Camilo Restrepo, arquitectura revolucionaria en Medell¨ªn
PARA CAMILO RESTREPO (Medell¨ªn, 1974), el arquitecto no es Dios. ¡°M¨¢s bien es el ¨²ltimo de la fila¡±, sostiene con modestia. ¡°En el fondo, la arquitectura solo es la petrificaci¨®n de una decisi¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica¡±, a?ade con id¨¦ntico desenfado. No cree que un edificio sea capaz de cambiar la vida. Lo que no significa que no pueda mejorarla, como demuestra su propio despacho, la manifestaci¨®n a peque?a escala de todos sus c¨®digos arquitect¨®nicos. Situado en la planta baja de uno de sus proyectos en el acomodado barrio medellinense de El Poblado, es un espacio fresco y ba?ado por la luz natural casi hasta la ¨²ltima hora del d¨ªa. El estudio se abre sobre un jard¨ªn repleto de especies nativas, que el arquitecto colombiano plant¨® con sus propias manos.
Los niveles superiores del edificio, hacia los que nos conduce este hombre vestido de negro, albergan pasillos y escalinatas al aire libre, coronados por una gigantesca azotea con vistas al valle donde yace, casi enterrada, la que fue la urbe m¨¢s violenta del mundo. Pese al ardor permanente de la ciudad, que se enorgullece de vivir en una eterna primavera, el viento parece circular por todo el edificio. Igual que en la planta de secado de caf¨¦ que Restrepo acaba de construir en Ciudad Bol¨ªvar, y que quiso convertir tambi¨¦n en centro cultural, para paliar el aislamiento de las familias cafeteras de la regi¨®n andina.
La atenci¨®n al h¨¢bitat natural y al social se encuentra en la base del trabajo de Restrepo, profesor en la Universidad de Harvard y fundador de AGENdA, seleccionada como una de las agencias con mayor potencial de futuro por la Bienal de Arquitectura de Chicago, que comienza el 16 de septiembre. Restrepo piensa trasladar a esa cita su reflexi¨®n habitual sobre la arquitectura en los tr¨®picos, especialidad y obsesi¨®n al mismo tiempo. ¡°En el tr¨®pico, todo se invierte. Lo que en el hemisferio norte es cerrado, aqu¨ª es abierto. Lo que all¨ª est¨¢ perfectamente definido, aqu¨ª resulta ambiguo. Y lo que es est¨¢tico se transforma en din¨¢mico¡±, resume con tono profesoral.
Su primer gran encargo ya sintetizaba todos esos rasgos. Diez a?os despu¨¦s de su inauguraci¨®n, el Orquideorama del Jard¨ªn Bot¨¢nico de Medell¨ªn se ha convertido en todo un emblema de la ciudad. Lo dise?¨® con 32 a?os junto a su padre, el veterano arquitecto J. Paul Restrepo, y es un dosel abierto que protege a las flores de la luz directa y recoge el agua de la lluvia para conducirla hacia el terreno del que brotan. Tambi¨¦n acoge muestras, conciertos y desfiles de moda. ¡°La idea era que se confundiera con los ¨¢rboles. En el fondo, arquitectura y naturaleza son invenciones humanas. Ambas resultan igual de artificiales¡±.
Ha sido uno de los participantes en la renovaci¨®n urban¨ªstica de Medell¨ªn, ciudad de funesto pasado que asiste a un inesperado renacer. ¡°Se tomaron decisiones valientes. Por ejemplo, intervenir en barrios marginales con una voluntad social que el narcotr¨¢fico hab¨ªa logrado truncar¡±.
El reciente acuerdo de paz en su pa¨ªs le hace albergar m¨¢s esperanzas en este sentido. ¡°Ser¨¢ imperfecto, como todos los armisticios, pero nos permite cruzar un umbral y reinventarnos como pa¨ªs¡±, asegura. En ese sentido, su propia disciplina se enfrenta a una responsabilidad hist¨®rica. ¡°Despu¨¦s de resolver las cosas a balazos durante d¨¦cadas, la arquitectura tiene la misi¨®n de crear lugares de encuentro¡±. Pese al temor de sonar idealista en exceso, Restrepo dice creer en los finales felices. ¡°Ser arquitecto es ser optimista. La arquitectura no puede hacer magia, pero uno siempre aspira a que su trabajo tenga un efecto positivo en la vida de los dem¨¢s¡±.
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