Macron y la gran novela nacional
Para no convertirse en un cad¨¢ver, Francia est¨¢ a punto de elegir presidente de la Rep¨²blica al candidato del movimiento En Marche! Aunque el electorado no sepa muy bien qui¨¦n es, no tiene otra opci¨®n
Para empezar, tenemos dos grandes cad¨¢veres. El del Partido Socialista ya se anunci¨® hace 10 a?os, pero el partido ha necesitado todo este tiempo para tomar nota de su propia debacle. Y tambi¨¦n, en la misma medida, el de Los Republicanos, o la Agrupaci¨®n por la Rep¨²blica, o la Uni¨®n por un Movimiento Popular, que uno se pierde ya con tantos nombres; al fin y al cabo, ?no han sido todos ellos salvavidas que se han intentado lanzar en un mismo naufragio interminable?
En cualquier caso, estamos viviendo un cambio de ¨¦poca, el final de un periodo que comenz¨® con la formaci¨®n, hace dos siglos, de la gran divisi¨®n francesa entre la derecha y la izquierda. El espect¨¢culo del pasado domingo por la noche no nos escatim¨® nada. La c¨¢mara nos mostr¨® sus tomas sobreactuadas pero parec¨ªan im¨¢genes de una mala reproducci¨®n. Era un ballet pat¨¦tico en el que ve¨ªamos a unos viejos soldados mientras volv¨ªan a afilar sus perfidias y sus carambolas a tres bandas. En ese clima de p¨¢nico, vimos a uno que se alimentaba del cad¨¢ver humeante de Fillon, a otro que resurg¨ªa del infierno de sus propias infamias, ¡°como ascienden al cielo los soles rejuvenecidos¡±, para dar el golpe de gracia a Hamon, y a un tercero que gritaba, como un Trump de izquierdas: ¡°?Est¨¢ despedido! ?Est¨¢ despedido!¡± a un leal miembro de la izquierda de gobierno que se mostraba humillado. En todas partes, repetida y en plano general, la fr¨ªa m¨¢xima del Eclesiast¨¦s: ¡°Una generaci¨®n se va y otra generaci¨®n viene¡±.
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Luego est¨¢n Le Pen y su banda. Hab¨ªan dicho que llegar¨ªan al 30% de los sufragios pero quedaron en el 22%. Y result¨® hueco, ese pobre 22%, en los ojos vac¨ªos y codiciosos de los atrapavotos del Frente Nacional. Pero tambi¨¦n ellos, encerrados en su ratonera, reanudaron sus salmos: ¡°Vosotros sois el sistema, nosotros, el pueblo¡±. Y tambi¨¦n multiplicaron las fanfarronadas, sin comprender que el desgaste les hab¨ªa vencido, sin darse cuenta de que ya pertenec¨ªan al pasado, antes de haber pertenecido al futuro, ni de que, en realidad, Marine Le Pen no era ninguna Madonna, porque est¨¢ demasiado alejada del esp¨ªritu nacional para que Francia se reconozca en su vulgaridad cavernosa.
La amiga de los nazis Chatillon y Loustau ha despertado a la bestia que estaba dentro del pueblo, pero no lo ha podido convertir en bestia. El pueblo ha sabido, como tantas veces en la historia, recuperarse en el ¨²ltimo instante. No habr¨¢ Frexit. La resucitada de Vichy no har¨¢ salir de Europa al pa¨ªs de Voltaire y Victor Hugo. El aire est¨¢ un poco menos turbio, y la ola mundial del populismo, hasta nueva orden y aunque debemos permanecer vigilantes, se ha interrumpido en Francia.
