Los activistas vuelven a alzarse contra el carb¨®n
El lignito ensucia la campa?a de Angela Merkel contra el cambio clim¨¢tico
El carb¨®n es la nueva energ¨ªa at¨®mica alemana. El compromiso del Gobierno de Angela Merkel de cerrar las centrales nucleares no ha calmado a los siempre activos ecologistas locales, que no piensan dejar de protestar hasta que su pa¨ªs haga una transici¨®n definitiva hacia las energ¨ªas limpias. Miles de activistas han vuelto a cortar las v¨ªas de tren, han formado interminables cadenas humanas y han marchado durante cinco d¨ªas cerca de Colonia, al oeste de Alemania. Protestan contra la extracci¨®n de lignito, un carb¨®n mineral de esta zona minera y una de las fuentes de energ¨ªa m¨¢s sucias. Organizaciones ecologistas y el Partido Verde alem¨¢n se oponen a los planes para nuevas extracciones. La pancarta de una manifestante dec¨ªa: ¡°Queridos polic¨ªas. Nosotros tambi¨¦n hacemos esto por nuestros hijos¡±.
No les convence el discurso de la canciller, gran defensora del Acuerdo de Par¨ªs contra el cambio clim¨¢tico, que ha hecho de la inversi¨®n en energ¨ªas renovables y el cierre de las nucleares una de las se?as de identidad de su mandato. El calentamiento del planeta ha causado un sonado enfrentamiento entre la canciller y el presidente estadounidense, Donald Trump, conocido negacionista clim¨¢tico.
Pero a los manifestantes, al menos en parte, no les falta raz¨®n. Alemania se ha embarcado en la llamada ¡°transici¨®n energ¨¦tica¡±, con la que ha dado un espectacular impulso a las renovables. El pa¨ªs est¨¢ sembrado de molinos e¨®licos y los tejados cubiertos con paneles solares que baten una y otra vez el r¨¦cord de producci¨®n de energ¨ªa procedente de renovables. En torno a un 30% de la producci¨®n el¨¦ctrica alemana es limpia. Los alemanes separan su basura y son campeones en consumir productos ecol¨®gicos.
Aun as¨ª, todo apunta a que Alemania no va a cumplir sus compromisos clim¨¢ticos. En 2020 tendr¨¢n que haber reducido un 40% de sus gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990, y a la vista de las poco alentadoras cifras de reducci¨®n de gases contaminantes, los pron¨®sticos no son alentadores. Y el carb¨®n tiene gran parte de la culpa.
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