Sobre ¡®idos¡¯ e ¡®iros¡¯
Las disyuntivas gramaticales no se pueden dirimir de forma asamblearia. En la segunda persona del plural de imperativo de ¡®ir¡¯ bastaba con recomendar el 'idos' en el registro m¨¢s formal y advertir del uso de formas en -r- en el habla coloquial
Una peque?a minucia gramatical, la de la disyuntiva entre idos e iros, ha acaparado titulares, incluso de portada, tras un pronunciamiento ¡°liberalizador¡± de la Academia en favor de la segunda de esas formas.
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Querr¨ªa proceder, en virtud de mi condici¨®n de acad¨¦mico, a lo que en los usos parlamentarios se llama ¡°explicaci¨®n de voto¡±. Lo que deseo explicar no es un sufragio afirmativo o negativo a cierta propuesta que, en efecto, se someti¨® ¡ªdesdichadamente¡ª a votaci¨®n en una sesi¨®n acad¨¦mica, sino que mi postura fue en ella la ¨²nica que considero posible en un ling¨¹ista: la abstenci¨®n. Por la que algunos optamos despu¨¦s de intentar convencer a nuestros colegas de que las disyuntivas gramaticales no se pueden dirimir por v¨ªas (presuntamente) ¡°democr¨¢ticas¡±. En la gram¨¢tica, vaya por Dios, el asamblearismo est¨¢ fuera de lugar.
En espa?ol los imperativos de plural pierden la -d final cuando se les agrega el pronombre encl¨ªtico os. As¨ª, los de sentarse, volverse o salirse no son sentados, volvedos o salidos, sino sentaos, volveos, sal¨ªos. Sin embargo, esos hiatos (a-o, e-o, i-o) implican una cierta incomodidad articulatoria para los hispanohablantes, lo que favorece, al menos en ciertos niveles de lengua, la aparici¨®n de una consonante ¡°antihi¨¢tica¡±. Pues bien, en este caso, en el espa?ol hablado espont¨¢neo, en la comunicaci¨®n oral menos esmerada ¡ªy estas precisiones son de suma importancia¡ª, tal consonante de interposici¨®n resulta ser una -r-: sentaros, volveros, saliros. Y no por casualidad, sino por el hecho de que esa sea precisamente la terminaci¨®n del infinitivo.
Ante una votaci¨®n planteada en los t¨¦rminos que se plante¨®, s¨®lo cab¨ªa la abstenci¨®n
De que ello es as¨ª no hay duda, pues en la lengua hablada se produce la misma tendencia a que el infinitivo suplante al imperativo plural en -d, aun sin encl¨ªtico: es frecuente ¡°?Callar!¡±, en lugar de ¡°?Callad!¡±. El infinitivo, adem¨¢s, sirve muchas veces para dar instrucciones, es decir, para algo muy parecido a lo que se pretende con el imperativo, que es dar ¨®rdenes; por eso en las puertas se lee ¡°Empujar¡± o ¡°Tirar¡±.
El caso del imperativo de ir(se) es excepcional¨ªsimo, y no merec¨ªa tanto derramamiento de tinta. Si se prescinde de la -d- de idos el resultado es o ser¨ªa -¨ªos, forma en la que el verbo propiamente dicho quedar¨ªa reducido a la vocal t¨®nica ¨ª. Pero la lengua espa?ola no tolera que una palabra l¨¦xica (sustantivo, adjetivo, verbo, adverbio) experimente tal reducci¨®n de su sustancia f¨®nica que llegue a consistir en una simple vocal. S¨ª hay en cambio en espa?ol part¨ªculas (preposiciones y conjunciones) o interjecciones que consisten en una sola vocal.
As¨ª pues, la aparici¨®n de la -r- no es en iros, esencialmente, hecho distinto de la de esa misma consonante en sentaros, volveros, etc¨¦tera. Desde luego es especialmente frecuente en el caso de aquel verbo, por la rareza, ya explicada, de la situaci¨®n a que da lugar, es decir, como ¡°soluci¨®n¡± a la inc¨®moda elecci¨®n entre idos, forma an¨®malamente plena, e ¨ªos, forma inadmisiblemente exigua. Pero nada m¨¢s.
