Venezuela, el elefante en la habitaci¨®n
El r¨¦gimen bolivariano se mantiene hoy gracias a un aparato represivo, militar, policial y de inteligencia dise?ado y controlado por oficiales y funcionarios cubanos. El problema es convencerlos para que se vayan. Y a cambio de qu¨¦
Las im¨¢genes no destacan por su novedad. Dos docenas de indios amaz¨®nicos ¡ªhombres, mujeres y muchos ni?os¡ª acampan a cielo abierto al borde de una autopista. La voz en offinforma que estamos en Boa Vista, capital del Estado brasile?o de Roraima, lim¨ªtrofe con Venezuela. Pobreza, mendicidad, abandono: nada nuevo bajo el sol americano. Salvo por el detalle de su origen. Esos indios que, pese a todo, sonr¨ªen a la c¨¢mara, son warao. Uno de ellos, un hombre joven, resume su odisea. Semanas de viaje, a pie la mayor parte del trayecto, para recorrer los 900 kil¨®metros que separan Tucupita, la capital del Estado Delta Amacuro, de Pacaraima, primera poblaci¨®n tras la frontera meridional de Venezuela.
Los warao ¡ªentre 20.000 y 30.000 actualmente¡ª son uno de los cuatro principales grupos ind¨ªgenas de Venezuela. Por primera vez abandonan sus viviendas, espoleados por el hambre, las enfermedades, la falta de medicinas, la violencia de militares y bandas armadas. S¨ª, esta es la novedad. Los warao han sobrevivido a todo, a 300 a?os de conquista y colonizaci¨®n, a las sangrientas montoneras del siglo XIX, a los buscadores de caucho, los garimpeiros, la tuberculosis y el sida sin moverse de su hogar ancestral, ese Orinoco que debe su nombre a la lengua que hablan desde hace milenios. A lo que no se ven capaces de sobrevivir es al socialismo del siglo XXI.
El derecho de injerencia humanitaria reclama ser ejercido. Sin rodeos, pero con inteligencia
No solo ellos huyen de su pa¨ªs natal. Los warao acompa?an en su suerte migratoria a los m¨¢s de 12.000 ciudadanos venezolanos que han entrado y permanecen en Brasil desde 2014. Solo en los ¨²ltimos diez meses, m¨¢s de 350.000 han emigrado a Colombia. Seg¨²n Human Rights Watch, las solicitudes de permisos de residencia en Argentina por venezolanos han aumentado en m¨¢s del doble desde 2014, y en m¨¢s de cuatro veces el n¨²mero de visas otorgadas por Chile. Desde 2017, venezolanos son los primeros en la lista de solicitantes de residencia en Uruguay, y la de Per¨² ha sido tramitada por m¨¢s de 10.000 solo en lo que va de a?o. En 2016, Venezuela se convirti¨® en el primer pa¨ªs de origen de solicitantes de asilo en Estados Unidos. Y estas cifras son anteriores a la debacle de julio, causada por la imposici¨®n por el r¨¦gimen venezolano, tras cuatro meses de protestas c¨ªvicas reprimidas con pavorosa violencia armada, de una Constituyente que busca eliminar todo vestigio de legalidad constitucional y que anuncia la muerte oficial de lo poco que quedaba de democracia en el pa¨ªs.
La crisis migratoria venezolana ¡ªya puede llam¨¢rsela por su nombre¡ª comenz¨® a gestarse mucho antes de la etapa madurista del chavismo, y es apenas la ola m¨¢s avanzada del tsunami que amenaza a los pa¨ªses de la regi¨®n. La grav¨ªsima crisis humanitaria que sufren los venezolanos ha sido causada por un gobierno que ha destruido 40% del PIB per capita en solo cuatro a?os, y hoy Venezuela es, como documenta el equipo de trabajo dirigido desde Harvard por el economista Ricardo Hausmann, el pa¨ªs m¨¢s endeudado del mundo. ¡°La cat¨¢strofe econ¨®mica de Venezuela ¡ªse?ala Hausmann¡ª eclipsa cualquier otra de la historia de Estados Unidos, Europa Occidental, o el resto de Am¨¦rica Latina¡±. Despu¨¦s de a?os de dilaci¨®n en la b¨²squeda de soluciones, parece que la comunidad internacional y en primer lugar los pa¨ªses de la regi¨®n, que ser¨¢n los m¨¢s afectados por el tsunami venezolano, dan muestras de querer intervenir. S¨ª, intervenir: no hay por qu¨¦ asustarse. El derecho de injerencia humanitaria, en un caso como el venezolano, reclama ser ejercido. Sin rodeos, pero con inteligencia.
