El pepino
Queremos creer que en septiembre averiguaremos por fin qu¨¦ pasa, qu¨¦ nos pasa. Ojal¨¢ fuera as¨ª, pero mucho nos tememos que no
Se advierte en los analistas pol¨ªticos un cansancio que no corresponde al agotamiento preveraniego, sino a algo m¨¢s profundo, cercano a la depresi¨®n. Atrapados en una noria ideol¨®gica en la que los pensamientos que suben son id¨¦nticos a los que bajan, en vez de aclararnos lo que ocurre, nos trasmiten un estado de perplejidad que no logran ocultar sus tecnicismos. Y no nos referimos a la cuesti¨®n catalana. Hablamos de la cuesti¨®n a secas. The question, por aludir brevemente a Shakespeare. Ser o no ser. No saben, no sabemos qu¨¦ es lo mejor. Tampoco los partidos pol¨ªticos dan muestras de una agudeza fuera de lo com¨²n. As¨ª las cosas, queremos creer que agosto, pese al calor, refrescar¨¢ las neuronas y que en septiembre averiguaremos por fin qu¨¦ pasa, qu¨¦ nos pasa. Ojal¨¢ fuera as¨ª, pero mucho nos tememos que no.
Nos lo dice el rumor de fondo. No se trata de que haya una pieza suelta en la maquinaria. Es que nos hemos cargado el palier, que dir¨ªa un mec¨¢nico. O el ¨¢rbol de levas, no s¨¦, algo que afecta a la estructura. Al dejar caer la ginebra sobre el hielo, para el combinado de media tarde, escuchamos un crujido que es la met¨¢fora del que ha provocado el desgajamiento de un iceberg del tama?o de 10 ciudades como Madrid, dicen, y un bill¨®n de toneladas de peso. Como si los dioses estuvieran prepar¨¢ndose un gin-tonic mientras contemplan con desd¨¦n las desventuras de este peque?o mundo nuestro. Y mientras los dioses se aturden con su alcohol y nosotros con el nuestro, el iceberg se desplaza sin rumbo por el oc¨¦ano como un barco fantasma, lleno hasta los bordes de cad¨¢veres. Si pudi¨¦ramos asomarnos para ver la cara de los muertos, nos ver¨ªamos a nosotros, como en un espejo. A mi gin-tonic le falta la raja de pepino.
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