Juana, Francesco y la justicia

El caso de Juana Rivas conduce a la perplejidad. Esta granadina que ha escondido a sus dos hijos ¡ªde 11 y 3 a?os¡ª durante un mes los ha entregado este lunes al padre, Franceso Arcuri, como la justicia le exig¨ªa ante la amenaza de c¨¢rcel por presunta sustracci¨®n de menores. Los precedentes est¨¢n de parte de Rivas: Arcuri fue condenado por violencia de g¨¦nero hace ocho a?os y ella le denunci¨® por el mismo delito en julio de 2016. Sin embargo, una resoluci¨®n judicial italiana otorg¨® provisionalmente la custodia a Arcuri y dos decisiones judiciales espa?olas le han negado a Rivas la posibilidad de seguir reteniendo a sus hijos.

Se ha impuesto la ley y se han aplicado las resoluciones judiciales, lo que en principio deber¨ªa tranquilizar a la opini¨®n p¨²blica (atrapada en las emociones de un caso altamente mediatizado), dado que son los jueces los que disponen de todos los elementos. Pero es a su vez la justicia y las instituciones tanto en Italia como en Espa?a las que generan perplejidad. ?C¨®mo es posible que no se haya dado respuesta todav¨ªa a la segunda denuncia por malos tratos presentada por Juana Rivas? ?C¨®mo se explica que las instituciones no hayan actuado antes, cuando, por ejemplo, ya en diciembre pasado un juzgado de Granada exigi¨® a Rivas que devolviera a sus hijos al padre?

La protecci¨®n de los menores es esencial en este caso. La justicia italiana se ha comprometido a vigilar su situaci¨®n en cuanto el padre los lleve de vuelta a casa. Es una buena noticia. Rivas ha prometido seguir luchando por sus hijos, pero har¨ªa bien en no confiar en quienes le aconsejan deso¨ªr a los jueces y apelan a la emoci¨®n de las masas en vez de presentar alegaciones solventes que le permitan recuperarlos. Cuando hay menores y violencia de g¨¦nero por medio, las instituciones del Estado deben mostrar, a su vez, m¨¢s diligencia y sensibilidad.