?Una respuesta democr¨¢tica a la tragedia de Barcelona?
El Parlamento, y no los cuerpos de seguridad, deben decidir si la amenaza terrorista es tan inminente que las libertades fundamentales deben sacrificarse temporalmente
Conforme la niebla se va escampando, Espa?a debe afrontar una decisi¨®n trascendental: c¨®mo responder ante futuros ataques terroristas. La ley vigente ofrece dos modelos, el primero es democr¨¢tico y se inscribe en la Constituci¨®n. Cuando la pr¨®xima c¨¦lula terrorista inicie una nueva ola de atentados, este modelo faculta al presidente del Gobierno, mediante decreto acordado en Consejo de Ministros, a solicitar al Parlamento que autorice la proclamaci¨®n del estado de emergencia, facultando medidas de car¨¢cter extraordinario. Durante 30 d¨ªas, las fuerzas de seguridad pueden arrestar sospechosos sin las garant¨ªas procesales y penales establecidas para situaciones normales. Entre estas medidas se incluyen la detenci¨®n y el arresto por meras sospechas y la exposici¨®n a m¨¦todos interrogativos intrusivos. La autorizaci¨®n parlamentaria debe ser renovada en un mes, de lo contrario fiscales y polic¨ªas deben retornar a las pr¨¢cticas est¨¢ndar que otorga a los sospechosos plena protecci¨®n penal.
El segundo modelo es burocr¨¢tico, no cuenta con un acomodamiento constitucional expl¨ªcito y se sustenta b¨¢sicamente en enmiendas introducidas en el C¨®digo Penal en 2015. Como consecuencia de la nueva legislaci¨®n antiterrorista insertada en el c¨®digo, se otorgan amplias facultades al Gobierno para calificar las amenazas como "terroristas" bajo normas muy vagas e indeterminadas. A partir de dicha reforma, entre otras medidas, se ampl¨ªa el tipo penal y redefine el delito de terrorismo as¨ª como las actividades consideras como terroristas, se tipifica el fen¨®meno de los combatientes terroristas extranjeros para quienes colaborar o cometer un delito de terrorismo se desplacen al extranjero, todo ello sin ning¨²n tipo de supervisi¨®n parlamentaria.
El camino de las iniciativas antiterroristas poco transparentes no tiene fin. Una vez iniciadas, la misma inercia burocr¨¢tica sigue impuls¨¢ndolas sin la certeza de que el Consejo de Ministros se comprometa a reconsiderar su aplicaci¨®n sistem¨¢tica incluso ante una constante negaci¨®n de los derechos fundamentales, aunque esta sea equilibrada por consideraciones convincentes de seguridad nacional.
En t¨¦rminos generales, un ataque terrorista serio toma a los servicios de seguridad por sorpresa
El modelo burocr¨¢tico parecer¨ªa justificado por el notable ¨¦xito obtenido en el desmantelamiento de la c¨¦lula terrorista en Catalu?a. Pero esto ser¨ªa un terrible error. Es posible que Espa?a no tenga tanta suerte la pr¨®xima vez. En t¨¦rminos generales, un ataque terrorista serio toma a los servicios de seguridad por sorpresa; de lo contrario, se habr¨ªan detenido a los protagonistas de antemano. Consecuentemente, se tendr¨¢n grandes dificultades para localizar el resto de la red terrorista y prevenir siguientes ataques.
De todo ello se deduce que las medidas de excepci¨®n a corto plazo est¨¢n plenamente justificadas. La ¨²nica manera de minimizar de manera decisiva las posibilidades de un segundo ataque parecer¨ªa ser detener e interrogar a los sospechosos de terrorismo sin proporcionarles todas las protecciones y garant¨ªas legales. Si los servicios de seguridad tuviesen que convencer a jueces y fiscales en condiciones normales, los terroristas podr¨ªan eludir f¨¢cilmente su acci¨®n, d¨¢ndole tiempo suficiente a la c¨¦lula terrorista para atacar nuevamente e incrementar el p¨¢nico y erosionar la confianza p¨²blica de que la crisis llegar¨¢ a su fin. Sin embargo, el coste de ¨¦stas medidas extraordinarias es muy elevado, cientos o miles de inocentes pueden llegar a ser confinados injustamente para luego tener que lidiar con el estigma y las consecuencias que dicha detenci¨®n lastra cuando finalmente se les permite regresar a la vida ordinaria.
