Maduro, entre Castro y Pinochet
El sue?o se ha convertido en Venezuela en pesadilla; una mezcla de incompetencia y estupidez y la sumisi¨®n del pa¨ªs a una ¡°burgues¨ªa¡± bolivariana, codiciosa y a sueldo de una Cuba que no cree en su propio modelo lo ha echado todo por tierra
Venezuela era uno de los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros de Latinoam¨¦rica.
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Se encontraba, seg¨²n las cifras de la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP), entre las mayores reservas petrol¨ªferas del mundo.
Aunque nunca haya sido, ni mucho menos, un ejemplo de democracia, s¨ª se estaba dotando de instituciones s¨®lidas.
Llega la elecci¨®n del excomandante de paracaidistas Ch¨¢vez.
Luego la nominaci¨®n, seguida de una elecci¨®n fraudulenta, de Maduro, su triste y sangriento clon.
Y el sue?o se convierte en pesadilla; una mezcla de incompetencia y estupidez, la sumisi¨®n del pa¨ªs a una ¡°burgues¨ªa¡± bolivariana, codiciosa y a sueldo una de Cuba desangrada y que ya no cree en su propio modelo, lo echa todo por tierra; y un nuevo liberador de pacotilla, agotando la bomba de dinero de la empresa petrolera nacional para nutrir su clientelismo y alimentar los fondos opacos gestionados sin supervisi¨®n por los s¨¢trapas de su r¨¦gimen, mete al pa¨ªs en el pelot¨®n de cola de los pa¨ªses que se dirigen a la pobreza masiva (a t¨ªtulo indicativo, una inflaci¨®n equivalente a la de Zimbaue o a la de la Alemania de la d¨¦cada de 1920).
Recordamos a C¨¢ndido, a la vuelta de su pa¨ªs de Cuca?a, en el que el oro ¡ªel petr¨®leo amarillo¡ª ya flu¨ªa a raudales.
Recordamos, en Luis Sep¨²lveda, Alejo Carpentier y otros, el mito de El Dorado, que nunca acab¨® bien.
Un El Dorado desinflado que se paga all¨ª a un alto precio.
Y el saqueo del pa¨ªs se duplica con el desencadenamiento de violencia que la sit¨²a al borde de la guerra civil.
120 muertos en unas semanas.
Las figuras destacadas de la oposici¨®n han sido perseguidas, cesadas en sus cargos, secuestradas, encarceladas.
?Hasta cu¨¢ndo M¨¦lenchon seguir¨¢ encontrando virtudes en este r¨¦gimen asesino?
Torturas en comisar¨ªas.
Y para empeorar las cosas, la farsa electoral que acaba de permitir a una asamblea deconstituyente acaparar todos los poderes y desmantelar, si quiere, el fr¨¢gil equilibrio institucional del pa¨ªs.
Ante este desastre, deseo plantear dos preguntas.
Una pregunta franco-francesa, para empezar: ?Hasta cu¨¢ndo M¨¦lenchon, l¨ªder de la Francia Insumisa, seguir¨¢ encontrando virtudes en este r¨¦gimen asesino?
?Cu¨¢ntos muertos necesitar¨¢ para llamar a las cosas por su nombre y reconocer en los polic¨ªas de Maduro a los gemelos de los que, en otra ¨¦poca, sembraron el terror en Chile y Argentina?
?Y a qu¨¦ espera para pronunciar las palabras que son el privilegio de un hombre libre de sus alianzas y de su palabra: s¨ª, me he equivocado; no, este r¨¦gimen brutal no es una ¡°fuente de inspiraci¨®n¡±; y esta historia de la ¡°alianza bolivariana¡±, inscrita en el art¨ªculo 62 de mi programa y que deb¨ªa acercarme a los herederos de los caudillos (Castro, Ch¨¢vez¡) cuya muerte tanto llor¨¦, era una idea verdaderamente mala?
De momento, nada.
