en la misma situaci¨®n le llegaron a espetar que si ya hab¨ªa estado con chicos no pod¨ªa dolerle, como si una molestia vaginal s¨®lo pudiera darse en caso de p¨¦rdida de virginidad, signifique esa atrocidad lo que se suponga que signifique. No es que te pidan que aguantes un poco. Eso lo entender¨ªa. Al negar la posibilidad de un dolor que te atraviesa, te est¨¢n sugiriendo dos ideas: que algo en ti no funciona bien, o que mientes. As¨ª que empiezas a preocuparte, a sentirte defectuosa, y el dolor se hace m¨¢s grande y m¨¢s extra?o. Despu¨¦s de esta experiencia Mar¨ªa ni siquiera era capaz de levantarse. Se hab¨ªa quejado, hab¨ªa rogado delicadeza, hab¨ªan ninguneado su malestar y estaba al borde del desmayo. A estas alturas, la mujer que hab¨ªa llevado a cabo el procedimiento se mostr¨® asombrada. ¡°?Y por qu¨¦ no me dices nada? Hab¨¦rmelo dicho y lo hubiera hecho m¨¢s suave¡±, se atrevi¨® a a?adir. La culpa, claro, suele ser tuya.
ASCO
Isabel de la Torre es enfermera, ha trabajado junto a ginec¨®logos a lo largo de distintos hospitales privados y ha llegado a presenciar actitudes de disgusto expl¨ªcito y hasta castigo por parte de m¨¦dicos. Ante la llegada de una mujer con un desgarro vaginal, Isabel estaba preocupada. Tras el reconocimiento hab¨ªa sido abandonada, sangrando en la silla, y se encontraba mal f¨ªsica y an¨ªmicamente. Isabel pidi¨® permiso al m¨¦dico para acomodar a la paciente y ayudarla a recomponerse. ¡°D¨¦jala ah¨ª¡±, respondi¨® con rabia el doctor, ¡°si ella est¨¢ follando mientras yo estoy trabajando, que se joda¡±. Pagar las frustraciones personales con una paciente accidentada y ansiosa es un asunto muy grave. En otra ocasi¨®n en la que una chica hab¨ªa intentado curar sin ¨¦xito una infecci¨®n vaginal introduci¨¦ndose un ajo, Isabel presenci¨® c¨®mo otro m¨¦dico la examinaba al tiempo que le gritaba que era una guarra, una sucia.
El a?o pasado me ocurri¨® a m¨ª, ca¨ª en el despiste maldito y me olvid¨¦ un tamp¨®n dentro. Cuando el ginec¨®logo lo descubri¨® entr¨¦ en un estado de t¨ªmido p¨¢nico porque conoc¨ªa bien los riesgos del S¨ªndrome de shock t¨®xico. ?l reaccion¨® con profundo asco y pas¨® r¨¢pidamente a maldecir el enorme saco de mujeres negligentes del que al parecer formaba parte. Me hizo sentir culpable, est¨²pida, avergonzada, incapaz de lidiar con mi propio cuerpo.
PRESI?N
Tras el percance con el tamp¨®n, el ginec¨®logo pas¨® a sugerir la idea de instalarme un dispositivo intrauterino como m¨¦todo anticonceptivo. Yo s¨®lo quer¨ªa irme de all¨ª. Sospecho que aprovech¨® una vulnerabilidad evidente para presionar con el asunto del DIU. Trat¨¦ de zanjar el tema aludiendo a los posibles efectos secundarios. ¡°No hay efectos secundarios¡±, insist¨ªa colocando una representaci¨®n a escala del aparato reproductor femenino ante mi rostro descompuesto. No quiso hablarme de los efectos secundarios que s¨ª existen y por los que estaba preguntando. Continu¨® explicando los datos m¨¢s b¨¢sicos de mi anatom¨ªa con condescendencia. Lo ¨²nico que persegu¨ªa era su beneficio econ¨®mico, venderle un producto a una clienta fr¨¢gil. El doctor Chapman, desde la cl¨ªnica Open House, reconocida por la amabilidad y calidad de sus servicios, se manifiesta as¨ª al respecto: ¡°Se me rompe el coraz¨®n al ver que otras cl¨ªnicas en este campo se frotan las manos al ver un cliente nervioso porque ser¨¢ altamente susceptible a gastar dinero¡±.
