El mayor espect¨¢culo del mundo
El ¡®proc¨¦s¡¯ es una palabra sagrada, que exige fe y cumplimiento de un dogma
Juguemos a contemplar Espa?a desde un mirador. Pensemos que no somos espa?oles, ni catalanes, ni siquiera europeos. Somos solo seres humanos que contemplan. En estos d¨ªas es imposible apartar la mirada del proc¨¦s, como result¨® dif¨ªcil en los a?os pasados permanecer indiferente ante la invenci¨®n de este eufemismo que se fue imponiendo desde el ejercicio del poder hasta su canonizaci¨®n como mantra. El proc¨¦s es m¨¢s que una palabra, es un c¨®digo depositado en el cerebro de miles de personas, una orden subvencionada desde el Govern e inoculada en los medios de comunicaci¨®n y en el cuerpo de muchos funcionarios p¨²blicos para que ellos sean tambi¨¦n proclamadores y ejecutores del mantra. El proc¨¦s es una palabra sagrada, que exige fe y cumplimiento de un dogma, como hemos comprobado con la dimisi¨®n de Albert Battle porque insisti¨® en ser ¨¢rbitro de la legalidad. Su sucesor, Pere Soler, que practicaba su apostolado en Twitter, ahora predica como obispo de las fuerzas del orden. El proc¨¦s es un im¨¢n que re¨²ne a los adeptos y expulsa a los rebeldes. En Catalu?a, se ve que no deber¨ªas disentir de la palabra. Se trata de una palabra impuesta. De la que, sin embargo, puedes beneficiarte.
En Catalu?a, el circo consiste en la creaci¨®n de un Estado
Su significado ha unido a una buena parte de los pol¨ªticos catalanes y de sus beneficiarios, enemigos de anta?o, en un objetivo com¨²n: el trozo delicioso de territorio y de prebendas. Desde lejos, desde el mirador, da la impresi¨®n de que no importa tanto ser catal¨¢n como ser propietario. El proc¨¦s resulta avaricioso en sus prisas y en sus artima?as legales. Los pol¨ªticos de Barcelona, y tambi¨¦n los de Madrid, han conseguido que el proc¨¦s sea la palabra m¨¢s importante de Espa?a, imponi¨¦ndosela a sus ciudadanos, progresivamente, tanto a los que no sab¨ªan que iban a estar de acuerdo con ella como a los que no lo est¨¢n. Inquieta su coincidencia con el t¨ªtulo de la novela de Kafka. Porque, como su protagonista, Joseph K., hemos recibido desde el poder una sentencia ante la que no podemos hacer nada. ¡°No entiendes los hechos¡±, explica Kafka. ¡°La sentencia no se dicta de repente: el proceso se convierte poco a poco en sentencia¡±.
Parece que la gente no importa realmente en el proc¨¦s, ni siquiera la que desea con ardor la independencia de Catalu?a. O que importa solo por ese deseo. Sin embargo, todos, tambi¨¦n los del proc¨¦s, somos la misma gente. Solo hay que ver Verano 1993, la prodigiosa pel¨ªcula de Carla Sim¨®n, directora catalana que, afortunadamente para nuestra riqueza cultural, rueda en catal¨¢n. Cuenta nuestra infancia, cuando no pens¨¢bamos en la pol¨ªtica. ?ramos el otro, pero tan parecidos, que seremos el mismo, queramos o no. Sin embargo, los productores del proc¨¦s est¨¢n empa?ados en que sigamos viendo una pel¨ªcula vetusta: El mayor espect¨¢culo del mundo. Solo que aqu¨ª el circo consiste en la creaci¨®n de un Estado. Desde el mirador vemos la irresponsabilidad de los acr¨®batas, y, sobre todo, los intrigantes esfuerzos del director para seguir atrapando a su p¨²blico.
Ernesto P¨¦rez Z¨²?iga es escritor. Su ¨²ltima novela es No cantaremos en tierra de extra?os (Galaxia Gutenberg, 2016).
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