Una vacante en el liderazgo global
Lo m¨¢s seguro es que la era Trump-Xi se caracterice por una competencia estrat¨¦gica cada vez m¨¢s intensa entre Estados Unidos y China
Si hay dos pa¨ªses cuya pol¨ªtica econ¨®mica ha estado en el blanco de las cr¨ªticas del presidente Trump, esos son Alemania y China. Mientras que los Estados Unidos son el pa¨ªs con mayor d¨¦ficit por cuenta corriente del mundo, Alemania y China se encuentran en el extremo opuesto de la lista, lo cual irrita sobremanera a amplios sectores de la actual Administraci¨®n estadounidense.
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El principal asesor de Donald Trump sobre cuestiones comerciales, Peter Navarro, ha sugerido que el Gobierno chino sigue manipulando a la baja el valor del yuan. Asimismo, ha culpado al Gobierno alem¨¢n de ¡°explotar¡± a Estados Unidos y a sus socios europeos a trav¨¦s de un euro infravalorado, unas palabras que asombran m¨¢s si cabe por ir dirigidas a un pa¨ªs aliado. El consenso de los economistas es que, en la actualidad, el grueso de las acusaciones de Navarro carece de fundamento. Trump, como es habitual en ¨¦l, ha dado algunos vaivenes en su apoyo a dichas acusaciones, pero siempre dejando entrever que sus suspicacias se mantienen.
Desde la elecci¨®n de Trump, otra de las listas que encabezan Alemania y China es la de candidatos a reemplazar a los Estados Unidos como l¨ªder mundial. Aunque exista mucho menos consenso sobre esta delicada cuesti¨®n, y aunque se trate de pa¨ªses profundamente distintos, son muchos los que ven a la canciller Angela Merkel y al presidente Xi Jinping como referentes internacionales que cotizan al alza. No deja de ser una curiosa coincidencia, pues, que ambos mandatarios se enfrenten estos d¨ªas a sus citas m¨¢s importantes a nivel dom¨¦stico: las elecciones federales de Alemania y el Congreso quinquenal del Partido Comunista Chino.
A escala europea, siempre que se confirme su reelecci¨®n, no cabe duda de que la canciller Merkel puede y debe labrarse un legado que vaya en consonancia con su talla pol¨ªtica
Empecemos por Alemania. Este domingo, se espera que Merkel obtenga con claridad su cuarta victoria electoral, lo cual le brindar¨ªa la oportunidad de igualar los 16 a?os de Helmut Kohl como canciller alem¨¢n, una cifra superada ¨²nicamente por Otto von Bismarck. El debate p¨²blico ha estado marcado por la pol¨ªtica de ¡°puertas abiertas¡± que implement¨® el Gobierno de Merkel durante la crisis de los refugiados, y que la ha expuesto a feroces ataques ¡ªlos m¨¢s sonados, por parte del propio Trump¡ª. La apuesta de la canciller dio fuelle a la extrema derecha, que salvo sorpresa acceder¨¢ al Bundestag por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial a trav¨¦s del partido Alternativa para Alemania.
Pero afortunadamente para Merkel, y tambi¨¦n para los valores humanitarios en cuya defensa no cej¨®, finalmente su decisi¨®n parece no haberle pasado excesiva factura entre el electorado. Tras venir arrastrando una ca¨ªda en las encuestas desde verano de 2015, todo apunta a que el temporal que azotaba a los democristianos germanos ha remitido. Como colof¨®n, la postura que asumi¨® Merkel ha conseguido reforzar su popularidad entre los votantes m¨¢s j¨®venes.
