Combate por la hegemon¨ªa
La crispaci¨®n se extiende desde las ¨¦lites hacia la ciudadan¨ªa. El bloque independentista se cohesion¨® a partir de las clases medias formadas durante el pujolismo y ya no hay soluciones f¨¢ciles. Hoy es preciso una lucha en otro plano
?La crispaci¨®n, que al principio del proc¨¦s afect¨® a las ¨¦lites pol¨ªticas, intelectuales y medi¨¢ticas, se extiende a amplios sectores de la ciudadan¨ªa. Se est¨¢ solidificando una l¨ªnea de demarcaci¨®n donde cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil no alinearse con alguno de los bandos y donde las posiciones intermedias son dif¨ªciles de mantener. A¨²n no se ha producido una din¨¢mica frentista de independentistas contra constitucionalistas o separatistas contra unionistas. Esto se aprecia paseando por el ¨¢rea metropolitana de Barcelona. Los distritos de las clases medias catalanohablantes donde es hegem¨®nico el independentismo est¨¢n plagados de esteladas, en los barrios obreros no hay esteladas, pero tampoco banderas espa?olas. S¨®lo existe un frente nacional formado por los independentistas que, a pesar de sus discrepancias, act¨²a como un bloque homog¨¦neo con una mir¨ªada de asociaciones y entidades y un poderoso aparato medi¨¢tico.
La cohesi¨®n y articulaci¨®n del bloque independentista expresa la unificaci¨®n doctrinal y homogenizaci¨®n identitaria de las clases medias formateadas ideol¨®gicamente durante el pujolismo. Durante los Gobiernos de CiU se ciment¨® la hegemon¨ªa del catalanismo, frente a la inoperancia cuando no la complicidad de las izquierdas. Entonces se desarrollaron interminables campa?as para (re)construir la identidad catalana centradas en la lengua, cuyos puntos de inflexi¨®n fueron los Decretos de Inmersi¨®n (1992) y la Ley de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica (1998). Paralelamente, las instituciones de autogobierno actuaban instaladas en una ambig¨¹edad estructural operando como administraci¨®n auton¨®mica del Estado o como embri¨®n del Estado catal¨¢n. Una ambig¨¹edad concentrada en la presidencia de la Generalitat que el proceso soberanista ha disipado a favor del segundo vector.
Ello con el uso y abuso de los medios de comunicaci¨®n y la escuela como factores fundamentales de la ¡°construcci¨®n nacional¡± en permanente oposici¨®n a todo lo relacionado con Espa?a. La insistencia en el enemigo exterior facilit¨® la apelaci¨®n a la unidad tan querida al catalanismo desde el Memorial de Greuges a la Solidaritat Catalana, a la Assemblea de Catalunya y que ahora quiere retomar la ANC. Resulta muy atractivo para unas clases medias atomizadas y despolitizadas, elevando su autoestima y un sentimiento de superioridad social y ¨¦tnica, el llamado supremacismo, un fuerte narc¨®tico ideol¨®gico que crea una coraza inmune a argumentos y cr¨ªticas.
Con CiU se ciment¨® la hegemon¨ªa catalanista frente a la inoperancia o complicidad de la izquierda
Frente a este proceso de unificaci¨®n ideol¨®gica y homogenizaci¨®n identitaria, se asiste en este periodo a la desestructuraci¨®n, atomizaci¨®n y aculturaci¨®n de las clases trabajadoras castellanohablantes, procedentes de la inmigraci¨®n del resto de Espa?a; abandonadas por sus partidos y sindicatos cuyas c¨²pulas, con escasas excepciones, se apuntan a las tesis nacionalistas. Expresi¨®n que la promoci¨®n social pasa por pagar el peaje identitario.
No podemos analizar los errores estrat¨¦gicos de los tripartitos de izquierdas. S¨®lo apuntar que, al situar en el centro de su acci¨®n pol¨ªtica la reforma del Estatut, cuando no exist¨ªa reclamaci¨®n social alguna e intentar superar a los nacionalistas en su terreno, permitieron la reconstrucci¨®n de la hegemon¨ªa pol¨ªtica de CiU, pues la ideol¨®gica nunca estuvo cuestionada. Se dilapid¨® una gran oportunidad de reconducir la centralidad de pol¨ªtica catalana del eje nacional al social. La sentencia del Tribunal Constitucional marc¨® el punto de partida del giro soberanista, aunque no fuera el factor principal para explicar este viraje.
