El secreto de la polinizaci¨®n se halla en el cuerpo de las abejas
Las flores aprovechan los granos de las zonas donde los insectos no se quitan el polen
El 84% de los cultivos en Europa depende de la polinizaci¨®n de los insectos, seg¨²n Greenpeace. El declive de las abejas, sin embargo, ha puesto en alerta a cient¨ªficos de todo el mundo. Un estudio de la Universidad de Dusseldorf (Alemania), publicado en la revista PLOS este jueves, ofrece claves que pueden ayudar a mejorar ese proceso: revela que el polen permanece en las partes del cuerpo de las abejas a las que las flores llegan con sus estigmas y anteras. Estos lugares de los insectos, llamados "zonas de seguridad", est¨¢n en la parte de arriba de la cabeza, el t¨®rax dorsal, la cintura y el abdomen.
La investigaci¨®n se realiz¨® de agosto de 2013 a noviembre de 2014 y de junio a julio de 2015 con dos de las especies m¨¢s comunes en Europa: las Bombus terrestris (B¨¦lgica) y la Apis mellifera (Alemania), conocida por ser la abeja de la miel. Los investigadores llevaron a cabo dos experimentos: uno sobre c¨®mo y d¨®nde se frotan las abejas con sus patas y el otro para analizar c¨®mo las plantas entran en contacto con las "zonas de seguridad" de estos insectos.
Por un lado, metieron a varias abejas Bambus terrestris en un tarro transparente de pl¨¢stico con el suelo cubierto de polen y cerrado con un tap¨®n de espuma. Los insectos, al volar, se cubrieron de polen en pocos minutos. Despu¨¦s, se las trasladad¨® a un tarro limpio y se observ¨® durante 30 minutos c¨®mo, cu¨¢nto tiempo y en qu¨¦ partes se acicalaban. Por ¨²ltimo, se las congel¨® y se mir¨® cu¨¢les eran las zonas seguras en las que segu¨ªan los granos de polen.
El segundo experimento consisti¨® en meter abejas de las dos especies en una sala con flores cuyas anteras y estigmas ten¨ªan tinte amarillo. Por lo tanto, cuando una parte de la abeja entraba en contacto con la parte reproductiva de las flores, se te?¨ªa de dicho color. Posteriormente, los investigadores observaron qu¨¦ ¨¢reas de la abeja estaban amarillas porque hab¨ªan entrado en contacto con las plantas.
El polen es esencial tanto para las abejas como para las flores: las primeras lo utilizan para alimentar a sus cr¨ªas, mientras que las segundas lo necesitan para la polinizaci¨®n. Las abejas transportan f¨¢cilmente el polen desde las partes masculinas de una flor a las femeninas gracias a su cuerpo cubierto de pelos. Las zonas en las que las abejas no se quitan el polen son las que sirven como "zonas de seguridad" para transferir el polen de una planta a otra. La profesora e investigadora del Departamento de Zoolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid, Concepci¨®n Ornosa, se?ala que los resultados del experimento podr¨ªan variar con otras especies. "Por ejemplo, hay familias cuyas estructuras recolectoras se hallan en el abdomen, del que las abejas extraen el polen en sus nidos", explica.
A partir de estas conclusiones, la?investigadora que lidera dicho experimento, Petra Wester, considera que deber¨ªa evaluarse la ¡°seguridad¡± de las zonas de las abejas que las plantas aprovechan para la polinizaci¨®n. Para ello, propone realizar experimentos con flores y abejas de diferentes tama?os y comparar el porcentaje de polen que permanece en las "zonas de seguridad" frente al total recolectado por la abeja.
Desciende el n¨²mero de abejas en el mundo
En el mundo hay alrededor de 17.000 especies de abejas. De ellas, muchas han desaparecido y otras est¨¢n en peligro cr¨ªtico. "En la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica ya no existen algunas que hab¨ªa hace 30 a?os", explica la profesora e investigadora del Departamento de Zoolog¨ªa de la Universidad Complutense, Concepci¨®n Ornosa.
La doctora asegura que este declive puede hacer que desaparezcan numerosas especies vegetales dependientes de estos polinizadores, lo que afecta directamente a nuestra alimentaci¨®n. De ah¨ª radica la importancia de este tipo de investigaciones. "Si los humanos tuvi¨¦ramos que que hacer la polinizaci¨®n de las abejas nos costar¨ªa miles de millones de euros", asegura Ornosa. Greenpeace cifraba en 2013 ese coste anual en 265.000 millones de euros.
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