Cazar nazis
No hay ninguna diferencia entre el que act¨²a y el que mira para otro lado, o dice que no es para tanto
En Cazadores de nazis (Turner, 2017) de Andrew Nagorski se explican varios asuntos relacionados con el nazismo, el primero de todos aquel que tuvo que ver con la gesti¨®n de la venganza. No la justicia de N¨²remberg, ni Dachau, ni Jerusal¨¦n. La gesti¨®n de la venganza fue la que hicieron algunos fiscales honrados, intachablemente dem¨®cratas, que al entrar en los campos de concentraci¨®n y encontrarse a jud¨ªos libres rodeando a un guardi¨¢n nazi, optaron por darse la vuelta. Esa no interferencia, ese retrasar la llegada de la civilizaci¨®n para que la barbarie siguiese un poco m¨¢s su curso, ahora del lado de las v¨ªctimas, es una terrible opci¨®n, pero es una opci¨®n humana.
Resulta imposible que hoy esa actitud del fiscal y el comportamiento violento de los jud¨ªos mereciesen una grandilocuente condena equitativa al grito de que todas las violencias son iguales y muchas, ¡°de cualquier tipo¡±; el crimen fue de tal magnitud que quien se hubiese atrevido a semejante condena colectiva hubiera sido tachado autom¨¢ticamente de algo tan necesario como un nazi: un aguador de nazis, un legitimador de la violencia nazi midi¨¦ndola a su violencia de respuesta o violencia com¨²n.
?Cu¨¢l es entonces la diferencia entre Rudolf H?ss, que al ser detenido se descarg¨® de responsabilidad diciendo que solo era el director del programa de exterminio de Auschwitz, y los estadounidenses que defend¨ªan en Charlottesville una Am¨¦rica blanca? ?Cu¨¢l es la diferencia entre un nazi que exhibe una bandera nazi y los que lo acompa?an orgullosos en el desfile con otras igualmente repugnantes?
No es una diferencia sutil; ni siquiera es una diferencia. Por la misma raz¨®n por la que Alemania no fue nazi por los nazis sino por los que miraron a otro lado, los que dijeron que no era para tanto, los que se dejaron llevar, los de ¡°respetemos las ideas¡± o los que creyeron que era mejor no meterse en problemas. Por los mismos inalterables imb¨¦ciles que hoy dicen que el hecho de que en Charlottesville hubiese una bandera nazi no quiere decir que fuesen todos nazis, como si ellos acompa?asen sus reivindicaciones a diario con esv¨¢sticas a su lado. La integraci¨®n del Holocausto.
Tiempos c¨ªnicos, o peor a¨²n: tiempos sin memoria. Trump necesit¨® dos declaraciones para llamar a los nazis por su nombre (la alt-right espa?ola, esa alcantarilla moral, se lo reproch¨® con aspavientos de tarado) antes de insistir en su idea: hay buenos y malos en los dos lados, como si hubiese dos lados. S¨®lo hay uno, nunca hubo otro. En 80 a?os hay algo que no ha cambiado entre nazis y sus ins¨ªpidos cheerleadears de la equidistancia: los segundos tambi¨¦n saben que al final siempre hay un crematorio, pero prefieren hacerse los tontos. Algunos sin tener que fingirlo.
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