Estado somos todos
La Generalitat y sus instituciones solo caben dentro de la democracia
Editoriales anteriores sobre el 17-A
Tras las primeras escenificaciones de unidad y alabanzas por la labor realizada y la diligencia para poner fin a la c¨¦lula yihadista y acorralar al conductor de la furgoneta que sembr¨® de muerte Barcelona, irrumpen ahora de forma irresponsable las acusaciones cruzadas y la utilizaci¨®n pol¨ªtica de los supuestos ¨¦xitos o fracasos de los Mossos.
La primera equivocaci¨®n gravosa es esta: no hay otro lado, no hay contrario, no hay una polic¨ªa auton¨®mica que ha funcionado espectacularmente al margen del Gobierno central y que no necesita de este. Como no hay unos cuerpos centrales omnipotentes que habr¨ªan conseguido frenar los atentados si los Mossos no existieran. La infalibilidad no existe y la falibilidad es del Estado. Que somos todos.
Los Mossos d¡¯Esquadra no son una polic¨ªa ajena al Estado espa?ol ni al margen de este: como cuerpo integral de polic¨ªa son parte del Estado. Si existen, como el Gobierno de la Generalitat y todas las instituciones de Catalu?a, es porque los espa?oles decidieron en 1978 instaurar un sistema de autogobierno por el que comunidades hist¨®ricas como Catalu?a pudieran disfrutar del m¨¢ximo nivel de autonom¨ªa.
Si algo demuestra lo ocurrido estos d¨ªas es precisamente el ¨¦xito de este modelo de autogobierno, basado tanto en el Estatut como en la Constituci¨®n, que algunos absurdamente consideran caduco e incluso opresor. La normalidad con la que se vive el despliegue de los Mossos como polic¨ªa integral de Catalu?a y su utilizaci¨®n en materia de lucha antiterrorista junto a las fuerzas de seguridad del Estado es una prueba de ese ¨¦xito. Como lo son las pruebas que hemos tenido sobre la normalidad ling¨¹¨ªstica existente. Frente a las cr¨ªticas interesadas, todo apunta en una misma direcci¨®n: un modelo de autogobierno tan avanzado como ejemplar, que merece la pena preservar.
Entrar en la fase de adjudicarse los ¨¦xitos y atribuir los fracasos al otro lado nos coloca ante la din¨¢mica pobre del ¡°y t¨² m¨¢s¡± que solo conduce a la desconfianza, la zafiedad y la deconstrucci¨®n. Y estos d¨ªas son tiempos de reconstrucci¨®n. Afirmar que los atentados prueban que Catalu?a ya est¨¢ madura para existir independientemente del Estado supone no solo un disparate sino una peligrosa negaci¨®n de la realidad.
La lucha antiterrorista es una cadena en la que todos los eslabones ¡ªjudiciales, de coordinaci¨®n internacional, de inteligencia, de polic¨ªa nacional, auton¨®mica, local, Guardia Civil, de servicios de emergencia, de detecci¨®n de focos de radicalismo, etc¨¦tera¡ª deben funcionar. Y verter ahora sombras de sospecha sobre los dem¨¢s es en realidad una forma de reconocer que, si uno ha fallado, todos hemos fallado. Los ¨¦xitos de los Mossos prueban que el modelo ha funcionado, como sus fracasos probar¨ªan la necesidad de mejorarlo, no de deshacerlo.
Si la Generalitat cree que ha sido capaz de sustituir estos d¨ªas al Estado en Catalu?a, se equivoca. La Generalitat y todas las instituciones que de ella de derivan, incluidos los Mossos, solo tienen sentido en el marco de la democracia y la Constituci¨®n espa?ola. Lo dem¨¢s, no solo es antidemocr¨¢tico, sino contrario a la eficacia y los intereses reales de los ciudadanos.
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