Hablamos con gente que se excita con el material de papeler¨ªa: as¨ª es el ¡®stationary fetish¡¯
El est¨ªmulo m¨¢s inmediato al que aluden estos fetichistas es el aroma mezcla de papel, madera, tinta, goma y pintura
?Recuerdas con cari?o el momento de renovar el material escolar? ?Todav¨ªa esperas con ilusi¨®n la excusa de comprar un simple bol¨ªgrafo para adentrarte en el colorido para¨ªso de una papeler¨ªa? Cualquiera puede verse afectado por la fiebre del stationary fetish: aficionados y profesionales de las Bellas Artes, la arquitectura, el dise?o, estudiantes de toda ¨ªndole se ven rendidos y embelesados ante el espect¨¢culo de una papeler¨ªa. No es necesaria ninguna condici¨®n especial para disfrutar de la agradable experiencia que proporciona este tipo de establecimiento. Adentr¨¦monos en las claves de un placer tan concreto y exquisito, recre¨¦monos en las sensaciones, imaginemos de la mano una pared toda cubierta de minas ordenadas de menor a mayor grosor.
OLOR, COLOR, TACTO
¡°Ver c¨®mo los dependientes tratan las cosas me produce un hormigueo especial, como si estuviera en una boutique y me atendiera una geisha. Salgo con cosquillas en todo el cuerpo¡± Marina B.
Entrar en una papeler¨ªa, incluso sin necesidad de adquirir ning¨²n producto, puede estimular todos tus sentidos, inspirarte creativamente y alegrarte el d¨ªa. Dar una vuelta y respirar el ambiente ya vale la pena. El est¨ªmulo m¨¢s inmediato al que aluden sus fetichistas es el aroma, deliciosa mezcla de papel, madera, tinta, goma y pintura, que supera con creces al de una librer¨ªa o una copister¨ªa. Es un olor que alude a todo lo nuevo y prometedor que podr¨ªa depararnos el futuro, relacionado irremediablemente con la sensaci¨®n de esperanza que se nos qued¨® grabada a fuego a lo largo de un mont¨®n de septiembres infernales que s¨®lo tra¨ªan de bueno el perfume del material escolar sin estrenar.
La fascinaci¨®n est¨¦tica hace que los visitantes queden encandilados y sientan el impulso de esnifar, observar al detalle y acariciar los objetos envueltos en esa bruma de polvo suave con la que llegan de f¨¢brica. ¡°Contemplar materiales que pronto se gastar¨¢n me evoca la sensaci¨®n de estar paseando por un museo. El dise?o de los objetos suele ser muy bonito y agradable y la forma en que est¨¢n colocadas las cosas me da ganas de quedarme para siempre¡±, explica Joaqu¨ªn L., adicto confeso desde la infancia, ¡°fantaseo con poder permanecer all¨ª y que sea mi entorno natural, vivir, dormir, trabajar en ese lugar tan c¨¢lido¡±.
Los ataques de ASMR (respuesta sensorial meridiana aut¨®noma), el cosquilleo irresistible que recorre cabeza y espinazo y produce una intensa y prolongada sensaci¨®n de bienestar, son muy habituales. Pero nada de esto ser¨ªa lo mismo sin la labor dedicada de los dependientes que se afanan en crear esa atm¨®sfera seductora, en ofrecer una atenci¨®n experta que roza la manualidad constante y que da gusto mirar.
¡°Me encanta ver c¨®mo los dependientes tratan las cosas, c¨®mo las envuelven con esmero, me produce un hormigueo especial, como si estuviera en una boutique y me atendiera una geisha. Salgo con cosquillas en todo el cuerpo¡±
ORDEN Y ATENCI?N
Una buena papeler¨ªa puede ser grande o peque?a pero siempre se caracteriza por una organizaci¨®n del espacio estudiada, con todos los huecos aprovechados al mil¨ªmetro y una jerarqu¨ªa de productos sabia y eficiente. El efecto es muy relajante a simple vista, las gamas crom¨¢ticas se respetan de manera exhaustiva y perderse en los degradados perfectos resulta adictivo.
¡°La mezcla de abundancia y orden me parece de ensue?o, pero no es s¨®lo cuesti¨®n de belleza¡±, cuenta Marina B., ¡°me encanta ver c¨®mo los dependientes tratan las cosas, c¨®mo las envuelven con esmero, me produce un hormigueo especial, como si estuviera en una boutique y me atendiera una geisha. Salgo con cosquillas en todo el cuerpo¡±.
En las papeler¨ªas antiguas adem¨¢s podemos encontrar f¨¢cilmente materiales con dise?os descatalogados sometidos al mismo orden ¨ªntegro que los nuevos y muy bien cuidados, capaces de transportarnos a aquel pasado de promesas dulces e incumplidas propias del principio de curso. Con el uso el hechizo de los productos se desvanece, por lo que el encanto suele ser ef¨ªmero. Esto no hace sino acentuar las ganas de volver. Personalmente disfruto yendo a papeler¨ªas a modo de terapia. Si no tengo ninguna cerca visito tiendas online y me quedo embobada mirando el cat¨¢logo, pero no es lo mismo.
FETICHISMO PURO
No son pocas las veces que me he descubierto a m¨ª misma pas¨¢ndome una goma de borrar nueva por los labios durante toda la tarde, absorta en el tacto sedoso e intacto de sus aristas romas. Recuerdo tortas en clase por hacer lo mismo e incluso el establecimiento de turnos para disfrutar de la textura.
Las marcas de papeler¨ªa conocen el intenso placer que el material de oficina es capaz de provocar a p¨²blicos de todas las edades y lo explotan en sus campa?as publicitarias. Moleskine, Inoxcrom o PaperMate nos muestran ejemplos de c¨®mo aludir directamente al deleite para convencer al consumidor. ?Mi perdici¨®n particular? Sacar la bolita protectora a un bol¨ªgrafo InkJoy y deslizar por primera vez la punta sobre una p¨¢gina en blanco. Asequibles, suaves, coloridos, con corazones impresos. Los adoro, es inevitable. Ya est¨¢, ya lo he dicho.
¡°Fantaseo con poder permanecer all¨ª y que sea mi entorno natural, vivir, dormir, trabajar en ese lugar tan c¨¢lido¡±
Montones de alumnos son incapaces de resistir la tentaci¨®n y hay que tener cuidado de que no se acaben llenando la boca de papeles, de goma y de tinta. De verdad que no me extra?a. Algunas tizas y cartulinas est¨¢n para com¨¦rselas. Pero el stationary fetish puede alcanzar muchos niveles: ¡°Yo no era de las que se com¨ªan las gomas¡±, relata una informante dedicada a la ilustraci¨®n, ¡°pero antes de empezar a dibujar con material nuevo monto una especie de ritual rom¨¢ntico, lo elijo todo con cuidado, lo desempaqueto despacio, como si fuera un cortejo. Creo que eso me ayuda luego a tener confianza y concentrarme mejor.¡±. Quien no lo entienda es que no ha mirado con suficiente fijeza los extremos redondeados de una buena gama de rotuladores.
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