?No es el islam!
Los yihadistas son musulmanes ultraortodoxos y los inquisidores eran cat¨®licos
Era el grito de una joven musulmana, participante en la manifestaci¨®n de solidaridad con las v¨ªctimas de los atentados de Catalu?a. Nada hace dudar de su total sinceridad: como creyente condena lo ocurrido, incluso desde la angustia. M¨¢s medida, la repulsa de Riay Tatari, presidente casi eterno de la Comisi¨®n Isl¨¢mica espa?ola, se dirige contra ¡°toda clase de terrorismos¡±. Elude con astucia toda adjetivaci¨®n. Por sus m¨²ltiples declaraciones, sabemos que desde siempre Riay Tatari manifiesta lo que siempre proclaman otros destacados propagandistas, como Tariq Ramad¨¢n o Nadia Yassine, perteneciente esta ¨²ltima a la asociaci¨®n marroqu¨ª Justicia y Espiritualidad, ahora asentada en el Pa¨ªs Vasco, que el islam es la paz y que todo intento de pensar que los yihadistas?¡°que se creen musulmanes¡± no son sino ¡°antiisl¨¢micos¡± es sentar plaza de islam¨®fobo. Y la pelota pasa indebidamente al campo de las v¨ªctimas.
As¨ª que tanto ellos, como Al Qaeda o el Estado Isl¨¢mico, ser¨ªan protagonistas de actos de barbarie, ¡°locuras¡± ajenas a su religi¨®n. La cortina es eficaz, solo que semejante ocultaci¨®n es el vivero de la islamofobia, ya que la gente com¨²n rechaza asumir esa disociaci¨®n entre una creencia tan ben¨¦fica y las acciones criminales de quienes las ejecutan al grito de ¡°?Allah-u Akhbar!¡±. El fondo xen¨®fobo hace el resto.
Y es que los yihadistas son musulmanes y defensores de una versi¨®n radical, ultraortodoxa del islam, de la misma manera que los inquisidores eran cat¨®licos, vaya si lo eran. El recurso habitual de tantos creyentes, dirigido a conjugar la solidaridad hacia las v¨ªctimas con el distanciamiento de unos correligionarios as¨ª exclu¨ªdos, tiene entonces un precio muy alto. Lleva al cumplimiento del dict¨¢men cor¨¢nico de que un creyente nunca testificar¨¢ contra otro, a que la comunidad musulmana tampoco se pregunte c¨®mo salen de su propio seno esas fieras y a que no detectemos los g¨¦rmenes de violencia en el serm¨®n de un im¨¢n.
La construcci¨®n teol¨®gica en el Cor¨¢n de la Meca, n¨²cleo de la doctrina, no incluye la yihad como guerra contra el no-creyente, pero la experiencia pr¨¢ctica del Profeta armado despu¨¦s de la h¨¦gira, s¨ª. El Cor¨¢n, las sentencias, las biograf¨ªas de Mahoma ofrecen la inequ¨ªvoca doble fundamentaci¨®n de la yihad como mediaci¨®n necesaria hasta que el islam impere universalmente (2,193) y de la exigencia de aterrorizar por las armas a los enemigos de Al¨¢ (8, 60). Para el yihadismo, desde un regreso a los or¨ªgenes (salafismo), su cumplimiento debe ser implacable, en un mundo partido en dos, porque fuera de la umma de los creyentes solo hay enemigos reales o potenciales, dehumanizados. Una arqueoutop¨ªa a desarraigar en su proceso de inserci¨®n en las mentalidades.
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