Apropiaci¨®n indebida del Bar?a
Ahora parece que los futbolistas van por los campos como un estandarte de lo que se dirime en Catalu?a
El Bar?a es un esp¨ªritu; su directiva es un cuerpo. Va y viene la directiva; cuando abrac¨¦ el esp¨ªritu del Bar?a perdimos en Berna ante el Benfica y estaba al frente de ese cuerpo Enrique Llaudet Pons¨¢, de camisa azul, al que hoy llamar¨ªan fascista. Luego han pasado por ese podio otros Llaudets. El ¨²ltimo Llaudet es Bartomeu.
Hubo un Mir¨® Sanz, un Montal, un N¨²?ez, que era un apellido inesperado, y tambi¨¦n un hombre olvidado en el desv¨¢n del Bar?a cuando se le fue la suerte doblando las esquinas. Cuando sale el Bar?a a jugar al campo nadie se acuerda de Llaudet ni N¨²?ez ni de Bartomeu. Ni antes. El Bar?a es lo que juega. Y los que juegan.
Sucesivamente, el Bar?a ha sido Kubala, Su¨¢rez, Johan Cruyff, Guardiola, Messi¡ Messi es ahora el estandarte. Bartomeu est¨¢ porque Messi no se ha revuelto del todo, pero, si quiere el futbolista argentino, este hombre de sonrisa provisional, un ser asustado de s¨ª mismo, estar¨ªa en el patio de los expresidentes.
As¨ª que Bartomeu forma parte ahora de un cuerpo legitimado tan solo porque el equipo gana, Messi lo hace ganar, mantiene en lo alto de la tabla su esp¨ªritu azulgrana. Pero est¨¢ asustado Bartomeu y est¨¢ asustado el cuerpo del Bar?a: porque se le fue Neymar sin que ¨¦l se diera cuenta, porque no se dio cuenta de que Messi no hab¨ªa firmado e invent¨® que lo hab¨ªa hecho, porque pende de una moci¨®n de censura por lo que no hizo bien, por haber hecho del despiste una forma de ser¡ Est¨¢ asustado ese cuerpo y sale a defender a Puigdemont como si fuera de la plantilla. En un campo de f¨²tbol, lo que han hecho Bartomeu y los suyos lo llevar¨ªan a la tercera divisi¨®n. Pero no hay descenso previsto para las directivas.
Y ahora ese cuerpo, una directiva de tercera divisi¨®n, se apropia del esp¨ªritu del Bar?a para ponerlo a disposici¨®n del proc¨¨s en sus ¨²ltimas consecuencias. Los directivos del f¨²tbol son entrometidos, pues interpretan que el club es el equipo, y mezclan a los futbolistas en andurriales por los que ellos no transitan, o transitan cuando les d¨¦ la gana. Y esos que salen al campo, a entrenar o a ganar, ahora cargan con el comunicado en el que el cuerpo del Bar?a se entromete en su esp¨ªritu y le hace decir a este lo que sea a favor del proceso independentista y su secuela ilegal, el refer¨¦ndum.
Los futbolistas, individuos cuyos derechos son suyos, dicen lo que quieren, naturalmente; y dentro de un equipo conservan su genio y sus individualidades. Si Iniesta fuera todos los futbolistas del Bar?a, o si todos fueran Messi, el f¨²tbol ser¨ªa una extra?eza, pero tambi¨¦n un aburrimiento. Que Bartomeu ponga a esas individualidades, los futbolistas uno a uno, a disposici¨®n de una idea o de un prop¨®sito que no sea el de ganar los partidos es una apropiaci¨®n indebida. Lo ha hecho: se ha apropiado indebidamente del esp¨ªritu del Bar?a. Y ahora parece que esos futbolistas (y los aficionados tambi¨¦n) van por los campos como un estandarte de lo que se dirime en Catalu?a. Dir¨¢n s¨ª o dir¨¢n no, o dir¨¢n lo que les digan su coraz¨®n o sus asuntos. Pero que les hagan decir lo que no dicen es una ocurrencia que viene del susto que ya forma parte de la cara de Bartomeu.
Visca el Bar?a, su esp¨ªritu azulgrana.
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