El ¡®proc¨¦s¡¯ avanza, la reforma horaria puede esperar

En el comienzo de la legislatura, para demostrar que el proyecto de desconexi¨®n de Catalu?a iba acompa?ado de ideas modernizadoras y de cohesi¨®n social, el Gobierno de Carles Puigdemont se comprometi¨® a sacar adelante algunas reforma de calado. Entre ellas figuraba un proyecto de reforma horaria que deb¨ªa aplicarse a partir de 2017 a partir de los trabajos de una comisi¨®n parlamentaria. El proc¨¦s hacia la desconexi¨®n (o hacia el choque de trenes) acelera en Catalu?a, pero la reforma horaria encalla, no por falta de consenso, sino por falta de impulso. Parece que es m¨¢s f¨¢cil gobernar la utop¨ªa, aunque implique grandes riesgos, que concretar unos cambios que ponen a prueba la capacidad de transformaci¨®n y de innovaci¨®n social desde las instituciones.

La reforma horaria es un ambicioso proyecto que se inici¨® en 2014 y ha concitado hasta ahora el consenso de todas las fuerzas pol¨ªticas, algo que en el actual clima de Catalu?a resulta ciertamente meritorio. El trabajo de una comisi¨®n de expertos ha permitido definir las reformas necesarias para poner el reloj de la vida catalana en sinton¨ªa con el de otros pa¨ªses europeos cuyos ciudadanos, gracias a unos horarios diferentes, son m¨¢s productivos, tienen m¨¢s tiempo para el ocio y duermen m¨¢s. Para conseguirlo hay que cambiar en primer lugar la jornada laboral: comenzar antes, comer en menos de una hora y terminar m¨¢s temprano. En estos momentos, un 50% de la fuerza laboral trabaja m¨¢s all¨¢ de las seis de la tarde y un 30% m¨¢s all¨¢ de las siete. Tambi¨¦n hay que adelantar la apertura y cierre de los comercios; introducir horarios laborales m¨¢s flexibles y formas de trabajo no presencial y acompasar el horario de los colegios y de los servicios p¨²blicos al nuevo ritmo laboral. La bater¨ªa de medidas incluye adelantar los informativos y el prime time de la televisi¨®n.

Todo ello exige cambios normativos. Pero a la hora de concretar, el Gobierno catal¨¢n, con el concurso de la CUP, ha fijado para 2025 la entrada en vigor del proyecto, plazo que las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas consideran excesivo. Largo me lo fiais, han dicho. Demasiado largo y demasiado vago en ciertas cuestiones. Por ese motivo, a la hora de poner la firma sobre el Pacto por la Reforma Horaria ¡ª que ya ha recibido el apoyo de 110 organismos como Ayuntamientos, diputaciones, patronales, sindicatos, universidades y colegios profesionales¡ª solo lo hicieron Junts pel S¨ª y la CUP. El resto de partidos reiter¨® su apoyo al acuerdo, pero exigi¨® m¨¢s determinaci¨®n a la hora de aplicarlo.

Es una l¨¢stima, porque las pruebas piloto que se han hecho demuestran que el cambio es factible y permite mejorar la productividad, llevar una vida m¨¢s sana y conciliar mejor la vida laboral y familiar. Seis empresas y 23 instituciones p¨²blicas y privadas aceptaron poner a prueba las propuestas. Su experiencia ha sido en general positiva. Consensuadas las medidas, se discut¨ªa el modo de aplicarlas: si se hac¨ªa en forma de momento cero, es decir, todas las medidas a la vez a partir de un momento, o se optaba por una implantaci¨®n en cascada. Pero parece que hay otras prioridades.