Esta es la raz¨®n fundamental por la cual el modelo democr¨¢tico inscrito en la Constituci¨®n proporciona un camino mucho m¨¢s adecuado y garantista con proyecci¨®n de futuro. Una declaraci¨®n solemne y p¨²blica de emergencia significa reconocer los enormes costes que inocentes sufrir¨¢n en pro de la seguridad nacional. Adem¨¢s, la proclamaci¨®n deber¨ªa prever una autoridad civil independiente, supervisada por los tribunales, para prevenir casos de tortura y otras pr¨¢cticas contrarias a los derechos humanas en los centros de detenci¨®n.
Tambi¨¦n debe concederse una compensaci¨®n econ¨®mica a los detenidos que fueron arrestados por las fuerzas de seguridad siendo inocentes. No solamente han sacrificado su libertad personal por el bien p¨²blico, sino que durante su periodo de reclusi¨®n en celdas normalmente superpobladas, podr¨ªan haber perdido sus empleos y generado ansiedad y estigma a sus familias y amigos.
El desaf¨ªo es lograr un sistema realista que respete las exigencias de la dignidad humana y la seguridad nacional
Esto es simplemente inaceptable. El ordenamiento jur¨ªdico deber¨ªa proporcionar a todas las v¨ªctimas inocentes del estado de emergencia un pago sustancial por cada semana que hayan pasado en cautividad. Esta indemnizaci¨®n no solo responder¨¢ por p¨¦rdidas materiales, sino que tambi¨¦n les ayudar¨¢ a mitigar las consecuencias provocadas por el estigma asociado con el hecho de su encarcelamiento. Al pagarles generosas compensaciones, el Gobierno adem¨¢s demostrar¨¢ que la respuesta de emergencia a un ataque terrorista se centra en el hecho penal cometido por parte de los individuos culpables, y no representa una campa?a indiscriminada contra grupos estigmatizados como desleales.
El modelo constitucional tambi¨¦n es correcto al enfatizar la necesidad de una reautorizaci¨®n parlamentaria mensual de las medidas de emergencia. La inminente amenaza de un ataque terrorista durar¨¢ mucho tiempo despu¨¦s de que ISIS y Al Qaeda hayan sido derrotados. Esto refleja el hecho de que en nuestra era tecnol¨®gica, cada vez es m¨¢s sencillo para grupos m¨¢s peque?os tener acceso a materiales explosivos con un impacto terrible. Sin embargo, esta amenaza bruta no deber¨ªa permitir destruir la preciada tradici¨®n de libertad que hemos heredado de la Ilustraci¨®n. Corresponde a un Parlamento democr¨¢ticamente elegido y no a los funcionarios y cuerpos de seguridad, decidir si la amenaza terrorista es tan inminente que las libertades fundamentales deben sacrificarse temporalmente.
Al defender la primac¨ªa del modelo democr¨¢tico, no negamos la transcendencia e importancia de la vigilancia continua por parte de los servicios de seguridad. El desaf¨ªo es integrar los dos modelos en un sistema realista que respete las exigencias de la dignidad humana y la seguridad nacional. Esto no suceder¨¢ sin una nueva ronda de debate que desaf¨ªe las premisas de un enfoque puramente burocr¨¢tico del problema.
Bruce Ackerman es sterling professor de Derecho y Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Yale y autor de Antes de que nos ataquen de Nuevo (Atalaya)
Antoni Abat i Ninet es profesor de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Copenhagen (Dinamarca).
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