El m¨¢s grande de los festivales peque?os cumple 70 a?os

Cuando a eso de las diez de la noche del pr¨®ximo mi¨¦rcoles ruja en pantalla el leopardo, emblema del evento, en la inmensidad de la Piazza Grande de Locarno se estar¨¢n celebrando los 70 a?os de vida de uno de los m¨¢s antiguos festivales de cine del mundo. El suizo est¨¢ considerado por los especialistas como ¡°el m¨¢s grande de los festivales peque?os¡±. Y es que si bien Locarno no puede compararse en poder¨ªo con Cannes, Toronto, Venecia o Berl¨ªn, su prestigio es inmenso y entra en el siguiente grupo de festivales internacionales de ¡°nivel A¡±. Tal es la importancia de este evento para su pa¨ªs, que el Festival de Locarno decora los nuevos billetes de 20 francos suizos.

Fundado en 1946 e inaugurado con la proyecci¨®n de Roma, ciudad abierta, de Rossellini, Locarno ha destacado siempre por su querencia por cinematograf¨ªas m¨¢s bien alejadas de lo convencional y las rutas comerciales. De hecho, no es nada extra?o que los filmes que se alzan con el preciado Leopardo de Oro no conozcan (casi) distribuci¨®n comercial y queden confinados a circuitos confidenciales para entendidos. Pero a pesar de ello, el festival ha conseguido un delicado equilibrio entre arte y comercio. Es as¨ª que logran convivir alegremente Harrison Ford y Lav Diaz, Susan Sarandon y Ra¨²l Ruiz, o el estreno mundial ¡ªmomento inolvidable¡ª de La vida de los otros con la obra de Albert Serra, muy apreciada a orillas del lago Maggiore.

Pero como ocurre en tantos campos de esta era digital, Locarno se enfrenta tambi¨¦n a inmensos desaf¨ªos. Tal como recordaba su incombustible presidente, Marco Solari, los festivales deben repensar radicalmente ¡°la forma en que las nuevas generaciones ver¨¢n las im¨¢genes¡±. Dado que los j¨®venes de hoy no parecen entender el cine como sus mayores, ser¨¢ necesario desarrollar nuevas estrategias si los festivales de cine quieren tener un futuro. Una dura realidad que no afecta solo a Locarno.