Frenar a la CUP
Junts pel S¨ª debe rechazar a quien le convierte en reh¨¦n del extremismo
Editoriales sobre el 17-A
La CUP hab¨ªa dado ya espect¨¢culos tan abundantes como lamentables desde que tiene la llave de la mayor¨ªa independentista que sostiene al Gobierno de Junts pel S¨ª. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y su vicepresidente, Oriol Junqueras, se han convertido en rehenes de sus exigencias para acelerar el proceso independentista, para extremar el pulso con el Estado e incluso para forzar la exclusi¨®n del Govern de consejeros a quienes la CUP considera que les tiembla el pulso a la hora de violar la ley. As¨ª ha sido crecientemente y ning¨²n llamamiento a la unidad, la prudencia o el sentido com¨²n han conseguido que, en estos d¨ªas posteriores a los atentados, la CUP haya abandonado la sobreactuaci¨®n a las que nos tiene acostumbrados y su habitual papel como fuerza de exclusi¨®n y divisi¨®n.
La exigencia de la CUP ¡ªexpresada ayer por la diputada Mireia Boya¡ª de conocer todos los detalles de los participantes en la manifestaci¨®n contra el terrorismo prevista el pr¨®ximo s¨¢bado en Barcelona para evaluar su eventual ausencia si acuden el Rey o miembros del Gobierno es m¨¢s que una boutade: es una declaraci¨®n de ruptura institucional y una falta de respeto a las v¨ªctimas. Su acusaci¨®n al Rey de representar el ¡°imperialismo que ha financiado el terrorismo¡± o la atribuci¨®n del atentado a las ¡°l¨®gicas del capitalismo¡±, por ejemplo, son declaraciones que no deber¨ªan quedar sin respuesta de sus socios.
Parece una frivolidad tener que recordar que ni las v¨ªctimas son de la CUP y ni siquiera Catalu?a lo es. O que el atentado no ha sido contra la comunidad catalana, sino contra unos valores de libertad y democracia, contra una forma de vida abierta y plural y contra representantes de una poblaci¨®n universal que tuvieron la mala suerte de pasear por La Rambla y Cambrils. Las v¨ªctimas nos representan a todos porque todos pod¨ªamos haber estado ah¨ª.
Importa recordar algunas cifras: la CUP fue la sexta fuerza m¨¢s votada en las ¨²ltimas auton¨®micas, en 2015, al obtener 336.375 votos que se tradujeron en 10 esca?os. Sumados a los 62 de Junts pel S¨ª dieron una exigua mayor¨ªa en el Parlament a las fuerzas independentistas, que sin embargo no ganaron en votos. El propio PP sum¨® m¨¢s que la CUP (348.444 votos, 11 esca?os), por no hablar de Ciudadanos (25), PSC (16) o Catalunya S¨ª que es Pot (11).
El peso que ha obtenido esta formaci¨®n ¡ªcuya ideolog¨ªa radical y sus m¨¦todos de actuaci¨®n no son compatibles con lo aceptable en una democracia¡ª y la forma de condicionar a Junts pel S¨ª es injustificable. Es hora de que el PDeCAT (heredero de CiU) y ERC pongan coto a los desmanes a los que ha llevado su exceso de poder. Si la CUP no es capaz por s¨ª sola de comprender que representa al pueblo de Catalu?a en el Parlament ¡ªcon todas sus sensibilidades¡ª y que todas las v¨ªctimas merecen una movilizaci¨®n marcada por la unidad, tal vez es hora de que sus socios se lo hagan comprender rompiendo de ra¨ªz su relaci¨®n con ellos.
Hoy se re¨²nen las fuerzas del pacto antiterrorista en Madrid en una convocatoria a la que se han sumado PNV, Podemos, PDeCAT y posiblemente ERC, aunque no forman parte de ¨¦l. Qu¨¦ buena ocasi¨®n para integrarse como aliados permanentes, hacer patente su firmeza frente a la violencia y cerrar filas ante el terror.
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