Matonismo ruinoso
O se erradica la violencia contra el turismo o acabar¨¢ con la industria
La insensata multiplicaci¨®n de actos vand¨¢licos, algunos de ellos de car¨¢cter muy grave, contra los turistas en Catalu?a, Valencia y Baleares, requiere una respuesta contundente de los partidos pol¨ªticos y de los responsables p¨²blicos. Los actos de intimidaci¨®n contra los turistas en Barcelona o los ataques a siete hoteles de la capital catalana constituyen un ejercicio de matonismo inaceptable; la primera obligaci¨®n de los Ayuntamientos implicados en esta campa?a de violencia, desatada contra los supuestos excesos de la afluencia tur¨ªstica, debe ser la de cortar de ra¨ªz el fen¨®meno, actuar con firmeza con medidas administrativas y de seguridad y, por supuesto, participar activamente en las denuncias que presenten las empresas afectadas.
No es casual que el matonismo contra los turistas aflore cuando desde las instituciones catalanas m¨¢s pr¨®ximas al independentismo se practica un desprecio creciente por la ley, se cultiva el enfrentamiento entre legitimidades reales o ficticias y se proclama el cumplimiento de objetivos pol¨ªticos ¡ªen este caso, la independencia¡ª ¡°a cualquier precio¡±. El desd¨¦n por la legalidad es el primer paso para dar por buenas la coacci¨®n y la violencia. El siguiente paso es la ruptura social. Los grupos responsables de la campa?a violenta, denominados Arran Pa?sos Catalans, junto con otros grup¨²sculos adscritos a la izquierda anticapitalista, han tomado como bandera la protesta contra el turismo alentados probablemente por una atm¨®sfera pol¨ªtica caracterizada por el ¡°todo vale¡±.
Editoriales anteriores
El turismo es una industria decisiva para la econom¨ªa espa?ola (y m¨¢s a¨²n para la catalana). Representa m¨¢s del 11% del PIB y sostiene el crecimiento (por encima del 3% anual) con un aumento persistente de la afluencia de visitantes y del gasto por turista (casi 38.000 millones durante el primer semestre).
El ¨¦xito tur¨ªstico de un pa¨ªs depende de sus condiciones naturales y de la confianza que sea capaz de inspirar en los viajeros potenciales. Durante d¨¦cadas, millones de turistas brit¨¢nicos, alemanes y franceses han depositado su confianza en la estabilidad pol¨ªtica y social de Espa?a y en la calidad de sus estructuras de ocio. Pero esa credibilidad puede destruirse en muy poco tiempo si se extiende la idea de que aqu¨ª se recibe a los turistas con amenazas, intimidaciones y violencia directamente sobre sus personas. La industria tur¨ªstica de varios pa¨ªses ha pagado con la desaparici¨®n las consecuencias de la inestabilidad y el desorden en las calles. As¨ª pues, est¨¢ m¨¢s que justificada la alarma de los empresarios tur¨ªsticos, no s¨®lo por la multiplicaci¨®n de actos vand¨¢licos sino por la indiferencia mostrada por las Administraciones p¨²blicas regionales.
El amedrentamiento y la violencia son rechazables por principio. Simplemente evidencian rabia, confusi¨®n e incompetencia. El tratamiento para reordenar el mercado tur¨ªstico se conoce ya. Incluye una regulaci¨®n racional de los servicios tur¨ªsticos, la aprobaci¨®n de impuestos selectivos y moderados que contribuyen a mejorar las infraestructuras p¨²blicas, campa?as para diversificar la oferta (algo m¨¢s que sol y playa) y actuar espec¨ªficamente contra los efectos indeseados en algunos mercados, como el inmobiliario.
Nada puede justificar la proliferaci¨®n del matonismo antitur¨ªstico. Hay que evitar que este tipo de vandalismo se extienda y genere justificaciones aberrantes, imbricadas con la pol¨ªtica. Ayuntamientos y autonom¨ªas tienen que concertarse para eliminarlo, al margen de simpat¨ªas pol¨ªticas o proximidades estrat¨¦gicas. La violencia consentida puede arruinar una industria decisiva para la econom¨ªa; adem¨¢s, destruye la confianza en la ley como principio de prosperidad.
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