Feminista feroz
Por cierto, el concurso l¨²brico es el del bar V¨¢lgame Dios de Madrid.
A cuenta de mi incapacidad fonadora ¡ªa algunas que vamos de duras nos cuesta m¨¢s decir ¡°no¡± que cantar el nomencl¨¢tor de Ikea¡ª, el otro d¨ªa estuve de jurado en un concurso de relato er¨®tico femenino. Que me lio un colega y no vi salida, vamos. Conste que explico esto no para justificarme, una ya es mayorcita, sino para dejar claro que fui a tontas, a locas y, sobre todo, a ciegas. Porque, de haber sabido qui¨¦nes eran los convocados, hubiera matado por asistir a semejante c¨®nclave. No me he visto en otra nunca. Imaginen a un juez estrella, una actriz de solera, un soci¨®logo de referencia, un reportero de trinchera, una heredera de un inmortal poeta, un dise?ador de culto, un reputado polit¨®logo y a la que firma debatiendo con poros y fluidos sobre ¡ª?c¨®mo decirlo fino?¡ª felaciones, cunnilingus?y polvos salvajes. Porque de eso iban los cuentos. De las calenturas de se?oras muy empoderadas y muy due?as de su sexo y sus fantas¨ªas, aunque estas consistan en que un empotrador les d¨¦ lo suyo sin m¨¢s contemplaciones que su consentimiento previo. O sea que, de monjiles, poco.
Pensaba en ello cuando salt¨® un acad¨¦mico ¡ªotro¡ª llamando monjas a las feministas por coartar la libertad de sus cong¨¦neres al denunciar el uso de ropa ultrasexy en las competiciones deportivas como reclamo. En el del aludido no, estoy segura, pero sospecho que en el mag¨ªn de muchos de estos adalides del libre albedr¨ªo, las feministas son feas, gordas, mal folladas o, peor, no folladas en absoluto que envidian la belleza ajena y, en revancha, suben el escote y bajan la falda de las beldades. Y en esto va el buenazo de Juan Y Medio, le corta el vestido a su compa?era de la tele y le cae la mundial por machista. Quiz¨¢, estoy segura, su intenci¨®n solo fuera hacer gracia. La novedad es que ya no la hace. Y eso es buena noticia. Por cierto, el concurso l¨²brico es el del bar V¨¢lgame Dios de Madrid. Pues eso, v¨¢lganos.
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