Tiene un deber
Nada le impide lanzar en la Diada una proclama a los catalanes en catal¨¢n
Cuando el di¨¢logo est¨¢ roto, cuando la amenaza unilateral impera, cuando el ¨²nico contacto es o protocolario o judicial, ?queda alg¨²n margen para la iniciativa pol¨ªtica?
Es una pregunta rara porque el Gobierno espa?ol ha carecido casi completamente de iniciativa m¨¢s all¨¢ de la indispensable estrategia jur¨ªdica en pro de la defensa de la legalidad democr¨¢tica. Pero aunque sea extra?a resulta pertinente, porque todos los litigios hist¨®ricos que se han encauzado hacia buen puerto han combinado firmeza y flexibilidad, valores y renuncias, eso que vulgarmente se conoce como palo y zanahoria.
Planteado por la Generalitat secesionista el ultim¨¢tum de que se asuma un refer¨¦ndum unilateral e ilegal (y ya no ning¨²n otro de otro g¨¦nero), verificada su proclividad a emprenderlo de manera que divide a los ciudadanos catalanes, y comprobada la trayectoria de desaf¨ªo a la normativa democr¨¢tica, queda poco espacio para una negociaci¨®n inmediata, el escenario que deber¨ªa haber imperado en todo momento. Poco, m¨¢s bien ninguno.
Pero si hasta octubre no hay margen para negociar, s¨ª lo hay para dialogar. Desde luego entre los ciudadanos y sus representantes. Y lo hay tambi¨¦n para que los gobernantes emitan se?ales, realicen gestos y perge?en s¨ªmbolos de que se pretende una salida pactista. Confiar en un ¨¦xito del Estado de derecho no debe equivaler a perseguir una humillaci¨®n de los secesionistas (entre otras cosas, son bastantes) y, menos a¨²n, en una derrota de los catalanes como colectividad. Solo puede confiarse en una soluci¨®n dialogada al encaje de Catalu?a en Espa?a si antes del 1 de octubre se dan se?as de que se pretende que a partir del 2 de octubre la convivencia (entre las fuerzas que sean del caso), incluso la complicidad, vuelva a ser posible. Y pistas que faciliten tambi¨¦n la reconciliaci¨®n de la fragmentada ciudadan¨ªa catalana: el malhadado envite refrendario provocar¨¢ heridas, y habr¨¢ que suturarlas; generar¨¢ frustraciones, y deber¨¢n ser cauterizadas. Esa asignatura no se aprobar¨¢ solo con la aplicaci¨®n de la ley, sino que requerir¨¢ tambi¨¦n de pol¨ªtica y se?ales.
Hay que prefigurarla desde ya. Los gestos no son concesiones. La intenci¨®n de entenderse no equivale a ninguna rendici¨®n. El reconocimiento del hecho diferencial y del ¨ªmpetu nacional catal¨¢n no implican p¨¦rdida de ventajas negociadoras, a no ser que se pretenda un resultado de vencedores (alica¨ªdos) y vencidos (provisionales). Nada impide al presidente del Gobierno lanzar en la pr¨®xima Diada del 11 de septiembre una proclama a los catalanes, y en su lengua propia, aclarando que su intenci¨®n despu¨¦s del d¨ªa D es sentarse a dibujar en com¨²n el futuro com¨²n. ?En lengua catalana? Pues claro, como hace el rey Felipe; como hacen en los distintos idiomas de sus pa¨ªses el primer ministro belga o el presidente de la Confederaci¨®n Helv¨¦tica; como cualquier responsable de una naci¨®n multiling¨¹e y pluricultural.
Una proclama as¨ª, desprovista de cursis declaraciones emocionales, podr¨ªa activar la fibra sensible m¨¢s ¨ªntima y determinante de los catalanes, incluso de su identidad m¨²ltiple, superpuesta y cambiante: la pasi¨®n indeclinable por su lengua. ?S¨®lo un gesto? dir¨ªan algunos. Obvio, pero los ciudadanos no se alimentan solo de lo tangible-material; tambi¨¦n de lo ideal-espiritual: los garbanzos y el himno (mejor de la alegr¨ªa). El cemento m¨¢s s¨®lido de una sociedad avanzada y compleja se llama reconocimiento (de la diferencia) y respeto (a quien la encarna).
?Nada m¨¢s all¨¢ del gesto? Lo ideal ser¨ªa que este apuntase, adem¨¢s, horizontes: la voluntad de crear un grupo de sabios para inventariar problemas; de convocar una comisi¨®n parlamentaria para desbrozar medidas; de establecer una mesa para un di¨¢logo estructurado sobre las propuestas recibidas (de los presidentes Artur Mas y Carles Puigdemont) y nunca vehiculadas; de comprometerse a identificar posiciones comunes con aquellos (como el principal partido de la izquierda) que m¨¢s han avanzado en la formulaci¨®n de alternativas detalladas (Declaraci¨®n de Granada de 2013; proposici¨®n de ley de pluralidad ling¨¹¨ªstica de 13 de febrero, declaraci¨®n del 14 de julio PSC-PSOE).
Un gesto as¨ª, con apuntes concretos, contribuir¨ªa a disminuir la responsabilidad por haber iniciado las hostilidades con un seudo-refer¨¦ndum contra el Estatut de 2006, aunque esta ceda ahora el paso a un desaf¨ªo mayor y desproporcionado; ayudar¨ªa a visualizar que Espa?a, como Estado, no es enemiga de ning¨²n espa?ol, ni hostil a ninguna de sus comunidades. Quiz¨¢ servir¨ªa para rebajar la creciente tensi¨®n que nos espera hasta el conato tr¨¢gico del refer¨¦ndum fallido. Y para reiniciar al d¨ªa siguiente la conversaci¨®n. Porque una naci¨®n es, sobre todo, un intercambio diario de ideas e ilusiones; no de amenazas de unos y prohibiciones de otros.
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