Jara P¨¦rez, psic¨®loga que acarrea lamentables vivencias de confusi¨®n y desamparo en este sentido, se pronuncia tajante sobre el tema: ¡°por lo general acudir a una consulta de ginecolog¨ªa es una experiencia en la que las mujeres nos sentimos vulnerables. Esto, hist¨®ricamente, puede deberse a que la sexualidad ha sido un tab¨². Pero esa sensaci¨®n de vulnerabilidad se ha visto alimentada por la forma que tienen de tratarnos en consulta. El sexo ya no es tan tab¨², lo que se sigue haciendo por parte de los profesionales de la salud en este ¨¢mbito es juzgar continuamente la actitud de la mujer frente a su sexualidad. Tratarnos como ni?as tontas que no sabemos lo que hacemos y poner en tela de juicio nuestras sensaciones y decisiones. Una mala experiencia aislada no tiene por qu¨¦ tener consecuencias negativas a nivel psicol¨®gico, pero si unimos esto a la concepci¨®n que se tiene del cuerpo y la sexualidad de la mujer en la sociedad, tenemos como consecuencia el sentimiento de vulnerabilidad, de verg¨¹enza, de sentirnos juzgadas.¡±
¡°Por lo general acudir a una consulta de ginecolog¨ªa es una experiencia en la que las mujeres nos sentimos vulnerables¡± Jara P¨¦rez ¨C psic¨®loga
JUICIOS
Si tus pr¨¢cticas sexuales van m¨¢s m¨¢s all¨¢ del novio formal y te est¨¢ tratando personal sin preparaci¨®n, puedes elegir entre ocultar ciertos datos para evitar el percance o prepararte para recibir un rapapolvo moral. Pertenecer al colectivo LGTB puede conducirte directamente a una experiencia indignante y traum¨¢tica. En las cl¨ªnicas convencionales no suelen estar al d¨ªa de pr¨¢cticas alternativas al coito y mucho menos de los riesgos que estas entra?an, prevenci¨®n o soluciones. Por supuesto, la promiscuidad est¨¢ muy mal vista. Celia Blanco, al solicitar las pruebas del VPH (virus del papiloma humano), se vio interrogada por una m¨¦dica joven que puso su sexualidad en entredicho, llegando a sugerir que la soluci¨®n m¨¢s f¨¢cil para sus problemas era que ella y su pareja ¡°dejaran de acostarse con tanta gente¡±. Se sinti¨® juzgada y sometida. Puso una queja y dej¨® claro en el centro que no quer¨ªa volver a encontrarse con ella. El doctor Chapman recalca la importancia de la actualizaci¨®n constante y de mantener una mentalidad muy abierta que ayude a acercarse al paciente sin juzgar, centr¨¢ndose en buscar soluciones pr¨¢cticas.
¡°Que traten tu cuerpo como algo sobre lo que tienen derecho a opinar sin respeto es algo com¨²n para las mujeres¡±, reflexiona Jara P¨¦rez, ¡°pero cuando lo hacen estando t¨² sin bragas y con las piernas abiertas, es demasiado, por lo que la mayor¨ªa de las veces nos quedamos bloqueadas. Que se d¨¦ por hecho que somos todas heterosexuales o que cuando les preguntas algo sobre salud sexual y reproductiva en un ¨¢mbito no heterosexual, no sepan responderte, da para pensar que o haces las cosas como marca el canon o no tienes derecho a informaci¨®n y cuidados.¡±
Los prejuicios llegan de las formas m¨¢s insospechadas. ¡°Tuve c¨¢ndida y no me quisieron recetar la crema para el chico con el que estaba. Seg¨²n dijo la m¨¦dica, era para nada porque ment¨ªan y no se la pon¨ªan¡±. Este testimonio de Laura C. impacta no s¨®lo por el prejuicio que entra?a hacia la totalidad de los hombres, sino porque la doctora estaba dejando sin resolver un problema de salud que compart¨ªan dos personas.
¡°Mucho queremos nuestro cuerpo para meternos en ese berenjenal cada vez que tenemos que asegurarnos de que todo est¨¢ bien aqu¨ª abajo¡±, concluye Jara. No podr¨ªa tener m¨¢s raz¨®n.
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