Le Pen est¨¢ muy alejada del esp¨ªritu nacional y el pa¨ªs no se reconoce en su vulgaridad
La sorpresa, por el contrario, la produjo M¨¦lenchon. A un hombre pol¨ªtico se le juzga por sus reflejos. Y el reflejo de M¨¦lenchon, esa noche electoral, fue repugnante. Qu¨¦ mal jugador: desprecio, luego existo. Toda su fogosidad y toda su elocuencia se hicieron a?icos y, con ellas, el techo de cristal de su moralidad. Y ese hombre que, normalmente, no se calla por nada, que nunca se hace de rogar cuando toca increpar a ¡°la gente¡± ¡ªqu¨¦ vulgaridad, dicho sea de paso, ese ¡°moveos, gente¡± al que nos acostumbr¨® nuestro Hugo Ch¨¢vez de pacotilla en los ¨²ltimos d¨ªas de la campa?a¡ª, ese hombre al que nunca nada ha impedido decir lo que le pasa por la cabeza a todas esas ¡°gentes¡± a las que trata como becerros, que nunca ha consultado a nadie para confundir, por ejemplo, las manifestaciones mortales de Venezuela con la movilizaci¨®n francesa contra la ley laboral, de pronto apareci¨® todo t¨ªmido, sin nada que decir sobre la presencia de Le Pen en la segunda vuelta y explicando que necesita consultar antes a sus 450.000 ¡°gentes¡±. Hamon, Fillon, Raffarin, Duflot y otros se mostraron dignos en la derrota. Todos, o casi todos, supieron distinguir entre un adversario pol¨ªtico y un enemigo de la Rep¨²blica. ?l, no. Y, de tanto dar a entender que un liberal es lo mismo que un fascista, es ¨¦l, M¨¦lenchon, quien corre el peligro de demostrar que entre ¨¦l y Le Pen tampoco hay muchas diferencias.
?Se traicion¨® a s¨ª mismo el hombre, y solo el hombre, por querer arreglar unas cuentas de orgullo y resentimiento con un mundo pol¨ªtico en el que maquina desde hace 30 a?os? ?O cree de verdad ¡ªy eso ser¨ªa mucho m¨¢s grave¡ª que el Frente Nacional, en su versi¨®n ¡°desdemonizada¡±, no merece ya el descr¨¦dito que lo rodeaba en la ¨¦poca del padre? ?O, m¨¢s terrible todav¨ªa, est¨¢ tomando la iniciativa porque conoce a ¡°su gente¡± y sabe que, como los estalinistas alemanes de 1933, o como los miembros del Partido Comunista Franc¨¦s de 1935 ¡ªla gente de Doriot¡ª, o como, 30 a?os m¨¢s tarde, los comunistas que se abstuvieron en la segunda vuelta del 69 ¡ª¡°tanto monta, monta tanto¡±¡ª, estos insumisos se rebelan contra los ¡°oligarcas¡± y el poder de los medios, pero no contra los fascistas?
M¨¦lenchon, corre el peligro de demostrar que entre ¨¦l y el FN no hay muchas diferencias
La pregunta da miedo, pero, de la respuesta que se le d¨¦ depender¨¢ el futuro de la izquierda. Por mi parte, no me arrepiento en absoluto de no haber perdonado nada, todas estas semanas, a esas personas que, cuando se les habla de ¡°impedir el paso a Le Pen¡±, responden con su est¨²pido hashtag: ¡°#SansMoiLe7Mai¡± (¡°Sin m¨ª el 7 de mayo¡±). Hemos visto los restos de antisemitismo, la indulgencia respecto al fundamentalismo isl¨¢mico o los asesinos de Siria, los venezolanos tiroteados por las agotadas milicias de Nicol¨¢s Maduro mientras este se cala la boina castro-chavista. Todas las l¨ªneas de demarcaci¨®n estaban ah¨ª, y ahora volvemos a encontrarlas.
Y as¨ª llegamos a Macron. Francia, para no convertirse en el cad¨¢ver que algunos desear¨ªan, est¨¢ a punto de elegir a este hombre. Lo elige sin saber muy bien lo que hace, porque no sabe del todo qui¨¦n es. El pa¨ªs contiene el aliento porque le da la impresi¨®n de que esa intensidad entusiasta que desprende tiene algo de fr¨¢gil e inacabado. ?Qu¨¦ es lo que le falta a este Bonaparte? El final de la adivinanza. El ¡°la soluci¨®n es...¡± de las heterog¨¦neas im¨¢genes que componen su visi¨®n del mundo. La palabra exacta que dar¨¢ sentido, o no, a su incre¨ªble progresi¨®n. Pero la realidad es que ya no tenemos otra opci¨®n. Y ¨¦l tampoco. Ya se ha pasado el momento de las f¨®rmulas ret¨®ricas, porque, por muy acertadas que sean, nunca incluyen esa soluci¨®n. Lo que tiene que contar ahora a 60 millones de hombres y mujeres es una historia completa. La gran novela nacional, o su declive: ese es el desaf¨ªo.
Bernard-Henri L¨¦vy es fil¨®sofo.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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