Los estropicios de la semana

No hay semana sin estropicio. Y a veces dos. Un bofet¨®n interno, con trascendencia incluso para el futuro de esta presidencia es el fracaso en el Senado de la anulaci¨®n del Obamacare, la contrarreforma sanitaria prometida en la campa?a electoral y anhelada por su electorado republicano. El otro bofet¨®n exterior es la reuni¨®n de una hora con Putin, ocultada durante diez d¨ªas a la opini¨®n p¨²blica, solo con un int¨¦rprete ruso del Kremlin y sin testigos, al t¨¦rmino de una cena del G20 en Hamburgo el pasado 7 de julio.

Uno y otro estropicio confluyen en el cerco al presidente. La inagotable paciencia del Partido Republicano con Trump tiene un l¨ªmite: la agenda legislativa. Si los incumplimientos presidenciales la vac¨ªan, habr¨¢ un momento en que los republicanos le abandonar¨¢n, como ya lo han hecho los cuatro senadores que han desertado de su contrarreforma. El nuevo episodio de la rocambolesca relaci¨®n de Trump con Mosc¨², que tiene ya a tres comisiones parlamentarias y a un fiscal especial sobre la pista, reaviva la inquietud sobre la ca¨®tica gesti¨®n de las relaciones exteriores de Estados Unidos.

?De qu¨¦ pudieron hablar Trump y Putin durante una hora al t¨¦rmino de la cena? Solo el Kremlin lo sabe. El portavoz del presidente nada dijo hasta que empez¨® a circular la noticia. No se sabe tampoco que el propio presidente haya comunicado nada a nadie, a pesar de que en su viaje de vuelta tuvo una larga y distendida charla con la prensa.

A pesar de los esfuerzos de la Casa Blanca por quitar hierro al asunto, no tiene nada de normal una reuni¨®n incontrolada como la que sostuvo Trump con Putin, el mismo d¨ªa en que tuvo otra formal de m¨¢s dos horas, con asistencia del secretario de Estado, Rex Tillerson. No fue un periodista, sino un polit¨®logo, Ian Bremmer, presidente de la consultora Eurasia Group, quien difundi¨® la noticia en su bolet¨ªn y la explic¨® con detalle a varias radios y televisiones. Bremmer la obtuvo directamente de boca de algunos asistentes a la cena, ¡°desconcertados, confundidos y asustados¡± por el largo e ins¨®lito aparte, lleno de cordialidad, que realizaron Trump y Putin en un rinc¨®n de la larga mesa. ¡°Nunca en mi vida como polit¨®logo hab¨ªa visto dos pa¨ªses importantes con una constelaci¨®n de intereses tan disonantes, mientras que ambos l¨ªderes parecen estar haciendo todo lo posible para ser amables y estar cerca uno del otro¡±, remach¨® Bremmer.

Este episodio evidencia una vez m¨¢s que Donald Trump est¨¢ fuera de control. El Departamento de Estado, infradotado y con presupuesto recortado, apenas cuenta en las relaciones exteriores. La Casa Blanca, donde todo se decide, est¨¢ en manos de la familia y de los asesores, en buena parte peleados entre s¨ª. Rusia se ha convertido ya en el caso central de esta presidencia, por las interferencias en las elecciones, por el ascendente del grupo de presi¨®n ruso y, sobre todo, por la fascinaci¨®n de Trump con Putin, al que quiere caer simp¨¢tico a toda costa. Este es el ¨²ltimo y quiz¨¢s m¨¢s destacado enigma, cuya resoluci¨®n, quien sabe si a cargo del fiscal especial, puede conducir a resolver todos los otros.