Las sanciones econ¨®micas, por ejemplo, no ser¨ªan efectivas con un Gobierno como el venezolano, que se ha mantenido inc¨®lume a pesar del derrumbe econ¨®mico y material del pa¨ªs. No es la primera vez que un r¨¦gimen tir¨¢nico decide sacrificar a sus ciudadanos antes que entregar el poder. Fue lo que hizo Ceaucescu en los a?os ochenta, es lo que lleva tres d¨¦cadas haciendo Mugabe en Zimbabue, es lo que hace Bachar el Asad con Siria o lo que queda de este pa¨ªs. Si Estados Unidos impusiera sanciones al petr¨®leo venezolano, la poblaci¨®n apenas sufrir¨ªa m¨¢s de lo que ya padece. Entre 2013 y 2017, la producci¨®n de petr¨®leo en Venezuela, que ya se hab¨ªa contra¨ªdo casi un cuarto en la d¨¦cada anterior, se redujo un 17%, y la calidad del que ahora exporta se ha degradado tanto que uno de los principales importadores estadounidenses, la refinadora Phillips 66, ha recortado sus importaciones de crudo venezolano en m¨¢s de dos tercios en lo que va de este a?o. Las sanciones al petr¨®leo venezolano son superfluas, el r¨¦gimen ya ha destruido su producci¨®n.
Las sanciones al petr¨®leo son superfluas, el r¨¦gimen ya ha destruido su producci¨®n
Un r¨¦gimen que se mantiene econ¨®micamente con la venta a m¨¢s de media docena de pa¨ªses, incluidos China y Rusia, de actuales y futuras explotaciones petrol¨ªferas de la Faja del Orinoco y del llamado Arco Minero, un territorio de m¨¢s de 110.000 kil¨®metros cuadrados rico en bauxita, hierro, colt¨¢n, diamantes y oro. Por no hablar del narcotr¨¢fico, principal fuente rentista de al menos uno de los cuatro bandos que hoy anidan en las Fuerzas Armadas (FANB). Tras 18 a?os de gobierno indiviso, el chavismo ha logrado al fin ¡°diversificar¡± la econom¨ªa del pa¨ªs, aunque no para bien de los venezolanos.
Si la crisis venezolana no es atajada, el tsunami puede afectar gravemente tambi¨¦n a otros pa¨ªses de la regi¨®n. El pa¨ªs es un polvor¨ªn de desgobierno, con m¨²ltiples focos de violencia aun dentro de la FANB, y armado hasta los dientes. M¨¢s de 15 millones de armas ligeras se calcula que circulan entre una poblaci¨®n de 31 millones, y sobrecoge pensar que el armamento militar de origen ruso en el que Ch¨¢vez invirti¨® millardos de d¨®lares, incluidos misiles superficie-aire port¨¢tiles, pueda nutrir alguna red de contrabando de las muchas alentadas por el Gobierno.
El r¨¦gimen venezolano hoy se mantiene gracias a un aparato represivo, militar, policial y de inteligencia dise?ado y controlado por oficiales y funcionarios cubanos. Este es el elefante del t¨ªtulo. Todos lo saben, dentro y fuera de Venezuela, pero se suele esquivar el asunto. Tal vez porque la extraordinaria resiliencia del castrismo augura una dif¨ªcil soluci¨®n al desastre venezolano. Y porque Venezuela es, para Cuba, no solo un respaldo econ¨®mico (aunque en menos cantidades, Venezuela sigue entregando petr¨®leo casi gratuitamente a la isla) sino el ¨²ltimo basti¨®n de sus ambiciones geopol¨ªticas. Todo un s¨ªmbolo para la Revoluci¨®n y ¨²nico sost¨¦n franco de la dictadura m¨¢s longeva de Am¨¦rica. C¨®mo convencer a Cuba de que retire a sus ¡°asesores¡± (el n¨²mero ha disminuido, pero eran 45.000 cuando Maduro lleg¨® al poder). Y a cambio de qu¨¦, sobre todo.
Esta ser¨¢, sin duda, la tarea m¨¢s dif¨ªcil para quienes se sienten a negociar el futuro de Venezuela. Que sea muy pronto, antes que nada quede de la Tierra de Gracia.
Ana Nu?o es escritora.
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