Un escritor que quiera reflejar el habla real en sus personajes no necesita que nadie le d¨¦ permiso
Pues bien, cuando en un pleno acad¨¦mico se suscit¨® la posibilidad de dar por bueno, en atenci¨®n a su frecuencia, el uso de iros como forma del imperativo de ir(se), algunos de los ling¨¹istas presentes fuimos del parecer de que la cuesti¨®n no se abordara en tales t¨¦rminos, y de que lo que la Academia se?alaba al respecto tanto en la Nueva gram¨¢tica de la lengua espa?ola como en el Diccionario panhisp¨¢nico de dudas era tan exacto y razonable que no requer¨ªa modificaci¨®n alguna. Bastaba y basta con que la Academia se?ale, como lo hace (NGLE, 42.3k), que en ¡°el habla coloquial¡± es frecuente que aparezcan las formas con -r- usadas como imperativos; que recomiende como preferible que en ¡°los registros m¨¢s formales¡± tal cosa no ocurra; y que se?ale, en fin, tanto en la gram¨¢tica (4.13i) como en el DPD, s. v. ir(se), el caso particular de idos, preferible a iros en la lengua cuidada.
No deja de ser parad¨®jico que algunos de los menos r¨ªgidos en materias normativas pareci¨¦ramos quedar alineados involuntariamente esta vez entre los partidarios (escasos) de no ¡°abrir la mano¡± en la cuesti¨®n de marras, la del dichoso iros. Aun reconociendo su frecuencia de empleo, dado que los hablantes tienden a no prestar atenci¨®n a los matices con que estas cuestiones se exponen, y que afectan, en este caso, a la esencial distinci¨®n de niveles ling¨¹¨ªsticos, tem¨ªamos que el mensaje pod¨ªa ser captado as¨ª: ¡°A partir de ahora, por especial liberalidad de la Academia, diga o escriba usted iros si le place, en lugar de idos, en cualquier circunstancia¡±. Esa posibilidad ha obligado a la Academia a advertir, en la nota que ha hecho p¨²blica sobre el asunto, que ¡°la forma m¨¢s recomendable en la lengua culta para la 2? persona del plural del imperativo de irse sigue siendo hoy idos¡±; y a se?alar inmediatamente a los usuarios ¡ªcomo temerosa de que estos se le desmanden ante manga tan ancha para aquel verbo¡ª que ¡°la aceptabilidad de iros no se debe extender a las formas de imperativo de los dem¨¢s verbos, para las que lo m¨¢s adecuado en la lengua culta sigue siendo prescindir de la r¡±.
Ante una votaci¨®n en los t¨¦rminos en que se plante¨® no nos cab¨ªa a algunos m¨¢s salida que la abstenci¨®n, por entender que un asunto as¨ª, sencillamente, no es ¡°votable¡±, y menos si no se formula en t¨¦rminos muy matizados y circunstanciados. Porque, adem¨¢s, ?qu¨¦ supone eso de ¡°dar v¨ªa libre¡± a un uso, o pasar a considerarlo ¡°correcto¡±, para quienes entendemos que la Academia no ha de ser un guardia de la porra que abra m¨¢s o menos la mano, sino ante todo un notario de los usos, consagrado a describirlos y explicarlos y, eventualmente, a ofrecer recomendaciones u orientaciones sobre los que son preferibles en unas u otras situaciones comunicativas? La nota de la Academia dice que iros est¨¢ extendida ¡°incluso entre hablantes cultos¡±. Claro. Es que su aparici¨®n en un mensaje no depende del nivel de lengua (que viene dado por la posici¨®n sociocultural del hablante), sino del nivel de habla (el tambi¨¦n llamado registro, que depende de la situaci¨®n comunicativa). Un escritor que quiera reflejar el idioma real por boca de sus personajes o por la propia no necesita que nadie le d¨¦ ¡°permiso¡± para hacerlo.
Pedro ?lvarez de Miranda es catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y miembro de la Real Academia Espa?ola.
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