En el tr¨¢nsito del autonomismo al independentismo confluyen factores end¨®genos y ex¨®genos. Primero, la l¨®gica interna de los movimientos nacionalistas que, seg¨²n Miroslav Hroch, experimentan tres fases: cultural, donde se reivindican las diferencias culturales; autonomista, donde se reclama el autogobierno en el Estado de referencia, e independentista, pues el Estado es el templo de la naci¨®n.
Los tripartitos perdieron la oportunidad de reconducir la centralidad del eje nacional al social
A excepci¨®n de la financiaci¨®n, el catalanismo hab¨ªa satisfecho la pr¨¢ctica totalidad de sus reivindicaciones. As¨ª, quiz¨¢ el primer objetivo del giro soberanista convergente no fuera tanto la independencia, sino construir el marco ideol¨®gico para prolongar su hegemon¨ªa durante una generaci¨®n. Una pretensi¨®n frustrada por los acontecimientos ya que ERC est¨¢ asumiendo el relevo con planteamientos m¨¢s atractivos para la base social del independentismo.
En segundo lugar, los efectos de la crisis financiera. Los recortes del primer Gobierno de Artur Mas amenazaron con una alianza entre ¨¦stas y la clase trabajadora, como se entrevi¨® en las dos huelgas generales y el 15-M, cuando Mas acudi¨® en helic¨®ptero al rodeado Parlament. Tambi¨¦n debe relacionarse con el auge de los neonacionalismos econ¨®micos e identitarios europeos, de los que el movimiento independentista resulta una expresi¨®n particular. En este sentido, se explica el uso instrumental de los procedimientos democr¨¢ticos: se invocan cuando son ¨²tiles a la causa nacional y se rechazan cuando constituyen un obst¨¢culo.
Desde el otro lado de la barrera se han cometido numerosos errores, por acci¨®n y por omisi¨®n. En Catalu?a, las izquierdas no han planteado un modelo alternativo de pa¨ªs, ni combatido los dogmas del nacionalismo, mostrando un complejo de inferioridad digno del an¨¢lisis de Alfred Adler. Por otro lado, los Gobiernos del Estado no han sabido afrontar el reto planteado por la estrategia de nation building del catalanismo. En ocasiones por excesiva tibieza y a veces por demasiada rigidez. Por ejemplo, en pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica mostrando mayor firmeza con la inmersi¨®n y m¨¢s generosidad en el reconocimiento del catal¨¢n en todas las instancias del Estado.
Las cosas han ido demasiado lejos para soluciones f¨¢ciles. Quiz¨¢s el choque de trenes contenga alg¨²n aspecto positivo al sumergir al independentismo en un ba?o de realidad, comprobando la inviabilidad de la secesi¨®n unilateral sin acuerdo con el Estado, sin mayor¨ªa social en Catalu?a y sin reconocimiento internacional. Para los partidos pol¨ªticos e instituciones espa?olas en el sentido de tomarse en serio el ¡°problema catal¨¢n¡± y arbitrar alternativas que pasan por la reforma federal de la Constituci¨®n. Sin excluir una versi¨®n adaptada a la realidad espa?ola de la Ley de la Claridad canadiense que ofrecer¨ªa una salida pol¨ªtica a quienes reclaman un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. No tanto como la aplicaci¨®n de un derecho universal, sino como la respuesta democr¨¢tica a sectores importantes de la sociedad catalana.
En caso contrario, las heridas abiertas en Catalu?a no cauterizar¨¢n y persistir¨¢n los factores que han conducido a esta aguda crisis pol¨ªtica e institucional. S¨®lo si desde la sociedad catalana y las instituciones espa?olas se plantea un combate por la hegemon¨ªa ideol¨®gica ser¨¢ posible responder a los retos planteados por el independentismo.
Antonio Santamar¨ªa es periodista y escritor. Su ¨²ltima publicaci¨®n es Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya. De los or¨ªgenes al giro soberanista, Akal, 2014.
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