La Ley, la palabra
Las normas jur¨ªdicas no son inamovibles pero su modificaci¨®n es incompatible con su infracci¨®n
Este a?o nuestro despacho celebra su centenario. Su historia ha corrido paralela a la de nuestro pa¨ªs. Nacido en Barcelona en un a?o convulso marcado por una fuerte confrontaci¨®n social, atraves¨® los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, la II Rep¨²blica, la Guerra Civil y la dictadura de Franco. Como tantas otras empresas, no es hasta el advenimiento de la Transici¨®n y la consolidaci¨®n de un verdadero Estado de Derecho cuando lo que hab¨ªa sido hasta entonces una peque?a firma familiar crece, se moderniza y se internacionaliza. Hoy es una firma global, que presta sus servicios a los ciudadanos y sus empresas en cuatro continentes.
En esta ¨²ltima etapa de nuestra historia hemos tenido el privilegio ¡ªcompartido con muchos otros abogados¡ª de ser colaboradores activos en la creaci¨®n de un gran espacio jur¨ªdico de libertades y derechos, as¨ª como de una conciencia democr¨¢tica, que desembocaron en la Transici¨®n y se plasm¨® en 1978 en la Constituci¨®n. En este marco hemos podido participar en la conformaci¨®n de las normas que ordenan nuestra convivencia, en torno a ellas hemos sido capaces de arbolar negocios jur¨ªdicos que han tra¨ªdo una prosperidad sin precedentes a nuestra ciudadan¨ªa y a su amparo hemos ejercido lealmente la defensa de los derechos de nuestros clientes colaborando en un sistema de justicia independiente.
Tambi¨¦n hemos sido testigos de c¨®mo el consenso en torno a la primac¨ªa de la Ley se ha ido extendiendo por el mundo y de c¨®mo ello ha propiciado que pudi¨¦ramos ir transfiriendo progresivamente la capacidad de promulgar normas a instancias supranacionales, ampliando de esta forma nuestra capacidad de relacionarnos con otros pueblos y culturas en un entorno de seguridad jur¨ªdica, extendiendo la huella de la paz y la prosperidad en el planeta.
Es perentorio recuperar la plena seguridad jur¨ªdica en el marco del estado de Derecho del que nos hemos dotado
Quiere el destino que la celebraci¨®n de nuestro centenario coincida con un momento de agitaci¨®n pol¨ªtica en el que se esgrimen los principios de legitimidad y de legalidad como principios contrapuestos, olvidando que todo sistema democr¨¢tico se funda en la arm¨®nica aplicaci¨®n de ambos. Ello me lleva a reflexionar acerca del inmenso salto hist¨®rico vivido desde aquella Barcelona de 1917 a la Espa?a y al mundo de 2017. De c¨®mo nuestra sociedad ha sido capaz de adaptar sus normas a la realidad social de cada momento hist¨®rico, logrando consensos cada vez m¨¢s amplios. Nos ense?a que la resoluci¨®n de conflictos pol¨ªticos o de otra naturaleza no es posible al margen de las pautas del Derecho, de la seguridad jur¨ªdica y el acatamiento a las resoluciones de los Tribunales.
Los abogados sabemos bien que el acuerdo, la transacci¨®n y la composici¨®n de posiciones enfrentadas son herramientas de gran valor para la resoluci¨®n de conflictos. Pero ninguno de estos procedimientos es posible al margen de las leyes, sino a su amparo. Cambi¨¢ndolas conforme a sus propias previsiones, las leyes tambi¨¦n se cumplen. En cambio, cualquier v¨ªa de hecho socava el legado que nos ha proporcionado el per¨ªodo hist¨®rico m¨¢s largo de libertades p¨²blicas, de democracia y de verdadera desconcentraci¨®n territorial del poder pol¨ªtico.
No se olvide que este marco pol¨ªtico y jur¨ªdico es el que ha hecho posible una convivencia en paz y un crecimiento econ¨®mico y desarrollo social sin parang¨®n. Esta convivencia, crecimiento y desarrollo s¨®lo pueden darse en el marco de un ecosistema vertebrado por la seguridad jur¨ªdica, que asegure la observancia de las normas, y favorezca los intercambios garantizando el cumplimiento de las obligaciones.
Recuperar la plena seguridad jur¨ªdica en el marco del estado de Derecho del que nos hemos dotado es, por tanto, una necesidad perentoria. Ello requiere atenerse al cumplimiento de la Constituci¨®n de 1978, del Estatuto de Catalu?a y del sistema legal vigente ¡ªque nos entronca con el ordenamiento de la Uni¨®n Europea y los organismos internacionales a los que nuestro pa¨ªs pertenece¡ª, sin concesiones ni a su inobservancia ni a su uso desviado. Exige tambi¨¦n recuperar un espacio para la concordia y alcanzar el acuerdo que d¨¦ legitimidad al poder de los gobernantes. En ellos descansa el deber de afrontar pol¨ªticamente el problema, evitando las divisiones y la quiebra de la convivencia, buscando espacios cada vez m¨¢s amplios de consenso.
Las normas jur¨ªdicas no son inamovibles pero su modificaci¨®n es incompatible con su infracci¨®n. Nadie lo ha expresado mejor que quien dijo que en estos momentos la pauta de conducta deber¨ªa ser esta: la ley como marco, la pol¨ªtica como tarea y la palabra como instrumento.
Rafael Fontana es Presidente Ejecutivo de Cuatrecasas
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