En las postrimer¨ªas del siglo XX, la Secretaria de Estado Madeleine Albright defini¨® a Estados Unidos como ¡°la naci¨®n indispensable¡±. Recientemente, el semanario The Economist se refiri¨® a Merkel como ¡°la europea indispensable¡±. Como advirti¨® la propia Merkel, ser¨ªa ¡°grotesco¡± esperar de ella que pretenda erigirse en la abanderada del internacionalismo liberal. Alemania, muy condicionada por su historia, sigue mostr¨¢ndose reticente a reclamar un gran protagonismo en la esfera internacional. Pero a escala europea, siempre que se confirme su reelecci¨®n, no cabe duda de que la canciller puede ¡ªy debe¡ª labrarse un legado que vaya en consonancia con su talla pol¨ªtica. Con Emmanuel Macron en el El¨ªseo y las elecciones alemanas en el retrovisor, habr¨¢ llegado el momento de adoptar medidas que doten de mayor vigor y equilibrio a la Uni¨®n Europea.
Mientras tanto, en el otro lado del planeta, Xi Jinping tambi¨¦n se est¨¢ jugando su legado. A mediados de octubre dar¨¢ comienzo el XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), un acontecimiento que girar¨¢ en torno a la figura cada vez m¨¢s imponente de Xi. No en vano, desde el a?o pasado Xi est¨¢ oficialmente considerado como ¡°n¨²cleo¡± del partido, un t¨ªtulo que su predecesor Hu Jintao no lleg¨® a obtener jam¨¢s.
Desde el a?o pasado Xi est¨¢ oficialmente considerado como ¡°n¨²cleo¡± del partido, un t¨ªtulo que su predecesor Hu Jintao no lleg¨® a obtener jam¨¢s
En el XIX Congreso, los delegados del PCCh elegir¨¢n a su nuevo Comit¨¦ Central, que a su vez deber¨¢ designar a los m¨¢s altos cargos del partido. La reelecci¨®n de Xi como secretario general se da por hecha, y la mayor¨ªa de analistas vaticinan que el l¨ªder chino continuar¨¢ rode¨¢ndose de fieles aliados, un prop¨®sito hacia el que ya ha avanzado bajo el amparo de su muy politizada y publicitada campa?a contra la corrupci¨®n.
Wang Qishan, mano derecha de Xi y responsable de dicha campa?a, sac¨® a colaci¨®n en 2015 la cuesti¨®n de la ¡°legitimidad¡± del PCCh, otrora considerada tab¨². La econom¨ªa china lleva algunos a?os de ralentizaci¨®n y, ante el nuevo escenario que se abre con ello, el PCCh sabe que debe ingeni¨¢rselas para garantizarse el respaldo social. La lucha contra la corrupci¨®n constituye un elemento central del nuevo relato legitimador, as¨ª como el nacionalismo que promulga hoy en d¨ªa el PCCh, y que se manifiesta en una pol¨ªtica exterior m¨¢s asertiva. Queda por ver si un Xi afianzado durante su segundo mandato ¡ªque, seg¨²n dicta la costumbre, deber¨ªa ser el ¨²ltimo¡ª aprovechar¨¢ tambi¨¦n para impulsar ambiciosas reformas econ¨®micas, y qu¨¦ perfil p¨²blico pretende adoptar a partir de 2022.
En el plano exterior, Xi ha dado algunas muestras de que no descarta opositar a la posici¨®n de liderazgo que Estados Unidos hab¨ªa ocupado hasta ahora. Sin embargo, para tener ¨¦xito China necesitar¨ªa incrementar significativamente su ¡°poder blando¡± y tejer una red de socios de la que por el momento carece, tareas que el creciente nacionalismo chino dificulta.
Lo m¨¢s seguro es que la era Trump-Xi se caracterice por una competencia estrat¨¦gica cada vez m¨¢s intensa entre Estados Unidos y China, como ya se desprende de la crisis de Corea del Norte. ?Evitar¨¢n otros pa¨ªses como la Alemania de Merkel ¨Co, m¨¢s generalmente, la Uni¨®n Europea¡ª que se erosione en exceso la cooperaci¨®n entre grandes potencias en los a?os venideros? De la respuesta depender¨¢ que exista algo parecido a un ¡°orden¡± en el panorama internacional.
Javier Solana es distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Econom¨ªa y Geopol¨ªtica Global de ESADE
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