Como los espa?oles de Podemos o los griegos de Syriza, como Jeremy Corbyn en Reino Unido, los melenchonistas creen que sus h¨¦roes con las manos te?idas de sangre tienen la excusa de la lucha contra el ¡°imperialismo¡±.
Y, cuando despiertan, es para invertir los papeles y, como hizo un siniestro portavoz del partido, Djordje Kuzmanovic, comparar a los pac¨ªficos manifestantes que luchan por la democracia y el derecho con los golpistas de Pinochet en el Chile de la d¨¦cada de 1970; o, como Alexis Corbi¨¨re, para denunciar la ¡°desinformaci¨®n¡± y, a?adiendo el oprobio a la cobard¨ªa, insultar la memoria de los muertos (j¨®venes de los ¡°barrios ricos¡± que solo han recibido su merecido), alimentar el conflicto racial (¡°a menudo la gente de color est¨¢ en los barrios bajos¡±), y criminalizar a la oposici¨®n, expuesta los salvajes ataques de las milicias paramilitares del Gobierno ¡°"a menudo la gente se quema¡±).
?Estos ¡°insumisos¡± son insumisos o rehenes?
De cualquier modo, esas palabras no son dignas de un partido que aspira a encarnar la oposici¨®n en Francia.
Y despu¨¦s, la segunda pregunta se dirige a la comunidad internacional, a la que afecta por dos razones.
La ¡°responsabilidad de proteger¡± exige la condena firme de un Consejo de Seguridad valiente
En lo que se refiere a la ¡°responsabilidad de proteger¡±, como establece la Carta de Naciones Unidas, y que exige aqu¨ª palabras duras: una condena firme por parte de un Consejo de Seguridad valiente; gestos de apoyo simb¨®licos como la recepci¨®n en Par¨ªs, Madrid o Washington de los ¨²ltimos representantes de la oposici¨®n que a¨²n tienen libertad de movimientos; una demostraci¨®n de solidaridad de la representaci¨®n nacional francesa, espa?ola, estadounidense u otra, con el Parlamento venezolano que el golpe de Estado constituyente de Maduro amenaza con disolver; y despu¨¦s, naturalmente, sanciones econ¨®micas y financieras que vayan m¨¢s all¨¢ de las t¨ªmidas fanfarronadas de Donald Trump.
Y adem¨¢s, lo que ha pasado en Caracas nos afecta ¡ªde esto no estamos tan enterados¡ª en el campo de la lucha contra el terrorismo y contra las redes de blanqueo de capitales que lo financian: ?qu¨¦ sentido tiene la alianza, ¡°bolivariana¡± como tiene que ser, entre el difunto Ch¨¢vez y Mahmud Ahmadineyad, expresidente de la Rep¨²blica de Ir¨¢n? ?Qu¨¦ ha sido de los miembros de las FARC colombianas que, seg¨²n me confes¨® uno de sus jefes, Iv¨¢n R¨ªos, poco antes de morir, en 2007, fueron enviados ¡°en misi¨®n¡± al pa¨ªs del ¡°socialismo del siglo XXI¡±? ?Y qu¨¦ cr¨¦dito debemos conceder a algunos l¨ªderes de la oposici¨®n antichavista que gritan, de momento en el desierto, que no se conocen todos los lazos de Maduro con Corea del Norte, la Siria de Bachar el Asad en Siria o cierto activista de Hezbol¨¢ desterrado o en tr¨¢nsito?
No son m¨¢s que preguntas.
Pero preguntas que hay que plantearse.
Un r¨¦gimen desesperado es capaz de cualquier vileza, y la situaci¨®n en Venezuela merece comisiones de investigaci¨®n, un Tribunal Russell, un mayor inter¨¦s por parte de la prensa occidental; todo menos el silencio inc¨®modo que, de momento, acoge a este pronunciamiento prolongado.
Bernard-Henri L¨¦vy es fil¨®sofo.
Traducci¨®n de News Clips.
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